El coronavirus es una crisis sistémica relacionada a la percepción que tiene el ser humano sobre el ambiente. El grado de desconexión actual, relacionado principalmente al aislamiento colectivo que impide ver el ambiente de forma sistémica, interconectada e interdependiente, es el máximo reto por superar en este milenio. Hasta hace unas semanas, el COVID-19 estaba en la mente de muchos colombianos como un virus y problema asiático. Sin embargo, hoy ya afecta a más de 160 países.
Las imágenes de acaparamiento de comida y productos como geles antibacteriales, tapabocas y otros productos como el papel higiénico nos demuestran que aun pensamos de forma individual y desconectada. Sí una persona les quita la oportunidad a otras personas de protegerse, se afecta a sí misma, porque las demás personas podrán ser portadoras y diseminadoras del virus. Lo mismo pasa con la compra excesiva de alimentos y productos de primera necesidad. Cada vez que compramos en exceso elevamos la demanda y por consiguiente los precios de los productos se vuelven más costos y de difícil acceso para muchas personas.
Al igual que violar las restricciones por sentirse que no se es vulnerable al virus, lo cual está pasando con algunos extranjeros que llegan a Colombia y violan la cuarentena porque ya tuvieron el virus y son inmunes o porque no son vulnerables. Si alguna de estas personas, que piensa de esta manera, por algún motivo llegase a necesitar una Unidad de Cuidados Intensivos, por una razón contraria al Coronavirus, accidente, algún otro tipo de enfermedad, seguramente se encontraría que estás unidades están copadas por causa del Coronavirus, el cual ayudaron a propagar.
Por esta razón, el Coronavirus y otros problemas mundiales que afectarán a la humanidad, como el cambio climático, son consecuencia de un problema de percepción de la humanidad que está relacionado con una visión simplificada de la realidad. Enrique Leff, ambientalista mexicano, ha identificado que la crisis ambiental global está relacionada a un problema de percepción del ambiente. Por ejemplo, los diferentes estilos de vida, dependiente de bienes y servicios ambientales, producto de una percepción del bienestar social, nos demuestran que se está percibiendo el ambiente, no sólo de forma cortoplacista y extractiva, sino también egoísta y desconectada.
Paradójicamente, la sociedad nunca ha estado más conectada e interdependiente que en otros tiempos, principalmente con el objetivo económico productivo. Sin embargo, esta interdependencia, que puede entenderse también como una relación de dependencia inequitativa, ha generado una desigualdad a partir de una competencia que genera brechas socio económicas y por ende vulnerabilidad social ante amenazas que afectan a toda la humanidad sin importar dichas brechas.
Hoy, países con un elevado bienestar social, sucumben ante un problema que no respeta dicha condición sociopolítica. Por esta razón, las fronteras y límites sociales y políticos que se han creado deberán ser modificadas, ya que los problemas que estamos empezando a asumir son de tipo sistémico, es decir, afectan sin importar las fronteras y límites socioeconómicos creados artificialmente. Aún no sabemos cómo se comportará el virus en los países catalogados en vía de desarrollo o subdesarrollados. Sin embargo, solo podemos asegurar que la afectación que sufran estos países tendrá consecuencias a nivel mundial.
Por ejemplo, Venezuela es un país que requiere de toda la ayuda humanitaria posible por parte de Colombia. Dejarla sola, sin ningún tipo de apoyo es pensar de forma desarticulada. En el mapa geográfico de América Latina no hay límites políticos, las inevitables conexiones ecológicas y sociales que existen no son tenidas en cuenta cuando pensamos que cerrar las fronteras y la acción local individual tendrá mayor resultado que una acción conjunta, sistémica y coordinada a nivel mundial. Vemos que los países cierran sus fronteras intentando contener el virus. Hoy más que nunca debemos actuar en conjunto y unidos.
Esta pandemia mundial permitirá a la sociedad entender el ambiente de una forma más compleja e interdependiente, donde el bienestar social no puede darse de forma segmentada, el bienestar social debe darse de forma pandémica. Parte del llamado de los gobiernos para poder enfrentar el coronavirus es la solidaridad. No pensemos solo en nosotros, actuemos de forma solidaria pensando que la debilidad del otro es nuestra vulnerabilidad.
