Era cuestión de días para que el Covid-19 llegara al país y ahora tenemos el caso aquí, en el patio de nuestra ciudad, es la mayor amenaza para la salud pública ejerciendo un daño mediático que desnuda las irregularidades en nuestros sistemas de atención; además, es una amenaza para los ordenadores, ahora mismo es de esperar que se haga difusión peligrosa de alertas por vía de correos electrónicos con el propósito de propagar virus informáticos de alto impacto debido al miedo a la evidente pandemia, así pues cuidado con archivos infectados y mensajes con phishing (método de delincuencia cibernético). Esto es tan oportunista como decir que se contrajo coronavirus e incluso fingir en el hospital sus síntomas como medida desesperada para recibir una atención prioritaria.
Así las cosas, estamos en la era de la desinformación donde se multiplican los casos de correo basura (spam) que tienen la capacidad de alterar el orden y asegurar el miedo con todo tipo de mensajes sensacionalistas que aseguran una pandemia inmanejable y la desesperanza frente al brote de la enfermedad mortal. Que no se nos haga raro que empiecen a dar por muertos a algunos famosos declarándolos víctimas del virus para reducir el alcance del pensamiento responsable que observa la situación con atención, pero sin desespero. La mentira en la web de la mano del uso de los dispositivos móviles se propaga camuflada en reconocidas figuras y nombres de programas noticiosos, para mostrar con maldad falsos mensajes que alimentan el caos generador de histeria colectiva.
Con el virus SARS-CoV-2 no solo se deteriora la salud de las personas, sino que se dañan los sistemas operativos afectados por malware (programa maligno), se enriquecen los beneficiarios del oligopolio farmacéutico e incluso el tendero que vende tapabocas, y se agotan los geles antibacteriales. Es el coronavirus de Wuhan el que ha mutado para burlar nuestra intimidad informática aprovechando el caldo de cultivo de miedo, zozobra, desinformación y confusión que ahora mismo asola las naciones de la tierra. Esto por cuanto el interés está en salvarse de morir a causa de esa extraña enfermedad y en la búsqueda de tanta información se abre la puerta al contagio de códigos malintencionados y correos basura capaces de hacer que también muera la privacidad.
El coronavirus ya está dejando a varios países en cuarentena, y el próximo es el nuestro, ¡Dios no lo quiera! la pandemia traería distintas prácticas obligadas por la reclusión de las personas en sus hogares, entre estas, que aumente el tiempo de la familia frente a sus pantallas, puesto que, a menor contacto con el mundo, mayor búsqueda de información en lo concerniente a las recomendaciones de los expertos y los comentarios alusivos al tema. Lo cierto es que, con el aumento de la conexión a internet, también crecen las oportunidades para los ataques criminales por un medio en el que la exposición es una oportunidad para ser impactados por el uso y el abuso de la información.
Hay que tener cuidado con los mensajes que testean prácticas aparentemente provechosas como el lavado continuo de las manos con agua y jabón, cubrirse la nariz y la boca con el antebrazo al estornudar o toser, y evitar el contacto directo con toda persona que padezca una infección respiratoria; porque con esta información pertinente sobrevendrán anuncios virales. Será necesario hacer campañas en medio de la hecatombe social generalizada que enfrentamos para ayudar a entender a las personas que no hagan clic en vínculos mal sanos cuya similitud con los bulos permite evocar ciertas técnicas de manipulación de medios en campaña política, la guerra psicológica y las relaciones públicas.