En las últimas dos semanas el debate nacional ha estado marcado por el cierre de la frontera colombo venezolana. Las medidas y discurso del gobierno de Maduro han hecho que prácticamente el 90 % del Congreso respalde al presidente, además la imagen del mandatario venezolano alcanza una imagen negativa superior al 80 % y obviamente surgen debates sobre la política exterior del país y el papel de Colombia en organismos supranacionales como la OEA o Unasur.
En medio de este debate han surgido varios tipos de iniciativas o medidas que debería tomar el país. Una de las más publicitadas ha sido el pedido al presidente Juan Manuel Santos de tomar la medida de retirarse de Unasur. Juan Gabriel Uribe se refirió a Unasur como un “embeleco” que no servía para nada, el senador Barreras habla de un retiro inmediato e incluso varios supuestamente expertos en relaciones internacionales recomendaban lo mismo. El argumento central de estas posturas era que Venezuela tenía mucha influencia en Unasur y que este organismo no había ayudado a resolver nada de la crisis fronteriza.
Este tipo de petición es de lo más estúpido que he escuchado en medio de esta crisis. Unasur es un organismo regional joven que de hecho aún se está construyendo, y el cual surgió como una propuesta de concertación para los países de América del Sur. Allí las decisiones se toman por consenso y cada Estado juega como un actor independiente y cada Estado representa un voto. Si bien Venezuela desempeñó un papel importante en el impulso a Unasur, se debe decir que el más interesado fue Brasil y tal vez el que más ayudó en la construcción de este organismo internacional.
En el concierto internacional cada país juega como un actor independiente y representa intereses egoístas, esto no significa que en determinados puntos y agendas se den coaliciones entre países, coaliciones que además pueden cambiar en el tiempo. Son estas coaliciones las que hacen ver cierta mayoría de Venezuela en este organismo, ya que Ecuador, Bolivia y Argentina han declarado cierta cercanía al gobierno de Maduro. Pero este tipo de mayorías es una situación de coaliciones y no de la institución en sí. En dos o tres años las mayorías pueden cambiar. Pero esta situación no puede significar la salida de Colombia de Unasur. Además si de ineficacia se trata Colombia debería salirse de la OEA o de la moribunda CAN.
Por otro lado, lo sucedido en la OEA, muestra por un lado, la ausencia de una política exterior para el Caribe por parte de Colombia, y obviamente creer que el único socio importante en la región es Estados Unidos.
Una segunda propuesta que ha surgido por políticos y funcionarios estatales es llevar el caso de las deportaciones y cierre de la frontera a la Corte Penal Internacional y acusar al presidente Maduro de delitos de lesa humanidad. Colombia asumió un discurso ciertamente errado a la hora de explicar lo que sucedía en la frontera. Si bien es una tragedia humanitaria y una catástrofe social no es comparable con el holocausto nazi como algunos agiles periodistas y políticos dijeron. De hecho en las deportaciones no ha habido un solo muerto.
Así por ejemplo, si la OEA difícilmente se reúne para hablar de la crisis entre la frontera de México y Estados Unidos donde los muertos se cuentan por miles, difícilmente la situación actual de la frontera colombo-venezolana convocará entusiastamente a los miembros de la OEA o Unasur. De tal forma que el discurso utilizado por el gobierno colombiano aunque válido para la política interna del país carece de cierta validez en la comunidad internacional.
Incluso se podría decir que llevar al presidente Maduro a la CPI puede traer un efecto contrario al que se busca, no se debe olvidar que la gran mayoría de colombianos en Venezuela son víctimas del conflicto armado, muchos salieron corriendo a la violencia paramilitar y para ese momento el gobierno colombiano no hizo nada para evitar los hornos crematorios que instalaron los paramilitares en el Catatumbo, tampoco se castigó a los militares que colaboraron a paramilitares en la masacre de La Gabarra, todo ha sido un mar de impunidad.