No sé si dan risa o rabia las acciones y los enfoques que todos venimos realizando, ustedes como un medio masivo de comunicación y a la vez representantes y defensores de unas ideas y un estilo de vida, y en general todos, como humanidad, que cual borregos, seguimos e imitamos estos y otros parámetros de desarrollo económico y social sin, hasta ahora, cuestionar las consecuencias y los resultados a los que nos han abocado los mismos.
Digo que me da risa, por decir que no puede ser posible que en estos momentos de conocimiento y desarrollo del hombre como especie y como sociedad, se mantenga de manera tan superficial el análisis sobre la realidad en general, y también digo que me da risa, por ser positivo en el sentimiento personal, de que esto en algún momento tiene que parar y cambiar; igualmente digo que me da rabia por ver cómo las sociedades, nosotros entre ellas (como si la globalización que hoy vivimos implicara actuar de la misma manera en todas partes), dejan pasar el tiempo y se mantienen en la obtusa visión y torpe posición sobre el gravísimo problema ambiental que se vive no solo en Colombia sino en el mundo entero, pues intentan aislarlo o deslindarlo del problema de los manejos y los modelos económico que dan los diferentes países a sus economías, y eso no se puede hacer eternamente, por más que lo hagan los que aun hoy quieren mantener este estado de las cosas.
No se necesita ser experto para colegir que el gran problema del planeta y por ende de los inconvenientes que se viven sobre su faz, son en primera medida la sobre- explotación de los recursos, de toda índole, y el modelo de vida basado en un sistema capitalista (Norteamérica y la unión europea como principales modelos), con esto me refiero a que todo el mundo persigue un modelo o estilo de vida que el planeta no puede satisfacer sin que se destruya en el intento, esto lo vienen advirtiendo muchos científicos y expertos desde hace mucho tiempo. Todos los que profesamos y practicamos estos modelos, hoy deseamos vivir en una ciudad y tener una casa con todo tipo de aparatos modernos, igualmente queremos tener un auto por persona, pensamos que el tiempo es oro, que el trabajo y la producción permanente es el objetivo de la vida, que todo objeto, sea este o no material, tiene un valor, que la vida campesina es algo absurdo y obsoleto, que el hombre se debe desarrollar así, como parte natural de su avance evolutivo, sin que tenga importancia que con ello se generen todo tipo de inconvenientes socio-ambientales, como la acumulación de la riqueza en pocas manos, la contaminación del aire, la tierra y el agua, el descongelamiento de los polos y los nevados, el calentamiento global, la destrucción de selvas y bosques, la tala indiscriminada de árboles y con ellos de las cuencas hidrográficas que abastecen y regulan los ríos y quebradas, el valorar más la riquezas mineras sobre las hídricas, sub-valorar la vida y sobre-valorar la riqueza material sobre lo ambiental y lo humano.
Solo es ver los puntos de análisis de los editoriales, que ha hecho en estos últimos días, la gran prensa del país sobre la cuestión del Choco, o de las injusticias, que dicen, se están cometiendo contra las comunidades indígenas y afrodescendientes, para con ello vislumbrar que se está enfocando la discusión en la visión del capital, en el valor económico de los recursos naturales o materiales que existen en estas regiones, o en los resguardos, y no en los servicios sociales o ambientales que prestan esas zonas geográficas, o esos resguardos, con sus comunidades, al conservarlos y no reconocerles beneficios, más bien es un hecho que es visto por el resto de la sociedad como un desperdicio, o cuando no, una idiotez, pues la conservación en el lenguaje capitalista es extracción, es rendimiento, es producción. Todos los análisis se centran en esta única visión de desarrollo, lo que deja como única alternativa de futuro, para el hombre, buscar otros planetas donde pueda repetir el ciclo, pues este modelo no se discute ni se cambia, por cómo se ven las cosas.