Soat para bicicletas, finalmente
Opinión

Soat para bicicletas, finalmente

Por:
marzo 17, 2015
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¡Hace años no leía una columna tan maravillosa! Llena de argumentos poderosos, y haciendo alusión a las más delicadas referencias de nuestra admirada cultura conservadora, el maestro Clopatofsky logra irse lanza en ristre contra las bicicletas, con absoluta delicadeza. Termina uno como lector imaginándose una hermosa visión de un mundo perfecto, en el cual —por fin— podremos hacer pagar dinero a esos ciclistas estorbosos.

Su principal propuesta radica en cobrarle Soat a los ciclistas. Esto es un descubrimiento absolutamente maravilloso, porque nos permite desbaratar la principal razón por la cual la bicicleta sigue siendo un modo tan exitoso: su gratuidad. Si un ser humano racional (en Tunja, Cartagena, Londres o Tokio) se puede movilizar de manera gratuita, sin pagar gasolina, parqueadero, impuestos, ni tiquete, entonces se sentirá muy atraído por esa opción, por la sencilla posibilidad de ahorrarse un dinero. Es por eso que hace tiempos buscábamos la forma de quebrar esa gratuidad de la bici; cobrarles dinero de alguna manera, generarles obstáculos, y afortunadamente ahora, la mágica carta del Soat nos llega como anillo al dedo. ¿Cómo es posible que nunca se nos hubiera ocurrido esa fantasía?

Llegaron muchos críticos del columnista a decir que las bicicletas urbanas, que transitan a velocidades muy bajas, no implican un gran peligro para los otros actores de la vía. Los ciclistas explican que supuestamente ellos transitan a velocidades humanas, que se movilizan con su propia energía, y que al verse obligados a navegar siempre a la defensiva en el mar de carros, motos, camiones de nuestras ciudades, rara vez tienen la forma de superar los 25 km/h en la vía. Afortunadamente, el maestro Clopatofsky les sale al paso, e insinúa que ellos pueden ser peligrosos con frecuencia. Dice el columnista: “Para completar, muchos ciclistas llevan sus elementos de trabajo que pueden ser desde un inofensivo computador hasta una cortadora de pasto, la guadaña o pesadas herramientas, con lo cual se transforman en unas armas mortales si colisionan contra una persona indefensa”. ¡Tremendo! esa relación entre la guadaña y el ciclismo urbano es rebuscada, lo acepto; pero es poderosa para insistir con que debemos cobrarles Soat a los ciclistas. ¿O no?

Por otro lado, el columnista se refiere con gracia y estilo a las escandalosas prácticas de los ciclistas urbanos. Nos recuerda que ni luces ni timbres usan: “...especialmente de noche cuando son fantasmas ya que la enorme mayoría no lleva una mínima señal luminosa. Ni tampoco sonora, pues el timbre clásico no se usa, y se manifiestan con agudos chiflidos para espantar a la gente que esté en su trayectoria”. Bueno, acepto que quizá está generalizando mucho, pero igual me parece fantástico como logra comparar a esos ciclistas silenciosos y respetuosos en las vías de todas las ciudades de Colombia, con peligrosos animales autopropulsados. Clopatofsky: admiro su valentía, su sagacidad. ¡Que bueno que por fin alguien se anima a describir a los ciclistas como lo que realmente son, un peligro para nosotros, los pobres conductores de 4x4 que nos sentimos amenazados por ellos! Saboréense la brillante exposición que nos regala el columnista, en ese respecto: “además, todos se lanzan a los cruces de las calles como proyectiles convencidos de que tienen la vía, y pobre del automovilista que los llegue a tocar mientras ellos se sienten impunes”.

Me encanta esa forma fresca de escribir de Clopatofsky, y me duele que algunos de sus contradictores lo llamen “Pelmazofsky”. ¡De pelmazo no tiene nada! Además, nos está ofreciendo la poderosa herramienta que hace tiempos buscábamos para detener la silenciosa avalancha de desmotorizados que amenaza el “progreso” urbano, y el crecimiento económico de este inmaduro país en plena motorización.

¿Que las aseguradoras harían su agosto con estos nuevos clientes forzados? ¿Que el gobierno posiblemente no gastaría bien estos fondos nuevos de humildes contribuyentes? Realmente eso no nos debería importar mucho. Si por mí fuera, deberíamos cobrarle también su buen Soat a los peatones, a los perros de más de 10 kilogramos, y a los bebés en sus coches. Es más, deberíamos aprovechar esta oportunidad de oro, para ingeniarnos la manera de reducirle el valor al Soat de nuestras camionetas 4x4, compensando ese déficit con lo que podemos recaudar con el Soat a los desmotorizados. ¿O no?

 

 

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