Se despeja el panorama para dedicarse a estudiar sin preocuparse por la situación militar.
A mediados de los de los Noventa, en la Plaza de los Arcos de la Universidad de la Sabana, estaba compartiendo animadamente con mis compañeros estudiantes de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo, cuando de pronto se acercó el secretario de registro académico de la Universidad -un hombre diminuto, con un impecable traje inglés, grandes ojos negros saltados y peinado con una partidura en el costado derecho- quien sin mediar palabra alguna me señaló con un dedo inquisidor:
- Usted me falló. Se comprometió en traerme su libreta militar y nunca lo hizo. Por favor, no me salga con disculpas –se adelantó a cualquier respuesta- porque aquí tengo la lista de remisos.
Una serie de vueltas rápidas superaron el impasse, y obtuve la libreta militar con una foto en la que aparecía un jovencito con camiseta fresa y saco abierto de lana azul, que entre otras cosas un día se me perdió para siempre, y una buena fotocopia de ésta se convirtió en mi salvación para la posesión en varios cargos públicos, y al superar los 50 años -cuando me lance a la Cámara de Representantes- encontré la cruda realidad del tiempo, cuando en el Distrito Militar No 9 de Yopal, me explicaron –sin anestesia- que por la edad ya nadie me la iban a pedir, y que bastaba con una certificación en la página del Ejército.
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Esa angustiante y hasta anecdótica situación, no volverán a padecer los universitarios, en un momento en que se replantea la filosofía misma de la prestación del servicio militar, en donde no debe ser un imperativo -incluidas las inconstitucionales batidas- sino un servicio que se presta por convicción y en plena libertad, siendo este cambio de pensamiento la estrategia más eficaz y eficiente para la modernización de las Fuerzas Militares y de Policía Nacional.
En ese sentido, el Senador Manuel Virgüez radicó un proyecto de ley para resolver la situación militar de mayores de 24 años, acogiendo la Comisión Segunda una proposición del Senador José Vicente Carreño, para resolver además la situación militar de todos los estudiantes que hayan superado la mitad de los semestres de una carrera profesional, “sin distingo de la condición en la que se encuentre” (Artículo 2), siendo la iniciativa legislativa aprobada con esta proposición de Carreño en el Senado y la Cámara, y que fue sancionada el pasado 24 de noviembre por el Presidente Petro.
Lo anterior –reitero- es un paso en firme para transformar la filosofía de la prestación del servicio militar, en donde se acaba el temor de los muchachos a salir seleccionados en la “tenebrosa balota”, y en consecuencia se “atraiga” y no se “imponga” este servicio, lo que repercute sin duda en el mejoramiento continuo del mismo, con modalidades tan novedosas como la acción intersectorial, bienestar socioeconómico y desarrollo ambiental sostenible, pero a la vez incentivando para que nuestros jóvenes exploren y se vinculen al accionar administrativo y logístico de nuestra Fuerza Pública, incluidas facilidades económicas y homologación de materias para la carrera de Oficial y Suboficial.
Coletilla: El miércoles, se discute en la Comisión Sexta de la Cámara, el proyecto de ley que le pone un plazo hasta el 31 de diciembre de 2025, para que las entidades estatales del orden nacional, departamental y municipal, implementen el servicio de intérprete y guía intérprete para personas sordas y sordociegas, y que tiene como autor al Senador José Vicente Carreño y ponente al Representante Alexis Triana.
A la iniciativa le restaría entonces el cuarto y último debate en la Plenaria –igualmente la conciliación del texto de Cámara y Senado- para que finalmente sea sancionado por Petro como Ley de la República.
¡A buena hora!
*Asesor legislativo – Escritor.