Corría ese diciembre colombiano al son del señor Aicardi, unos adornos navideños y el típico ambiente de final de año colombiano. Aunque no para todos: en la Guajira se seguía la ruta común, madres cabezas de hogar con niños de brazos que solo se alimentan de chicha o de aquello que tenga que conseguir su progenitor y que debe ser estirado de la manera más vulgar y triste. Murieron dos niños y por algún azar del destino, RCN y Caracol estuvieron allí para presenciar este suceso que solo sería atribuible a países considerados del Tercer Mundo y de extrema pobreza como Somalia, Nigeria, Uganda, pero que de alguna manera sucedió en un país "desarrollado" como Colombia.
Y es que se ha vuelto viral en el gobierno de turno prometer hasta lo imposible para salvaguardar los intereses de las poblaciones más sufridas de Colombia, La Guajira, el Chocó, la Amazonía, poblaciones azotadas por la violencia en Nariño, y al final, nada ocurre. ¿De dónde entonces, debemos asumir que RCN y Caracol hagan una cruzada maratónica por cubrir un suceso que se veía venir desde hace lustros? Es decir que solo porque los medios colombianos hacen alarde de que se ponen la camiseta por nuestro país, es así y lo debemos dar por sentado? Llevamos años viendo en periódicos como El Espectador, El Tiempo y para no ir más lejos, el Hoy del Magdalena, que niños guajiros mueren todos los días, y otros tantos conviven más en las precarias salas de atención de los centros de salud de Rioacha, mientras en las altas cortes no se pronuncia nada al respecto y solo se siguen depredando el presupuesto público como si de un pastel de cumpleaños se tratara, pues todos quieren el mejor pedazo.
Resulta pues --a mi parecer-- mediocre, grosero e irrespetuoso que los medios colombianos se vanaglorien por cubrir la muerte de dos pequeños que hacen parte de un eslabón de cientos y tal vez miles que llevan muriendo en el olvido y la desidia del administrador de turno. ¡Ojo! el pueblo no puede tragar entero, porque la gente, en su humilde ignorancia y grandiosa estupidez, está creyendo que esto es una campaña milagrosa y que ya de por sí los periodistas que están cubriendo este tema se merecen el Pullitzer. ¡Mentira! Están cumpliendo su trabajo, claro que sí, pero un trabajo que debería llevar décadas y no unas semanas de sudor y llanto para luego volver a la rutina y dejar en el olvido este tema como tantos hechos que han sido la comidilla del momento pero pasan sin pena ni gloria.
NOTA: Si preferimos estar viendo una novela, que estar enterados de la realidad del país o leer un buen libro, apague y vámonos.