Hoy 2 de noviembre del 2017, a las 11:30 de la mañana, me dirigí a tomar la ruta c115 del Sitp al frente de Galerías con mi hija dormida en el carrito, la pañalera y demás accesorios que un infante necesita. Al momento de intentar entrar al bus, el conductor se negó de forma muy descortés, argumentando que solo podía subir con el carro doblado. Le expliqué que la niña se encontraba dormida y que era muy pesada, que me permitiera subir por la parte de atrás. Se negó de forma muy grosera, diciendo que era una prohibición de la administración.
Sin embargo, gracias a la ayuda y a la solidaridad de los pasajeros del bus y a su profunda comprensión de mi situación, quienes confrontaron al conductor, logré subirme junto con mi hija, no sin antes ser increpada. Debo decir que no dejó de sorprenderme la deshumanización del servicio público con el que contamos en la ciudad. Parece ser que olvidamos que este es un servicio del pueblo para el pueblo. Duele ver la indolencia de un empleado público que está al servicio de los ciudadanos.
Me pregunto ¿un bebé de 10 meses tiene menos derecho que un ciudadano en condición de discapacidad?, ¿será que ellos tienen que doblar la silla o las muletas para subirse al bus?, ¿por qué se le niega el derecho a la movilidad a un menor de edad?, ¿por qué deben ser los pasajeros los que obliguen al sistema a cumplir los derechos que todos como ciudadanos tenemos?, ¿será que olvidaron que para una madre con recursos limitados que debe transportarse por la ciudad esta situación es algo que la pone en condición de vulnerabilidad?
Frente a estos atropellos, no queda más que luchar con las condiciones de la modernidad que le exigen tomar un servicio público que no solamente presta rutas limitadas y horarios restringidos, sin contar con que debe tomar transbordos para llegar a su destino, sino que además debe sufrir el estrés de que le sea negado la posibilidad de desplazarse de forma segura por la ciudad en esa situación.
Esta situación se repitió más tarde en la ruta c105 y también los pasajeros se vieron obligados a confrontar al conductor. ¿Será que las madres no debemos luchar también por llevar con nosotras nuestros hijos? No más la vulneración de derechos de los menores y a la deshumanización de los servicios.
