¿Cuál de estos nombres le es familiar: Rubiela Chivará (Q.E.P D.) o Germán Vargas Lleras? Ambos han sido noticia esta semana. La primera por su muerte repentina el miércoles 20 de enero, luego de sufrir un ataque cardiaco en la estación Pepe Sierra de Transmilenio ubicada en la calle 116 con autopista. Y el segundo porque luego de su recuperación en el SPA Shawellness Clinic de Alicante, España, fue internado en la clínica de la Fundación Santa Fe para la extirpación de un tumor benigno en la cabeza.
Las diferencias saltan a la vista: la señora Rubiela, por lo que se conoce hasta ahora, llevaba siete meses o más luchando para la programación de una cirugía urgente en el corazón. Finalmente su lucha tiene resultado y la cirugía le es programada para los primeros días de este año, pero esta se cancela dos veces, y ayer, cuando se disponía a acudir de nuevo a su EPS a averiguar por la tercera programación, su corazón no aguantó y dejó de palpitar. Rubiela quedó abandonada en plena calle por cinco o seis horas sin que su cuerpo fuera levantado por las autoridades competentes. Este es el muy tristemente célebre paseo de la muerte tan común en este país.
Por su parte, el vicepresidente Vargas Lleras no sufre esos problemas. Su desmayo en una de sus múltiples giras de inauguración de obras le llevó a un tratamiento anti estrés en uno de los mejores SPA del mundo. Le identificaron un tumor y el pasado miércoles se lo retiraron en una de las mejores clínicas del país.
El primer caso, el de la señora Rubiela, es el que nos compete a todos. Es muy difícil o más bien imposible, que logremos que una EPS en el país nos envíe a un SPA o que se nos programe una cirugía en términos récord. Esto traduce al lamentable caso del nepotismo tan común en Colombia.
La diferencia de trato que nos da nuestra nación como ciudadanos, la representa la misma justicia: la que nos dan los gobernantes y políticos que todo se lo roban; el que nos dan las autoridades, los médicos al servicio del Estado. Algo muy diferente al que le dan a las personas de primera, los pocos privilegiados.
Y así se nos va la vida: yo por ejemplo, llevo tres meses tras una resonancia magnética no autorizada aún por la EPS y me pregunto: ¿Y si fuera algo muy grave lo que me pasa y esa resonancia fuera de vida o muerte para determinar el tratamiento? Pues sencillo, estaría muy seguramente muerto como en el caso de la señora Rubiela y tantos otros ciudadanos anónimos que han muerto de esa triste forma gracias a la pésima administración del sistema de salud en la que somos meros gastos y jamás pacientes.
Bien por Germán, volverá al ruedo de su ambición política y mal por los millones de ciudadanos del común que seguiremos con esta lucha contra la muerte irónicamente aliada con las EPS, la policía, la Fiscalía, las cortes, el Congreso, el Gobierno y todos quienes se roban al país.
Que en paz descanse nuestra compatriota Rubiela y ojalá Germán, cuando sea presidente, reforme este sistema de salud tan inhumano que padecemos.
