El ministro de Hacienda del Gobierno Duque sorprendió al país con un inusual anuncio en el Congreso de la Andi, no por los beneficios en materia tributaria que le otorgarían al sector empresarial, sino por la propuesta de crear un "Sisbén para los ricos”, que les permita identificar quiénes tienen verdaderamente la capacidad de pagar los impuestos, pues según el jefe de la cartera de Hacienda se debe equilibrar la carga impositiva, puesto que se "grava muy poquito a las personas naturales y mucho a las empresas".
Esa afirmación tiene como propósito justificar la ampliación del número de personas naturales obligadas a presentar declaración de renta y pagar impuesto a quienes tengan ingresos superiores a $1.953.000, afectando a la población de los estratos más bajos y de la clase media, para compensar los beneficios que le otorgarían al sector empresarial en contraprestación a los favores recibidos en la pasada campaña electoral. Lo anterior, generando un hueco fiscal que debe ser asumido por esos nuevos contribuyentes.
La propuesta de un Sisbén para los ricos resulta paradójica y contradictoria con el informe revelado por la Superintendencia de Sociedades, según el cual las utilidades netas de las más grandes compañías del país en el año 2017 crecieron en un 14,3%, recibiendo un monto superior a los 45 billones de pesos, resaltando que el sector financiero tuvo utilidades por 1.1 billones a febrero del 2018, remontándonos a la fábula del poeta Rafael Pombo de la Pobre Viejecita que como los ricos colombianos “no tenía qué comer ”.
La argumentación de los últimos gobiernos para aplicar esos incentivos fiscales a los empresarios es la generación de más puestos de trabajo, tesis que se cae por su peso, pues la última encuesta del DANE con corte a junio de 2018 nos muestra unos resultados en los que sobresale que la tasa de ocupación de las personas activas laboralmente corresponde a trabajadores por su cuenta o en la informalidad (que asciende al 43.6%), mientras que solo el 38,3% está vinculado como asalariado. Esto con el agravante que las exenciones otorgadas son recuperadas con más impuestos para las personas naturales.
Con esta propuesta del ministro de Hacienda, a nombre del nuevo Gobierno, queda claro el reversazo del presidente Duque a la promesa hecha durante la campaña electoral “de bajar los impuestos”, promoviendo una reforma tributaria en la que los grandes damnificados serán los colombianos de ruana, afectando su poder adquisitivo.
Las experiencias de pasadas reformas tributarias es que mientras no se ataque de manera frontal la corrupción, flagelo que desangra a diario el Estado colombiano con el robo de los recursos públicos, costándole al país más de 50 billones de pesos al año, así como el despilfarro, los altos salarios y gastos onerosos en el sector público, cualquier medida que sea formulada para sanear las finanzas públicas será insuficiente, y por el contrario seguirá afectando el bolsillo de la mayoría de los colombianos, generando mayor pobreza y desigualdad social.