¿Para qué sirve la fe?

¿Para qué sirve la fe?

"La fe en sí misma más que cohesión o músculo de una sociedad de valores fuertemente colectivos es la responsable de muchas de nuestras desgracias sociales"

Por: Rafael Arturo Blanco de la Hoz
septiembre 25, 2017
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¿Para qué sirve la fe?

La fe por definición es creer en lo que no se puede probar. La concepción del mundo de la gran mayoría de los colombianos depende de lo que no se puede probar: de la fe cristiana (católica o protestante o un extenso etc.) Para esa población la fe implica el pilar de su código ético o normas de conducta. Dios también hace las funciones de una idea capaz de aglomerar personas en torno: de cohesión social. Pero de tantas congregaciones o iglesias qué se puede decir en concreto. De tantas formas de concebir al Dios bíblico, ¿la fe ha servido para hacer mejores personas a los miembros de esta sociedad o sencillamente ha servido para lo contrario?

Para tratar de responder, la llegada del papa a Colombia nos brinda unos elementos que sirven para el análisis. El primero es que existen dos formas de asumir la fe: desde el punto de vista de la enseñanza del evangelio (sin importar la filiación) y  partiendo de que la fe no necesariamente condiciona nuestra conducta o convicciones.

En el primer elemento hay quienes asumen la fe como redención y otros como condena (estos últimos no necesariamente son conscientes de ello). Es como si hubiese una fe para la vida y otra para la muerte. Una fe cuya profunda convicción no teme al cuestionamiento científico, en la medida en que es consiente en que son dos cosas muy distintas y otra fe capaz de condenar a quien pronuncie cualquier tipo de cuestionamiento. Una fe para perdonar y otra para castigar. Una fe que le permite a la persona ser consiente que es esencialmente humano cuyo aprendizaje se basa en el ensayo error y otra que hace sentir a una persona perfecta. Una fe que permite y promueve la tolerancia y otra que considera que Dios está al servicio de sus juicios.

La contradicción entre esos dos elementos no es casual: hace parte de una estructura educativa que es esencialmente maniquea (o se es bueno o se es malo). Ese es el resorte de la sociedad que vio la llegada del papa como buena o mala, pero que no se ha dado la oportunidad de leer  Laudato si; que ante los terremotos ve un castigo de Dios o los signos del fin de los tiempos, o la misericordia de Dios al enterarse de los sobrevivientes. Es mucho más fácil ver los ineludibles signos apocalípticos del mundo que comprometerse con el planeta. Pero también hay personas que conciben el planeta como un inmenso templo y se comprometen con él desde su vida diaria. Pero esa forma de ver o sentir o vivir la fe es una predisposición o aptitud de las personas. No es consecuencia de congregarse en tal parte.

El otro elemento se deduce con tanta facilidad que no nos permite dimensionar sus implicaciones. Japón, por ejemplo, es una sociedad mucho más cohesionada que la colombiana y no ha necesitado del cristianismo, o de un Dios todopoderoso a la manera bíblica. En Colombia, en cambio, es difícil imaginar que en colegios no remachen una y otra vez con un padre nuestro o una oración. Y todo de forma mecánica. Hay colonias de chimpancés mucho mejor cohesionadas que Colombia (que para el caso hace las veces de una gran colonia). Y no necesitan de ir a una iglesia.

A partir de esto consideré que la fe en sí misma más que cohesión o músculo de una sociedad de valores fuertemente colectivos es la responsable de muchas de nuestras desgracias sociales. Error. Si un circuito falla por un conector solo vasta arreglar ese conector y punto. En otras palabras, para el caso de los católicos (que siguen siendo mayoría) solo hubiese bastado la llegada del papa para que por lo menos este país se empezase a mirar con más franqueza. El mensaje del papa (para los que no somos católicos) fue el de un ser humano que le habla a una familia y le dice: pueden y deben seguir adelante y no precisamente por el camino ya transitado. Pero nada más lejos de ello.

La fe o la ausencia de la misma no hace mejor o peor a nadie. Entonces, me pregunta un amigo, sino es en Dios cómo sabes que eres una persona correcta o no. Pues sencillo, el libro que nos cohesiona como colombianos es nuestra Constitución política. Nos guste o no. Entre más te apartes de sus principios más estarás cerca de ser un delincuente. ¿Y entonces Dios? Me volvió a preguntar. No creo que ese Dios del que me hablas le interesen los likes en una red social o los votos para una opción política. Pero tal vez a la posibilidad de un mejor país le interese, también que tengas sólidos valores colectivos. Que por lo menos el interés por lo común te sea de mucho respeto. Atacar la fe de una persona en razón de ideas ilustradas aparte de ser aburridor, es una gran pérdida de tiempo. Uno no sabe, tal vez uno de los rostros de esa fe sea una posibilidad para el futuro.

 

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