He recibido muchos mensajes de lectores que me han pedido una opinión sobre la preocupante escalada de la violencia en el conflicto armado en Siria. En este, el séptimo año de guerra, ya se han registrado centenares de miles de muertos, seis millones de desplazados y 12 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria urgente, sin un final de este desastre a la vista.
Las más recientes decisiones humanitarias adoptadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas han sido ignoradas por el régimen del presidente Bashar al Assad que intensificó la ofensiva, apoyado por Irán, Rusia y las milicias de Hizbulah desde el Líbano. Tampoco sería la primera vez que presuntamente ha hecho uso de armas químicas contra la población civil, la última registrada el 7 de abril en la ciudad Duma, controlada por los rebeldes.
En respuesta a estas alegaciones, que están siendo investigadas por los expertos de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas quienes tomaron muestras en Duma el 21 de abril, y sin esperar los resultados de la investigación internacional, los EE. UU., Francia y el Reino Unido lanzaron un ataque con misiles el 14 de abril contra tres sitios que están bajo sospecha de producir o almacenar armas químicas para el régimen. Aunque los resultados inmediatos del ataque no fueron muy impresionantes, el hecho de que se realizó es muy relevante y marcó una nueva etapa del conflicto armado, con los principales poderes militares occidentales ahora directamente involucrados en la guerra. Aunque limitado, el golpe constituye un mensaje para Irán, y especialmente para Rusia, en el que se les notifica de que su inferencia casi incontestada en Siria se acabó.
El golpe constituye un mensaje para Irán, y especialmente para Rusia,
en el que se les notifica
de que su inferencia casi incontestada en Siria se acabó
Las fuerzas militares de los EE. UU. estaban activas en Siria con una misión clara de antiterrorismo, pero con el Estado Islámico en el país prácticamente acabado, su presencia ya estaba siendo cuestionada hasta el punto de que el mismo presidente Trump contemplaba su retirada. El ataque concertado ha convertido a Siria en el principal escenario global de confrontación entre Rusia, por un lado, y los EE. UU. y Europa Occidental por el otro lado. Armas químicas o no, Siria es ahora el principal campo de batalla de la nueva Guerra Fría, un escenario donde los contrincantes están escalando los mensajes de fuerza, mientras intentan evitar que la conflagración local se extienda por esta región especialmente volátil.
Ni Moscú ni Washington tienen interés en una guerra directa, y las fuerzas militares de ambos lados están en comunicación directa para evitar incidentes sobre el terreno, pero el riesgo de un choque inadvertido existe y ha aumentado con la llegada de los franceses y los británicos. Según lo reportaron los medios internacionales, Trump quiso atacar también algunos objetivos iraníes y rusos en Siria, pero fue convencido de lo contrario por su secretario de Defensa, general James Mattis. Ya hace dos meses, la US Air Force bombardeó fuerzas del régimen en Deir-Az-Zor asesinando docenas de mercenarios rusos, pero el gobierno ruso se negó a lanzar una respuesta militar (lo que también se explica parcialmente por la complicada relación entre Moscú y los miles de mercenarios rusos en Siria, que actúan con poco control del gobierno).
La situación se complica aún más si se tiene en cuenta la interferencia armada de los vecinos de Siria, con una compleja agenda de intereses propios. Los archienemigos, Israel e Irán, se están jugando a fondo involucrados en una guerra no declarada desde febrero del 2018 cuando los israelís derribaron un avión no tripulado iraní lanzado desde una base siria que invadió su espacio aéreo, y perdieron un caza F-16 durante un ataque de retaliación en Siria. El 9 de abril, un ataque aéreo mató a siete miembros de la Guardia revolucionaria iraní en una base en Siria. Irán culpo a Israel y amenazó con una retaliación, sin ofrecer detalles. Será muy difícil contener esta espiral de golpes y contragolpes.
En un mensaje reciente, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que el conflicto de Siria no solo amenaza con resucitar la Guerra Fría sino está entrando en una fase aún más caótica que pone en serio peligro la paz y la seguridad internacional. Para la atormentada población de Siria, eso significa más dolor y sufrimiento.
Desafortunadamente, este es apenas uno de múltiples escenarios en los que se está librando esta nueva y muy compleja guerra fría. El más cercano a nuestro territorio es Venezuela, y es de esperarse que una nueva ola de represión del régimen se desate a propósito de la farsa electoral que montarán para mayo. ¿Está Colombia lista para afrontar las consecuencias humanitarias?