Cuando nace un niño con síndrome de Down, o nos hacen un diagnóstico prenatal que dice que vamos a tener un bebé con trisomía 21, sentimos que el proyecto de vida que teníamos planeado para nuestro hijo se terminó. Pero la buena noticia es que no. El proyecto de vida no se termina, solo es diferente.
Un hijo con síndrome de Down trae a nuestras vidas otro mundo que explorar. Definitivamente no es fácil entender por qué pasa esto, pero claramente y desde el punto de vista de una madre de un niño con esta condición es la oportunidad de definir que no todas las personas somos iguales y que no necesariamente debemos cumplir los mismos objetivos en la vida. El propósito de una persona no se puede basar en los títulos que pueda obtener, sino en el impacto positivo que pueda llegar a tener en nuestro entorno y en la sociedad.
Después de llevar mucho tiempo conociendo personas con síndrome de Down, veo cómo el hecho de velar por el desarrollo de una persona sin competencia es la oportunidad de entender que el propósito de todos los seres humanos no es él mismo. Las personas que viven con un miembro de su familia que debe ser atendido y acompañado de una manera un poco diferente empiezan a ver que los pequeños logros hacen que veamos lo maravilloso de la creación.
En muchas ocasiones no nos damos cuenta de que el simple hecho de vivir ya es un milagro y que cada cosa que realizamos como humanos tiene una importancia enorme. Esto nos puede llevar a ver la vida de otra manera, a veces creamos espacios y buscamos todo lo que nuestros hijos van a ser en la vida, sin siquiera analizar que es lo que él puede o debe hacer según su personalidad. Por eso muchos fracasos de colegios equivocados y profesiones que no llenan a nuestros hijos. La idea es ver el desarrollo del individuo y definir cuales son los espacios que mas le ayudarán a logras sus objetivos según sus habilidades.
Por eso si te dan esta noticia y crees que no lo vas a lograr, tranquilo, lo harás. Será una experiencia que no todos podemos vivir y que cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que Dios existe.
