He sostenido muchas veces en este espacio que no hay nada más político (por su carácter de derecho, por ser un asunto colectivo, en el que siempre hay debates y propuestas en confrontación) que el mundo del trabajo y la lucha sindical y laboral.
El sindicalismo es un movimiento social en lucha frontal contra la desigualdad. Una lucha por mejor distribución de la riqueza. Y también una lucha por el reconocimiento social de los trabajadores y de su papel clave en el progreso, buscando que su voz se oiga y sus derechos, que son los de 23 millones de colombianos que trabajan, sean atendidos. Ni las denominadas “nuevas ciudadanías” podrán remplazar la histórica lucha de los trabajadores por un mundo mejor.
Pero, no porque sea histórica, debe quedarse en el pasado. Las tradiciones son la base, pero el sindicalismo debe ir cambiando y adaptándose a los contextos específicos para crecer y convertir el poder sindical reivindicativo económico, en poder político (o institucional), sin el cual, no podremos hacer las transformaciones políticas, económicas, sociales y normativas necesarias para reducir la brecha entre ricos y pobres y ampliar nuestra democracia. Brecha que se hace más grande, cuando la tasa de sindicalización es menor.
El sindicalismo internacional viene desarrollando una nueva rama de investigación denominada “estudios de revitalización sindical” (Labor Revitalization Studies) bajo el entendido de que los sindicatos, a pesar de las fuertes adversidades que sufren, siempre tienen una forma de adaptarse y seguir adelante. Esta rama de investigación se enfoca en las posibilidades de actuar y en los recursos de poder que los sindicatos emplean en diversos contextos (poder estructural, poder institucional, poder asociativo y poder social) para crear estructuras organizativas. El enfoque de los recursos de poder es una construcción conceptual académica elaborada en diálogo con sindicalistas para la aplicación práctica y que ha sido aplicada en países como Alemania o Suiza pero es perfectamente aplicable al sindicalismo latinoamericano.
El título de esta columna, es el eslogan de mi campaña a la dirección nacional de la Unión Sindical Obrera –USO-, cuyas elecciones se efectuarán el 28 y el 29 de noviembre. Y lo he hecho con el propósito de llamar la atención sobre la necesidad de aplicar el conocimiento para abrir nuevos caminos de acción y nuevas luchas, al sindicato de primer grado más poderoso del país en estructura (poder asociativo) y capacidad de movilización (poder estructural) y también para plantear la que debe ser su agenda de cara a los próximos 4 años.
El poder institucional es el resultado de luchas y procesos de negociación que a su vez se basan en el poder estructural (capacidad de movilización) y asociativo (organización interna, número de afiliados, etc.) y es aquel que se obtiene cuando se adquiere la capacidad de aprovechar las institucionales para los propios fines e intereses de los trabajadores, sea a través del lobby, o de la ocupación de cargos de representación, manteniendo al mismo tiempo la autonomía política.
Entonces el sindicalismo que propongo que adelante la USO es uno que sea capaz de fortalecer su poder asociativo y estructural para ganar poder institucional. Es aquel que pueda, proponer una transición energética justa y además la pueda llevar a cabo. También el que se proponga un modelo diferente y alternativo al manejo de los recursos minero energéticos del país o el que incida en la reducción de los precios de los combustibles.
Un sindicalismo con fuerte poder institucional puede provocar modelos de negociación colectiva multinivel y materializar la legislación sobre servicios mínimos en caso de huelga petrolera que nos adeuda el Congreso desde la sentencia C-796 de 2014 que sin duda fortalecería el poder estructural (o poder de producción).
El sindicalismo que le propongo a la USO
es uno que siga creciendo en número de afiliados
y tasa de cobertura de la negociación colectiva
El sindicalismo que le propongo a la USO es uno que siga creciendo en número de afiliados y tasa de cobertura de la negociación colectiva. Como ya lo había dicho Marx, el poder de los trabajadores está basado en el “poder del número”[1]. Un sindicato que fortalezca la participación de los afiliados y con ella, el poder asociativo. Según la sociología del trabajo esta participación solo puede ser asegurada en un sistema consolidado de “expectativas y conquistas”[2]. Sin participación de los afiliados, el sindicato se convierte en una organización burocrática. El sindicato debe fortalecer su cohesión interna, que es indispensable para resolver los conflictos, superar situaciones de crisis y llevar adelante sus proyectos políticos, por muy arriesgados que sean.
Un sindicalismo con vocación de poder debe estrechar sus lazos con otras organizaciones sociales y ser capaz de proponer soluciones plausibles a los problemas para fortalecer su poder social. La USO debe estrechar las manos fuertemente con las comunidades donde hay presencia minero energética, trabajar conjuntamente en la defensa de los intereses en común y hacer obras sociales que le permitan ganar imagen ante la opinión pública.
Esta es una gran apuesta por un sindicalismo sociopolítico, fuerte, democrático y civilista. Es lo que le propongo a los casi 30 000 trabajadores petroleros sindicalizados de la USO, para seguir engrandeciendo nuestra organización y mejorando la vida de los trabajadores petroleros y a millones de colombianos.
[1] Marx, Karl y Friedrich Engels: Obras escogidas, Tomo II, progreso. Moscú. 1973
[2] Beaud, Stéphane y Michael Pialoux: “Retour sur la condition ouviniere. Enquete aux usines Peugeot de Sochaux-Monbeliard”, Decoverte, Paris 1999