La ligereza con que el presidente difundió una noticia falsa sobre el rescate con vida de los niños perdidos en la selva es un síntoma preocupante de que nuestro presidente sufre una adicción al internet y las redes sociales, especialmente Twitter. El irrefrenable deseo de darle protagonismo a su cuenta de Twitter, anunciando una noticia de la que todos estamos expectantes, le ganó a la prudencia que debería tener el cargo más importante de la nación.
Lo mas grave no es que haya levantado falsas expectativas entre los familiares de los niños que ya sufren bastante dolor con la muerte confirmada de la madre en el mismo siniestro aéreo. Lo preocupante es que el mandatario podría estar descuidando el mundo real por estar pendiente del mundo virtual o digital. Y es que esta adicción no es poca cosa, los que la hemos sufrido sabemos que podemos estar horas y horas pegados a un dispositivo examinando contenidos indefinidamente mientras nos aislamos del mundo que nos rodea. Las redes sociales poseen potentes algoritmos que usan la inteligencia artificial para presentarnos contenidos atractivos a nuestros gustos e intereses y afines con nuestras ideas politicas, religiosas, con nuestro trabajo etc, de esta forma nuestro cerebro instintivamente prefiere mantenerse en el mundo digital donde las cosas son mas faciles que en mundo real.
La dependencia psicológica a la satisfacción que genera la aceptación virutal se evidencia en que seguramente cuando le llego la informacion sin confirmar por parte de alguno de sus subordinados, el presidente no pudo ceder a la tentación del manjar de "likes" o "me gusta" que iba a generar dicha noticia, no solo en Colombia sino en el mundo y trino en seguida el informe preliminar que le habian dado.
Otro síntoma es lo absorto que casi siempre permanece, como lo dicen sus allegados, es dificil la comunicacion verbal con sus colaboradores porque el presidente siempre se muesta inmerso en sus pensamientos.
No es el único que sufre de este problema de salud publica, hay muchos presidentes y expresidentes como Trump, Uribe, Bolsonaro que tambien padecen tal mal. Ellos y miles de millones de personas en el mundo estamos volviéndonos unos zombis con nuestro cerebro controlado por los algoritmos y la inteligencia artificial programada por unas pocas personas en el Silicon Valley mientras perdemos valiosas horas de nuestras vidas conectados a los celulares y computadoras.
Por eso, qué bien que le iría a Colombia, a los seres que lo rodean y al mismo presidente que le regalemos un Nokia 1100 por día del padre, ese celular que no tenía WhatsApp, ni aplicaciones, solo contaba con una batería que parecía eterna y que la única distracción que nos generaba del mundo real era jugar a la culebrita.