Parecía que al interior del Partido Liberal en Antioquia había pasado lo peor de la tormenta en la pasada asamblea municipal de Medellín y en la departamental; sin embargo, el desafortunado fracaso de la campaña presidencial de Humberto De la Calle muestra que no fue así. Un excelente candidato, con una hoja de vida impecable e intachable, con experiencia y vocación, se convirtió en un avión que más que caer en picada, en Antioquia no logró despegar. Todo por la incapacidad de los pilotos a quienes, luego de una larga huelga, se les cedió el privilegio de comandar el vuelo presidencial, pero ni siquiera fueron capaces de prender los motores de las bases liberales del departamento, ya que no encontraron el combustible adecuado, se lo habían gastado en las disputas internas desatadas el año pasado para hacerse con la dirección departamental y municipal de Medellín del Partido Liberal, representando sectores liberales carentes de un amplio respaldo popular.
Andrés Mesa Valencia, presidente del Directorio Liberal Municipal de Medellín, representante del equipo político del Concejal Bernardo Alejandro Guerra Hoyos y que en las pasadas elecciones obtuvo una estruendosa derrota política —cuando su candidato a la Cámara de Representantes, Luis Alberto Martínez, se quedó en el camino con poco más de 7 mil votos, 38 mil votos menos que el tercero y último en entrar a la Cámara en Antioquia por el liberalismo—, se hizo conocer por emprender una desgastante batalla jurídica en contra de la estructura del Partido Liberal a nivel nacional y se convirtió en un enconado opositor tanto a directivos nacionales, como locales y congresistas liberales en general. Esa fue una de las más importantes causales de la actual catástrofe de De la Calle en Antioquia. Como si fuera poco, Bernardo Alejandro Guerra y su pupilo Andrés Mesa han “batallado” contra el partido en una campaña contra la corrupción, pero la fórmula al Senado de su candidato a la Cámara Martínez fue Luz Piedad Valencia, exalcaldesa de Armenia (Quindío), recientemente capturada por la Fiscalía por corrupción.
Por el lado departamental, en la presidencia logró entronizarse el diputado Luis Carlos Ochoa, quien fuera el último en entrar a la Asamblea por el Partido liberal en las elecciones de 2015 y que representa al equipo político de Eugenio Prieto Soto, el mismo que luego de una campaña a Senado, renunció 6 meses después, dejando sin una curul al partido y al departamento, para lanzarse a la alcaldía de Medellín sin consultar a ninguno de sus coequiperos. Hoy por hoy, ese equipo político anda en las mieles de Germán Vargas Lleras en la campaña presidencial, en cabeza de su excandidato a la Cámara, Carlos Mario Mejía.
Pero en este ambiente poco o nada favorable a la campaña antioqueña a la presidencia de De la Calle irrumpe otro personaje más desconocido que los anteriores, aunque no menos relevante, teniendo en cuenta que es el actual gerente de la campaña "De la Calle Presidente en Antioquia". Se trata de Albert Corredor, quien es un completo desconocido para la enorme mayoría de las bases del liberalismo y quien ha dejado en evidencia que no solo desconoce la dinámica política de Antioquia, sino también los territorios y sus particulares características. Muy difícil entonces poder consolidar una campaña presidencial en un departamento tan importante para definir la presidencia, cuando no se cumplen con algunos requisitos básicos para fortalecer una figura como De la Calle y que pueda calar e irrumpir con fuerza en tierras de Álvaro Uribe Vélez, contradictor natural del liberalismo y quien está ideológicamente en orillas opuestas al ideario liberal.
Ese es el panorama que hoy tiene la dirigencia liberal de Antioquia, que en 2017 y en un arranque caprichoso de dos grupos sin representación en el Congreso de la República iniciaron una campaña que desgastó a directivas y bases liberales, con el pilar de Mesa y Ochoa de “renovar” al liberalismo en el departamento, pero realmente buscando arrebatarle el poder a quienes para ese momento tenían las curules en el Congreso por Antioquia y que, el pasado marzo, demostraron nuevamente que son la fuerza y el brazo político del partido en el departamento. La “renovación” del partido quedó en entredicho con la alianza de los anticorruptos con una capturada por corrupción y con un presidente departamental que representa la ausencia de coherencia política, cuando fueron los primeros en allanar el camino hacía las toldas vargaslleristas a la presidencia desde el liberalismo. Así pues, en esta crónica de una debacle política anunciada, que será la campaña liberal a la presidencia en Antioquia, hay unos responsables principales: las presidencias del Directorio de Medellín y Antioquia que no fueron capaces de cohesionar una colectividad que ellos mismos habían “partido” gravemente el año pasado en disputas internas. Guerrismo y prietismo sin representación parlamentaria, no estuvieron a la altura del reto y menos a la altura del candidato.