Porque la muerte hace parte de los ciclos de la vida. Porque gracias a los acompañamientos que el universo me ha permitido realizar, la he visto muy de cerca como una gran luz. Escribo sobre la muerte para que comprendamos más su sentido, para aceptarla sin miedo como un acontecimiento natural por el que todos vamos a pasar, pese a la incertidumbre de cuándo y cómo llegará. Todos quisiéramos morir en paz y cuando hayamos alcanzado un nivel aceptable de realización en nuestras vidas. Sin embargo, la muerte llega cuando es su momento.
Bien sabemos que la muerte también ha estado presente de una forma dramática en la historia de la humanidad, en la medida que millones de personas no han logrado cumplir sus sueños por causa del fanatismo y la intolerancia, las guerras, las sectas, y múltiples clases de agresión que han sacado violentamente de la dimensión de la tierra a un número incontable de seres.
Existen otros casos inexplicables para nuestra mente, como cuando un niño al poco tiempo de nacer, trasciende, en lo que se conoce como muerte súbita; cuando jóvenes y adultos mueren “absurdamente” en accidentes de tránsito, o cuando por movimientos de la naturaleza se generan tragedias que acaban con comunidades enteras. Estos episodios causan mucho dolor y perplejidad en la humanidad, y se hace necesario dar luz sobre tantos aspectos que requieren ser comprendidos y asumidos para liberar emociones y sentimientos de dolor, de angustia y de impotencia.
Pero además, ante la muerte son muchos los seres que trascienden solos, en las calles, en las salas de los hospitales, sometidos a intervenciones que no son necesarias porque el pulso de la realidad ya está marcando el camino inminente de la trascendencia. Hay quienes incluso en sus casas, mueren atormentados por distintos sucesos de la vida que nunca pudieron sanar ni comprender, como la pérdida de seres queridos, episodios de fracaso e injusticia, y el no haber logrado resolver asuntos, para ellos, fundamentales en sus vidas. Seres que pasan por el duro tránsito de irse con estos dolores sin haber contado con quien les escuche, comprenda, consuele y guíe su trabajo de perdones para irse en paz.
Es por todo esto que me propongo hacer un llamado a la importancia del servicio del acompañamiento a quienes están en proceso de trascender, como un derecho al que todos tenemos como seres humanos: ser ayudados con amor y compasión para continuar nuestro camino a otros planos del universo. La muerte es ese otro nacimiento al que podemos aspirar de una manera serena y tranquila, y con la expectativa de la luz; así como cuando emprendemos un viaje en el que vendrán nuevos aprendizajes y escenarios a descubrir, en este caso, en otros planos de la existencia.
Una aspiración para esta humanidad sería que ante la muerte, pudiéramos trascender de una manera tranquila, en casa y en paz, rodeados del afecto de nuestros seres queridos; pero de igual forma, si la muerte nos llegare en otras condiciones, debemos aspirar a dar ese salto en la mayor entrega, mucho más si hemos abordado el tema desde nuestra consciencia, comprendiendo que la vida en la Tierra es una parte del camino y que nuestra alma, eterna como es, está llamada a continuar evolucionando en otros planos, cuando sea nuestro momento de partir.
Todos podemos empezar a prepararnos sin miedo ni culpa para la experiencia personal de la muerte, y esta es una de las invitaciones de este libro. De igual forma, nuestra preparación será una fuente de ayuda para cuando nos corresponda acompañar a otros, y por supuesto, a nuestros seres más cercanos.
Violencia, perdón y duelo
La muerte violenta en las calles y la muerte como resultado de la guerra, son realidades que un país como Colombia ha tenido que vivir y resistir de manera casi continua.
Ahora, cuando nos acercamos a nuevos acuerdos entre el gobierno nacional y los grupos armados, con el propósito, no solo de sanar un largo pasado de violencia sino de lograr la convivencia pacífica de las ideas, los partidos y de la dinámica social, se hace necesario abordar los episodios de la muerte y el duelo desde una perspectiva espiritual.
Más allá de las indemnizaciones materiales, de las recuperaciones culturales y el retorno a las tierras, del apoyo a los proyectos sociales y económicos, la reparación espiritual será la que finalmente dará consuelo y paz al corazón de tantas personas y comunidades que han vivido los horrores de la guerra
En este sentido también abordo en este libro casos de acompañamiento a personas y comunidades que han pasado por experiencias muy dolorosas de desplazamiento y pérdida de seres queridos, por causa de los enfrentamientos e incursiones armadas y muchos otros actos de violencia.
Sin miedo a morir, es en síntesis una invitación a mirar la muerte como un paso, como un traslado, como un nuevo movimiento del alma. Lo esencial es que llegado este momento, nuestro ser esté dispuesto a dicha entrega, con la seguridad de que no estaremos solos en ese tránsito hacia los mundos superiores, porque desde el amor infinito del Universo seremos acompañados por los ayudantes del viaje, sea desde una presencia humana o desde las consciencias de luz que como amorosos parteros llegan espiritualmente a asistirnos. Con la muerte no termina la vida, esta solo cambia de escenario, pues nuestro ser continúa su evolución y servicio, su crecimiento y expansión en otros planos del universo. Esa es la gran esperanza.
