En España es un día triste. Una liga que desde los sesenta acapara a los mejores jugadores del planeta, con una regularidad pasmosa. No se dejen engañar, cuando Puskas, Di Estéfano y Kubala deslumbraban al mundo, Inglaterra eran canchas llenas de lodo en donde trogloditas jugaban algo parecido al fútbol. Nunca antes en la historia de las tres grandes ligas del mundo, la Inglesa, la Italiana y la Española, esta última iba a arrancar una temporada tan desvirtuada. La ausencia de figuras es realmente pasmosa, alarmante. A la ida de Ronaldo hace dos temporadas a la Juventus se suma esta tragedia, por las normas del fútbol español nos quedamos sin ver a Messi en el Barcelona.
Lo peor es que esto es un golpetazo también al fútbol latinoamericano. Se nos acabaron las figuras en los grandes equipos de Europa. Una lástima. No hay recambio. Esa decadencia se refleja en la poca fe que ligas como la Italiana, la Inglesa y la Española le han tenido a nuestros futbolistas. En los equipos grandes ya se ve poco que le apuesten a un prospecto de estas tierras.
La Liga tuvo hasta hace muy poco a Ronaldo, Messi, cuando estaban en su mejor momento. El clásico era el partido más importante del mundo, un Super Bowl que era pagado por millones de personas. Ni hablar de las camisetas de Ronaldo, del propio Messi, la rivalidad que alguna vez hubo entre Mourinho y Guardiola. Ahora todo eso se ha perdido como lágrimas en la lluvia. Queda solo el recuerdo. A los 34 años igual Messi no es que tuviera mucho futuro. La hinchada cree que Messi en una pierna es más importante que cualquier otro holandés que quieran traer. La hinchada considera a Messi un Dios. Después de tanta gloria, ¿cómo no?
Los focos estarán más puestos ahora en Italia y, sobre todo en Inglaterra. España parece territorio arrasado. Messi esperará a que se concrete algo en otro equipo y seguir cimentando su fortuna hasta que sea incalculable en los tres años de alta competencia que le queda. Vendrá el gran problema para el Barcelona: ¿a quién escogerán para reemplazarlo? ¿quién aceptará ese reto?. Por ahora nadie parece llenar las expectativas de una afición que solo respira Messi.