Hace poco el Dane reveló que Quibdó está entre las 13 principales ciudades con las tasas de desempleo más altas del país. Es una ciudad donde crecen los índices de desempleo y de violencia y no hay debate de autocrítica para afrontar con medidas de fondo aquellos fenómenos.
Se cree que la inseguridad y la violencia solo se resuelven con el incremento de la fuerza pública. Algunos se olvidan que hay unas causas que se han incubado desde hace años en las instituciones públicas que generan desigualdades e injusticia social. Existe mucho enriquecimiento ilícito con el robo descarado del presupuesto público. Hay demasiadas ostentaciones de “riquezas” del saqueo de los entes públicos y muchas manifestaciones de opulencia producto de la corrupción descarada, mientras que la gran mayoría del pueblo se muere de hambre, en medio de las faltas de oportunidades laborales.
Existe mucha injusticia social acumulada durante décadas por las actuaciones indecorosas de los funcionarios públicos, hay demasiado descaro con la corrupción en las tres ramas del poder público regional. En la administración pública, en los organismos judiciales y los órganos de vigilancia y control. Hay decisiones administrativas de robos descarados de los dineros públicos y actuaciones de los organismos judiciales con sus fallos que están generando demasiada indignación en la población. Ese tipo de actuaciones también están incidiendo en un gran segmento de la población que se debate entre la pobreza, el hambre y la desesperación.
Se sabe que algunos clanes políticos fomentaron alianzas con las fuerzas oscuras para lograr el dominio político regional y ayudaron a su fortalecimiento en la periferia urbana de Quibdó. Fue ese clan político que sembró esa semilla de la delincuencia que actualmente aterroriza la ciudad. Todos en el Chocó, saben quiénes son esos políticos, pero guarda silencio cómplice.
Para combatir la creciente violencia en Quibdó hace falta un debate de autocrítica para desarrollar una visión de ciudad y para paliar la creciente ola de inseguridad. La corrupción le está quitando muchas oportunidades a la gente humilde, porque las políticas públicas no los están beneficiando, los dineros públicos se quedan en las marañas de la corrupción de unos pocos y en hambre y la miseria crece en los cinturones de pobreza en la periferia de la ciudad.
Sin el desarrollo de un plan económico de choque, que permita una reactivación económica y que se dinamicen las fuerzas productivas. Se generen fuentes de empleo, flujo de capitales y poder adquisitivo de la población, será difícil disminuir los índices de inseguridad en la capital chocoana.
La ola de inseguridad no se resuelve con más policías, más motos ni con políticas asistencialistas de regalar mercados y menos con políticas colectivistas para sociedades tribales, sino con las adopciones de medidas económicas que permitan cambios en la colectivización de la tenencia de la tierra para que la gente tenga acceso al crédito y se reactive la producción agrícola, incentivar la producción piscícola, avícola y porcina, entre otras fuentes generadoras de flujos de capitales. Igualmente, medidas adicionales de fomento de la navegación para reactivar el comercio por el río Atrato.
