Con el euro a 4.100 pesos visitar Europa parece un sueño cada vez más lejano. Sin embargo, hace tan solo un mes caminé Barcelona y no me arruiné. Mi paso por esa ciudad fue bastante breve; fugaz. Solo estuve una tarde. Venía viajando de Sri Lanka a Colombia y tenía una conexión en Madrid de 20 horas, tiempo suficiente para dejar la maleta en un guardaequipajes, irme a Barcelona por la mañana y regresar por la noche.
En Barcelona estuve tan poco tiempo que ni me alcanzó ni para comer. Tampoco tuve que pagar hotel porque ni dormí ahí. Lo único que tuve que pagar fueron los tiquetes aéreos y el transporte en bus entre el aeropuerto y la ciudad. No se me fueron más de 400mil pesos sumando todo lo anterior.
Sin embargo, fue tiempo suficiente para llevarme una muy buena primera impresión de lo que es esta joya de ciudad. Alcancé a hacer un tour para ver analizar la obra e historia de Gaudí por medio de algunas de sus construcciones más representativas.
Habrá gente pensando que para visitar una ciudad de esta forma es mejor ni siquiera ir. No niego que me estresaba bastante pensar en lo que hubiera podido pasar si algún vuelo se retrasara; para que esto saliera bien cada vuelo tenía que ser puntual. Además, energéticamente también fue duro porque vine de un viaje de 15 horas desde Sri Lanka y tres horas después ya estaba en un avión rumbo a Barcelona. Regresé por la noche, dormí en el piso del aeropuerto Barajas y me esperaba otro vuelo de 10 horas para regresar a casa. Sin embargo, no me arrepiento de nada. Era esto o quedarme 20 horas en el aeropuerto de Madrid, ciudad que ya conozco y, a decir verdad, ya me aburre. Cada euro gastado, el estrés y el cansancio valieron la pena.
Espero que así como me sucedió con París, Barcelona y yo tengamos una relación que perdure a lo largo de la vida, algo así como esas amistades duraderas entre personas que se encuentran cada tantos años, pero cada vez que se ven es con un cariño que permanece intacto sin importar el tiempo. Este corto y fugaz viaje fue apenas nuestro primer encuentro. Si en solo una tarde esta ciudad me llenó de buena energía suficiente para soportar lo que me esperaba a mi regreso a Colombia, ni imaginar lo que Barcelona haría conmigo si me quedo tres días en ella. Después de aquella tarde hasta escuchar catalán me hace sentir bien.