Sin cultura de reciclaje no hay generación de ingresos

Sin cultura de reciclaje no hay generación de ingresos

"Bogotá merece un esquema de aseo donde prevalezca el aprovechamiento eficiente de los desechos que a diario se producen"

Por: ROGER JOSÉ CARRILLO CAMPO
octubre 06, 2017
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Sin cultura de reciclaje no hay generación de ingresos
Foto: El Tiempo

Bogotá es una ciudad que ha crecido aceleradamente en las dos últimas décadas y a la par de ese crecimiento, el aumento en la producción de residuos sólidos en proporcionalidad al incremento de la población, ha sido considerable.

Según cifras del operador del relleno de Doña Juana, en estos terrenos se disponen diariamente más de 6000 toneladas de basura; de este total, algunos expertos estiman que aproximadamente el 60% son residuos orgánicos, y el 40% restantes, son residuos inorgánicos en los cuales se encuentra un alto porcentaje de materiales potencialmente reciclables y reutilizables. Por otro lado, según datos de la UAESP Bogotá recicla tan solo el 14% de las 7500 toneladas que produce en promedio diariamente.

Sin embargo, este material potencialmente reutilizable se queda en el relleno y empeora el problema debido al mal manejo en la disposición de basuras, de los lixiviados que generan derrumbes y contaminan el rio Tunjuelo, la basura a cielo abierto que en épocas de lluvia o calor son caldo de cultivo para plagas y vectores, determinantes que afectan la propiedad del aire. Todos estos ingredientes, inciden en la precaria calidad de vida de los habitantes de los barrios circunvecinos como el Mochuelo, que padecen además la afectación del aire por los gases emitidos por el relleno.

Aunque el contrato con el operador de Doña Juana permite aprovechar hasta el 20 % de los residuos que llegan, esto no se cumple, si se hiciera, se reducirán de 6.000 a 4.800 toneladas diarias las basuras a disponer. Hoy solo aprovechan casi el 5 %, el doble de lo propuesto al momento de firmar el contrato en 2010 al usar los residuos mixtos (basura y escombros) para reparar las ví­as de acceso a la Planta, a toda la problemática debemos agregarle que la UAESP proyecta que Doña Juana llegará a su lí­mite en el año 2022, sin tener una solución a la vista.

En ese contexto y ante una eventual emergencia ambiental y sanitaria, se presentan algunas inquietudes, una de ellas es: ¿por qué la ciudad sigue "enterrando" esta gran cantidad de residuos que se pueden reciclar? Según datos estimados por el Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central a " Doña Juana" llegan diariamente en promedio 151 toneladas de vidrio, 407 toneladas de cartón, 90 toneladas de metal, 612 toneladas de papel y 1520 toneladas de plástico, que a valores de transacción de hoy, pueden llegar a sumar más de $1.000 millones de pesos por día; recursos enterrados para los recicladores de oficio y para el sector productivo, que podrían encontrar allá­, una forma de generar ingresos o disminuir costos de insumos.

Ciudades con experiencias exitosas como Oslo y San Francisco, han demostrado que, con procesos educativos bien diseñados, con la participación activa de toda la ciudadaní­a, formando desde el colegio a los niños para que sean multiplicadores de buenas prácticas en sus hogares, se logra tener operaciones de reciclaje de residuos inorgánicos cercanas al 99% del total de los desechos sólidos que a diario se producen.

Esta última, es tal vez una de las principales tareas que nos queda por resolver a los bogotanos; cuando hacemos un análisis sobre el reciclaje,  concluimos que gran parte de los ciudadanos no está haciendo la tarea de separar los residuos sólidos que produce, en general, a los habitantes de Bogotá nos falta desarrollar hábitos de separación en la fuente y nos falta tener una cultura del reciclaje, que redunde en las buenas prácticas en la materia desde el hogar, el trabajo y los espacios públicos.

El escenario expuesto nos puede llevar a una emergencia ambiental sin precedentes, y esto aunado a las malas decisiones que en la materia han realizado las últimas administraciones de la ciudad, son el detonante de una bomba de tiempo que se avecina. Cambios en la operación y en el modelo, incurriendo en faltas con consecuencias jurí­dicas, irregularidades en la compra de camiones recolectores que han terminado por generar detrimento patrimonial con su respectivo proceso fiscal, y para terminar de complicar la situación, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca acaba de anular la Facultad del Acueducto de Bogotá para prestar el servicio de Aseo, son la crónica de una muerte anunciada.

Es hora de tomar grandes decisiones, Bogotá merece un esquema de aseo donde prevalezca el aprovechamiento eficiente de los desechos que a diario se producen, reiterando la actividad del reciclaje, como un negocio redondo para el Planeta y la generación de ingresos, el uso de la basura para producir energí­a.

Al final del proceso, la cultura del reciclaje y unas buenas plantas para el procesamiento de basuras, donde se puedan separar lo que se puede quemar en incineradores tecnificados, produciendo energía que transfieren a la ciudadanía, son medidas que en primera instancia significan un esfuerzo importante de recursos por parte de la administración, pero que a largo plazo servirán para mejorar y adecuar una nueva polí­tica en el manejo de las basuras para la ciudad.

En este sentido, la administración debe ser la encargada de liderar esta nueva polí­tica de aseo, pero también los bogotanos debemos comprometernos y cambiar el imaginario popular en cuanto a la práctica del uso eficiente de los residuos sólidos, transformándolo por un comportamiento de mayor cooperación en la separación de los desechos para el reciclaje, así­ como los orgánicos que pueden ser usados para otros fines, debemos instar a nuestras familias y amigos a cambiar gradualmente un problema tan complejo, como es la falta de cultura ciudadana en la disposición final de nuestra basura y la despreocupación por el medio ambiente.

Bogotá merece toda nuestra atención en esta materia, recuerden que esta puede ser la crónica de una muerte anunciada y el detonante de una potencial emergencia sanitaria, que puede terminar siendo responsabilidad de todos. ¡Bogotá, a reciclar!!

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