“En Sin City, ciudad de policías corruptos y atractivas mujeres, unos buscan venganza, otros, redención, o ambas cosas a la vez. Marv (Mickey Rourke) se propone vengar la muerte de su único amor. Dwight (Clive Owen) es un investigador privado con problemas que resolver. Hartigan (Bruce Willis), el único policía honrado de la ciudad, sigue la pista de una joven que está en manos del sádico hijo de un senador” (Filma Finnity).
La ciudad que aquí y ahora se desvanece se llama Bogotá y, en comparación, la sinopsis de aquella ardiente película estrenada hace 18 años resulta una caricia.
Bogotá anda como en liquidación. Está entre las “más” del mundo en escala sobrecogedora
Bogotá anda como en liquidación. Está entre las “más” del mundo en escala sobrecogedora:
-Una de las 35 más pobladas en el orbe.
-La más congestionada del mundo en cuanto al tráfico vehicular (Financial Times).
-La única donde se paga un impuesto completo, pero se puede usar el vehículo menos de la mitad del año.
- El aeropuerto más atascado del planeta: 35 millones de pasajeros al año; con graves problemas de hacinamiento, más de 14 pasajeros por metro cuadrado (estudio reciente firma S Money), esto sin meter allí a los acompañantes que son como tres por pasajero, ni la acostumbrada cancelación y retraso de vuelos.
- Ninguna otra ciudad latinoamericana ha recibido, con tal nivel de desorden, más de 500.000 migrantes venezolanos en tiempo récord.
-En Bogotá las cifras de Excel de la alcaldía y la magia de la estadística, dicen que diversos delitos, aunque aterradores, han disminuido porcentualmente. Sin embargo, un 80% de la ciudadanía se siente insegura.
-Los primeros estudios acerca de un metro para Bogotá se hicieron hace más de 50 años. De las ciudades latinoamericanas con más de 9 millones de habitantes esta es la única que no tiene metro o un sistema similar. Hoy todo esto sigue siendo un proyecto en bonitos renders, una pieza de disputa mediática de alcaldesa a presidente, un monólogo que tardará otra década de huecos insalvables para que los políticos hagan campaña.
Bogotá encantadora, rumbera, productiva, rica, trabajadora, verde, estudiantil, madrugadora, diversa, divertida, vendedora, grafitera, musical, turística, es una megaciudad que se degrada deficientemente administrada. En 3 días se conmemora otro aniversario de su fundación que carece de acta, aunque bien visto parece más en fundición; está trancada, agresiva, insegura, cerca de las estrellas, pero de espaldas a la luz.
Casi una decena de tipos quieren ser su próximo alcalde, pura aspiración personalista para colgar rótulos a sus hojas de vida y administrar puestos.
De la magra lista es evidente que solo un par de ellos podría hacer algo por esta ciudad que lo merece. Gobernarla, a decir verdad, algo que hoy se siente en falta.
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