Quique Wolff logra transmitir la belleza del fútbol a través de sus sencillas y sinceras palabras. No necesitamos de fastuosos 4-4-2 o 5-3-1 para entender que él sabe de lo que está hablando. Y sí, porque cada vez que habla de “La caprichosa” se nota la felicidad que esa le produce, la pasión genuina que se siente por un elemento vital, como en su caso es el balón de fútbol. Quique es una escuela de cómo se debe afrontar eso que se quiere: con respeto, sencillez y sobre todo no perder nunca la oportunidad de decir que se le ama.
Desdramatizar esta locura que hoy rodea al fútbol es una de sus principales labores. Siempre con una sonrisa, y con pensamientos que invitan admirar lo bello del deporte, la parte poética, donde todos podemos encontrar momentos de alegría, pero también de tristeza. Y el fútbol es un micromundo de todas las expresiones humanas. No importa si es italiano, español, alemán o uzbeco, ya que cada vez que ve un gol que le gusta lo expresa sin reparos. Eso pasa cuando alguien quiere algo de verdad: no importa de dónde venga, solo se le quiere.
Cada jueves, por ESPN nos regala un capítulo más de Simplemente Fútbol. Para mí, el mejor programa deportivo que he visto. Es un disfrute y homenaje al fútbol. A sus actores: futbolistas activos y retirados, técnicos, árbitros e incluso dirigentes. No se detiene en críticas para ganar espectáculo, sino que disfruta lo que semana a semana va dejando de bello el mundo fútbol. Goles, gambetas, atajadas, asistencias, pero sobre todo lo importante que es para el fútbol cada una de las personas que lo hacen posible.
No pierdo la oportunidad de ver un capítulo, porque no sé con qué homenaje me va a sorprender Simplemente Fútbol. Mis preferidos son los de Ronaldinho, porque es puro arte, pura inventiva, pura improvisación, pura magia, porque es Simplemente Fútbol. Oírlo hablar de la derrota que le propinó la Holanda del 74 a la selección Argentina de la que él hacia parte, y al mismo tiempo cómo se desdobla en elogios hacia su magnífico juego, no tiene precio. Una enseñanza de humildad, amor y sobre todo de saber que lo que importa al final del día es disfrutar lo que se hace, más allá del resultado. Actitud que contrasta con la vorágine de un mundo resultadista, de la que fútbol lógicamente no es ajena.
Quique es un maestro. Una persona que día a día nos relata lo bello que es el fútbol y nos invita a que cada uno quiera de verdad lo que más le guste hacer. Ver cómo le habla a “La caprichosa”, ese ya mítico balón dorado, que recibe las palabras de una persona que recoge el sentimiento de millones de personas en todo el mundo. Sé que muchos se sienten identificados cada vez que Quique llena de elogios el balón, cuando le habla con ese cariño inmenso y enternecedor, cuando la mira y le dice que es el centro de todo, que a partir de ella comienza la magia y que por sus caprichos la humanidad disfruta cada domingo el arte del fútbol.
No recuerdo a otro periodista deportivo como él. Incluso, para mí Quique es más que un periodista: es un artista del sentimiento deportivo. La experiencia le da lugar para regalar postales en sus comentarios, para hacernos sentir que lo que vemos, realmente es un arte.
Gracias Quique, simplemente ¡Gracias!