A pesar de tanta crítica (ojo: son unos cuantos con el corazón y la mente enferma), Silvestre Dangond le está dando una paliza sin responder a sus supuestos detractores, pero por qué supuestos, porque estos mismos que lanzan una piedra son esos mismos que al escuchar una canción de Silvestre la tararean y la bailan.
A esos yo los llamo hipócritas musicales, que solo por llamar la atención rajan de un artista que les beneficia de cara a la galería y a los plays. Vivimos en un mundo insano, lleno de rencor y envidia, y donde solo prevalece la calumnia.
Silvestre no es ni será un santo, pero tampoco es ese “ser despreciable” que muchos, sin conocerlo, en las distancias cortas quieren vender. Y este hecho de destrozar a un ser humano, con sus pecados y virtudes, no solo ocurre con él; pasa también en otros sectores de la vida pública en el que muchos se esconden para apedrear a todo el que de alguna manera cae en el infortunio del odio y la calumnia.
Hace poco leí un artículo en este medio titulado “A Silvestre no lo quieren ver ni en pintura ni en Valledupar”. ¿Pero de dónde él o ella escribió esa nota y sacó de su mente tan descabellada conjetura? ¿Estamos locos o qué?. A Silvestre lo aman en la ciudad del Valle de Upar; después de Diomedes, es el artista más escuchado en esa urbe. No hay casa, ni cantina, ni hogar, ni vehículo donde Silvestre no suene. Es un artista que le ha dado trabajo a muchos cuando hace sus lanzamientos; reactiva la economía de una comunidad donde las fuente de trabajo son escasas; reactiva el turismo; hacen que muchas familias que viven del rebusque lleven a sus casas alimentos para ellos y sus hijos. Y qué decir de los supermercados, de las discotecas, de los restaurantes: todo el mundo gana con Silvestre.
Si usted le pregunta a un vallenato qué significa Silvestre, para ellos es un salvador de la llevadera. Sí, así mismo, muchos desean con fuerza un concierto de Silvestre para arreglar la maltrecha economía en una ciudad arropada por la delincuencia común y donde conseguir un empleo es un milagro de la vida.
Tristemente, Colombia es un país con muchos problemas sociales que siempre acaban en violencia y muerte. Hemos vivido una pandemia dura, llena de muertos y dolor, de ruina y de familias destrozadas por la enfermedad, y Valledupar no es la excepción. La economía de Valledupar está quebrada. Muchos han sido los negocios que han cerrado, que dijeron ya no más por el covid, pero no solo Valledupar, sino todo el país. Sin embargo, en el Valle se ha sentido más, porque como ya dije, no hay trabajo: todas las fuentes de ingreso giran en torno a la política y a los enchufes, y a eso agréguenle el drama de la migración venezolana.
Todos esto que he manifestado nadie lo puede negar, y que un artista que arrastra público de Colombia y el extranjero, que genera fuentes de ingresos, lo tachen de enemigo público de Valledupar a través de un artículo escandaloso, solo tiene un propósito: buscar llamar la atención, nada más que eso. Quizás lo logren en la mente de esos enemigos del vallenato que buscan a toda costa tumbar un género musical que le ha dado mucho a los colombianos. ¿Qué nos ha dado? reconocimiento mundial. Si usted va al extranjero, lo primero que un colombiano quiere y desea escuchar es vallenato, muchas veces por encima de la salsa.
Otro punto importante: los artistas vallenatos son los que más conciertos realizan dentro y fuera del país. También son los que más facturan. Cuando se decía que el vallenato estaba acabado el público ha dicho todo lo contrario con su asistencia masiva en cada directo. También hay que decir que el vallenato se tomó países donde jamás un artista había llenado un escenario; me refiero a República Dominicana, donde el vallenato entró con fuerza y fue gracias a Silvestre.
Señalar y destrozar a alguien sin objetividad ya no cabe en la razón de millones de silvestristas. No pueden desconocer que Silvestre es el artista más taquillero hoy día en Colombia por encima de Carlos Vives u otros artista de talla internacional. Sus shows generan millones de pesos y también es fuente de trabajo en otras capitales de Colombia. ¿A quién ha matado Silvestre Dangod? ¿Qué ha robado? ¡Dejen vivir a Silvestre Dangond, y si no les gusta tienen otra opción: morderse el codo!