Uno de los cantantes más populares de la música vallenata en Colombia, durante la última década, es sin lugar a dudas Silvestre Francisco Dangond Corrales. El máximo representante de la nueva ola del vallenato es una persona que en varias oportunidades, y como ya lo escribió alguna vez Alberto Salcedo Ramos, muestra una de sus caras más nefastas ante un público que llena estadios, coliseos y parques alrededor del país: la de militar frustrado.
Que alguien quiera ser militar no es motivo de preocupación para nadie. El problema del urumitero es que, lamentablemente, no logra encasillarse en el perfil de militar; pero le queda perfecto el de 'paraco'. Basta con ver detenidamente los detalles de su álbum lanzado en 2013, La IX Batalla, en el que no parece uno de los soldados colombianos sino, por el contrario, uno de los discípulos pródigos de Carlos Castaño.
El molesto personaje de 34 años de edad, además, es un reflejo casi perfecto del colombiano ordinario que se emociona viendo cualquiera de las partes de la película Rambo. Uno de esos colombianos que sueña con ser una suerte de justiciero con un fusil en la mano. Uno de esos colombianos que desde hace años vota, cada vez que puede, por los Uribe, José Obdulio, etcétera.
Pero lo que parecía ser un problema "leve" en la personalidad de Dangond, desde hace unos meses se ha convertido en algo grave. O bueno, al menos para una persona que conoce lo terrible que ha sido Álvaro Uribe Vélez para la historia del país. El cantante costeño se convirtió en una de las fichas publicitarias más importantes del encantador de serpientes paisa. Una fórmula que da miedo por la forma en la que mueven masas uno y otro.
Hace aproximadamente ocho meses, durante un concierto en Envigado, el padre de Luis José, Silvestre José y José Silvestre (aunque no lo crean, esos son los nombres de sus descendientes), se encargó de animar a la jauría de fieras que lo sigue cambiando trascendentalmente la letra de su éxito: lo ajeno se respeta. En esa canción, del álbum en el que tuvo el acompañamiento musical del acordeonero Rolando Ochoa, el coro reza:
"Pa´ que sepa, pa´ que sepa que lo ajeno se respeta".
Pero potenciado por un público marcadamente regionalista y que ve al actual senador, Uribe Vélez, como un ser mitológico, Dangond se animó a corear:
"Pa´ que sepa, pa´ que sepa que Uribe se respeta".
Y esta no es la única demostración de devoción por parte del intérprete de La difunta hacia el oscuro personaje que hasta hace poco contaba con más de 300 investigaciones judiciales. En otro concierto Dangond expresó, a los gritos (como usualmente se comunica), la felicidad que sentiría si Uribe volviera a "poner orden en Colombia". Aunque, claramente, puede ser que el guajiro no haya entendido los falsos positivos como un acto delictivo, miserable, inhumano y cruel.
Dangond participó de varios conciertos durante la campaña de Uribe al congreso. Y no era para menos. Desde que la música y su actitud lo convirtieron en un millonario, seguramente, Silvestre desea tener protección "extra" para poder vivir en paz. Sin importar que esa protección sea perversa, criminal e ilegal. Me imagino que las palabras de Dangond le significaron algunos votos al expresidente colombiano. Buena movida del jefe del Centro Democrático, sin lugar a dudas. Los más de 100 millones de pesos que cobra el vallenatero por presentación, claramente, se podrían haber visto retribuidos en las urnas.
En suma, sería importante que la Fiscalía abriera una investigación al cantante. Al parecer, todo aquel que tiene relación directa con Uribe es, de una u otra forma, una persona que debe aclarar algo ante la justicia colombiana. En cualquier caso, como ese país mezquino y solapado es Colombia, Dangond va a continuar movilizando millones de persona alrededor del país. ¿Y Uribe? Ah sí, él va a seguir siendo el gran colombiano para los irresponsables que apoyan su andar político y los libros de historia que muy seguramente tendrán que leer algún día mis nietos.
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