Silencio, amenazas e impunidad rodean el caso de Miguel Ángel Castellanos en Medellín

Silencio, amenazas e impunidad rodean el caso de Miguel Ángel Castellanos en Medellín

Por cruzar una frontera invisible, este joven de 16 años habría sido asesinado. Las circunstancias que rodean los hechos son turbias

Por: Andrés Felipe Ríos Fernández
noviembre 19, 2020
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Silencio, amenazas e impunidad rodean el caso de Miguel Ángel Castellanos en Medellín

El caso de Miguel Ángel Castellanos Rojas es muy doloroso para la ciudad, además de ser lo que han sufrido muchos jóvenes de Medellín. El 8 de febrero de 2020, este muchacho de 16 años salió de su barrio La Pradera (San Javier) para encontrarse con unos amigos en Balcones de la Serranía en el barrio Bolsa (Belén Rincón). Sin embargo, al cruzar una frontera invisible, las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia) lo interrogaron y lo intimidaron. Por sospecha, estos actores armados presuntamente decidieron desaparecer durante más de doce días al joven.

La presencia del Gaula, la Policía y la Fiscalía en el sector, sumada a la presión ciudadana a través de redes sociales y los medios de comunicación, lograron incidir para que se supiera qué pasó con el joven. Estos actores armados lo desenterraron porque lo habían torturado y asesinado, y posteriormente arrojaron su cuerpo al río Medellín.

“Esto es un mensaje de terror y lo más doloroso es la indiferencia de nosotros como ciudadanos y nos quedamos así como si no hubiese pasado nada. Esta historia de Miguel Ángel es la historia de muchos jóvenes en Medellín, porque hay muchos Miguel Ángel que pasan de un barrio a otro y son torturados, asesinados, reclutados o desaparecidos”,  asegura el defensor de derechos humanos, Carlos Arcila.

Antes de la pandemia, la Fiscalía había asignado un investigador al caso del hijo de Juana Grajales*, pero luego de la contingencia quedó en ceros y no pasó nada, como lo cuenta ella.

“Conmigo la Fiscalía no se ha comunicado, el primer investigador ya no está, me he venido enterando de cosas por medio de otras personas, pero por la institucionalidad nada. Luego me di cuenta que hay un nuevo fiscal y él puso otros investigadores frente al tema. No me han llamado, no me han dicho nada y no han programado ni si quiera una entrevista. El caso de Miguel está en la impunidad y sigue el silencio”, asegura la madre del menor.

La hipótesis que se maneja, todavía sin confirmar, es que lo mataron porque no supo responder ante la intimidación de estos actores armados. Al parecer, como los sujetos se sintieron identificados, tomaron la decisión de asesinarlo. Supuestamente a dos personas que no consultaron para matarlo, los asesinaron por haber acabado con la vida de este joven sin pedir permiso, lo que causó malestar en este grupo porque los puso en la mira de las autoridades.

“Hay mucho silencio, no hay una comunicación directa con la víctima, la institucionalidad está en silencio, les creo que están trabajando, pero no me dicen nada. Hay otros casos que sí avanzan y otros parecen quedar postergados, luego de nueve meses no pasa nada y no hay culpables”, afirma su madre.

Ella no lo pudo identificar, únicamente le dijeron que por la huella derecha sabían que era él. Tenía las huellas de los dedos destruidos y ni si quiera le entregaron los resultados de la necropsia. Fue asesinado con arma cortopunzante en el cuello y ella no sabe exactamente qué pasó con su hijo. Incluso, varias personas la han llamado diciéndole que quisieran colaborarle, pero les da temor hablar porque saben cómo domina esta gente el territorio.

Las Autodefensas Gaitanistas, que tienen presencia en barrio Bolsa (Belén Rincón), le han enviado amenazas por intermedio de terceros con el voz a voz, diciéndole que mejor deje eso así, que por ahí se están escuchando cosas feas.

“Es mejor que te vayas del barrio o que te calles. Yo me quiero mantener con vida hasta que se logre la justicia de mi hijo. Hay una estructura detrás de todo esto, que quiere callarme y tapar todo esto, mientras que la fiscalía está en silencio. La institucionalidad en silencio, los malos quieren callarme y el crimen de mi hijo sigue impune. El único tributo que le puedo hacer  a mi hijo es buscar justicia”, concluyó la madre de Miguel Ángel Castellanos Rojas.

Según la Policía, el menor de 16 años era estudiante de bachillerato y no tenía amenazas de muerte, tampoco antecedentes penales, ni vínculos con grupos de delincuencia organizada. Aunque contacté al número de prensa de la Fiscalía para conocer su versión, no fue posible obtener una respuesta.

*Nombre cambiado a petición de la fuente por motivos de seguridad

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