Llega a mis manos uno de los ejemplares de la Revista Javeriana de este 2017.
Artículos seleccionados que abarcan temas palpitantes de nuestra realidad. Desde el boom minero, donde no todo lo que brilla es oro, pasando por el hecho de que Colombia “envejece” más que el resto de Latinoamérica y no estamos preparados para brindarles la vejez digna que se merecen los adultos mayores, los diagnósticos errados de cáncer de mama y el “tesoro perdido” que estuvo oculto durante 150 años, así como la obra de Soledad Acosta de Samper, mujer bandera que desafió con sus novelas y su diario a la sociedad pacata, machista de la Colombia del siglo XIX...
En sus apuntes del diario veo que avanzamos a paso de tortuga en cuanto a los derechos de las mujeres: “A las dos de la mañana les nació una niñita, lo que sienten mucho. Deseaban que fuera hombre, pero así sucede, siempre nos reciben a las pobres mujeres malísimamente”.
“Cuán pocas veces podemos decir lo que sentimos...
Todo lo que hacemos, y decimos y aun lo que pensamos
es causa de crítica”
“Cuán pocas veces podemos decir lo que sentimos... Todo lo que hacemos, y decimos y aun lo que pensamos es causa de crítica... ¿Dónde está la libertad si siempre nos hallamos esclavas de la sociedad?”, leo de una de sus colaboradoras.
Estamos en el siglo XXI y las noticias siguen más o menos iguales. Las mujeres siguen siendo víctimas del maltrato de los hombres, sean maridos o compañeros. Las niñas continúan siendo violadas sin que ninguna ley real las proteja. Los guerrilleros, llámese disidencia, ELN o bacrim, hacen lo que les da la gana con “sus hembras”, las campesinas ganan mucho menos que sus compañeros, las lesbianas son miradas con recelo, la religión católica no admite ninguna mujer en oficios “superiores”, el aborto sigue siendo una piedra de escándalo, jamás un hombre sale en ningún anuncio de televisión cantando mientras limpia una olla o teniendo un orgasmo porque el jabón que escogió deja más blanca la ropa. El alcoholismo en la mujer causa más “bochorno” entre la familia... Las “madres comunitarias” no tienen derechos dignos y trabajan sin el reconocimiento y la gratitud que se debe.
Todavía siguen existiendo “asuntos de hombres” donde el “sexo débil” no tiene derecho a entrar. Por más que hagamos alardes, seguimos a paso de tortuga, no lo podemos negar. Todo un reto para una Colombia que debe darle el giro, mayor importancia, en fin, el lugar que se merecen las mujeres en nuestro país, próximos a la segunda década del siglo XXI los hechos, las vergüenzas como sociedad, siguen más o menos iguales.
@josiasfiesco