—Merde —dijo— c'est le Blacaman de la politique. Muerte constante más allá del amor. Gabriel García Márquez.
Hace poco estuve hojeando el informe Herederos de Odebrecht y vínculos con ilegales en las listas a Senado y Cámara de representantes de la Fundación Paz & Reconciliación. Allí es triste ver que, como en los últimos análisis de las postulaciones al Congreso de la República, el Magdalena es protagonista en forma negativa, cuando nos hablan de que los herederos de la mal llamada parapolítica y de las mafias de la corrupción serían los que tendrían más opción de lograr las cinco curules que se lidian con los dientes las casas políticas de esta región. Citan a varios candidatos, a algunos que no se atrevieron a postular como Álvaro Cotes y Jaime Serrano, y aunque de seguro se le escapan uno que otro, manifiestan secretos a voces sobre las otras candidaturas como la de Fabián Castillo, Carlos Mario Farelo, Franklin del Cristo Lozano, Kelyn González que obtendrían varias de las curules en disputa, lo más probable para calentar puesto en las sesiones del parlamento, asumir posturas gobiernistas que les sirvan para defender sus intereses particulares y privilegios o a determinados actores que los financian, dejando a un lado el bienestar general y la profundización de la democracia.
Es claro que el tema no es de nombres, ni de quién puede comprar más votos para que su lista obtenga más curules. Es un asunto de la calidad de la democracia. Ojalá cualquiera de los susodichos blacamanes de la política, de llegar al Congreso de la República, nos diera una sorpresa, haciendo debates de control político o presentando proyectos de normas sobre el mejoramiento de la actual situación de las vías en el departamento; de la salud, de la educación, de la vivienda; de la comercialización de nuestros productos básicos y del acceso a empleo decente; a los servicios públicos eficientes; al saneamiento básico y a la gestión del riesgo; al desarrollo sostenible; a la participación ciudadana, a la seguridad humana y a la cultura ciudadana; a la lucha contra la pobreza, la corrupción y el narcotráfico; al fortalecimiento de lo público, y la profundización de la democracia. Ojalá por lo menos hablaran de justicia social, después de sus campañas electorales, aunque muchos dirán que esto no les importa, sino sólo los negocios que puedan hacer en su cuarto de hora en el Congreso de la República, sin embargo, aún no se pierde la esperanza en que la gente cambie sus preferencias o goce de las garantías para hacer uso de su poder de decisión y vote por alguien decente, como por la Lista de la Decencia al Senado de la República o la de Fuerza Ciudadana por la Decencia a la Cámara de Representantes por el Magdalena, que lleve al Congreso de la República a parlamentarios que si representen a la ciudadanía en los escenarios de deliberación y de decisión política, donde se discuten las posibles transformaciones de este país que entró a la nueva época de la construcción de paz y reconciliación y que se enfrente y derrote, como ya se hizo en Santa Marta, a las castas tradicionales del departamento, que cuentan con un sempiterno poder económico y político.
A veces toca superar las fronteras del pesimismo. No obstante, si se revisa los informes sobre riesgos electorales y alertas tempranas tanto de la Misión de Observación Electoral (MOE ) como de la Defensoría del Pueblo, se halla que todavía en Santa Marta y el Magdalena, como diría Saramago, hay mal tiempo para votar. La Moe nos indica que a pesar de que en el resto del país disminuyeron significativamente los factores de riesgo, en el Magdalena persiste la mala hora, aumentando los factores de riesgo electoral en Santa Marta, en Aracataca —la tierra donde nació nuestro Nobel de Literatura—, en Zona Bananera, Ciénaga, Fundación, Puebloviejo, Remolino, Pedraza, Santa Barbara de Pinto, Sabanas de San Ángel, El Piñón, Tenerife, Zapayán, Pivijay, San Sebastián de Buenavista y San Zenón.
En ese sentido, a Santa Marta la catalogan con riesgo extremo y a Aracataca en riesgo medio, en virtud de que coinciden factores indicativos de fraude electoral y de violencia como serían, entre otros, la eventual presencia de actores armados y de rentas ilegales, malas prácticas políticas locales, dominio electoral, violación a la libertad de prensa, falta de acceso a puestos de votación, trashumancia, economías ilegales, barreras a la participación ciudadana, conductas irregulares e ilegales en materia electoral. Asimismo, en riesgo extremo de fraude electoral al Senado, ubican a Pivijay, San Sebastian de Buenavista y San Zenón. Para la Cámara mencionan a Tenerife y a Zapayán. También en riesgo alto por nivel atípico de participación en cuanto a la Cámara, afirman que estaría incurso Pedraza y al Senado en riesgo medio, sitúan a 14 municipios, y por variación atípica de la participación, en riesgo extremo colocan a Pivijay. También, en riesgo medio por alto nivel de votos nulos, ponen a Santa Marta. En fin, si se hila más delgado, se podría aducir que se requiere un acompañamiento especial a las elecciones al Congreso de la República en el departamento del Magdalena.
Por su parte la Defensoría del Pueblo, en su sistema de alertas tempranas sobre riesgo electoral, a grandes rasgos afirma que se presentan amenazas en 7 municipios, como El Banco, Plato, Ciénaga, Santana, Santa Barbara de Pinto, Santa Marta y Tenerife, catalogados como territorios en riesgo y conductas vulneratorias, es decir, en este caso con riesgo electoral medio por incidencia de grupos armados ilegales en las elecciones de 2018 como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y otros grupos posdesmovilización de las AUC, que anunciarían ataques, hostigarían a candidatos o a sus sedes, desarrollarían determinados constreñimientos al elector, bloquearían vías, desplazarían de manera forzada a eventuales electores, en fin perturbarían el debate electoral y favorecerían la compra con dineros del narcotráfico y demás economía ilegal, y el intercambio de favores burocráticos, a cambio de votos que le torcerían el pescuezo a la transparencia en las elecciones, lo que permitiría, en contraprestación, que en el futuro no se les disputarían los corredores de la economía subterránea en el departamento.
En este tenso escenario, sin una tendencia marcada de la población hacia un mensaje político o a una apuesta especifica de transformación, y más desde un enfoque clientelista o transaccional de la política tradicional a través de sus famiempresas electorales y de sus herederos en disputa, que de un certamen democrático, se desarrollarían las elecciones para obtener la representación de las cinco curules a la Cámara de Representantes y la votación al Senado de la República, en el departamento del Magdalena. Ojalá estas elecciones las gane la gente o sino seguirá el departamento en el atraso, la pobreza, la exclusión, la postración, el olvido y la soledad, sin que por fin tenga una segunda oportunidad sobre la tierra.