Significados de un sinsentido: últimas palabras e imágenes de George Floyd

Significados de un sinsentido: últimas palabras e imágenes de George Floyd

"Un mes después, él sigue retumbando en nuestras mentes y corazones". Texto de una pedagoga y escritora afrocolombiana

Por: Mary Lucia Hiurtado Martínez
junio 24, 2020
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Significados de un sinsentido: últimas palabras e imágenes de George Floyd
Foto: Singlespeedfahrer - CC0

Siendo conscientes, como lo señaló uno de sus amigos más cercanos, de que "la forma como murió no tiene sentido" continuamos, como siempre, buscando sentido al sinsentido, tratando de escuchar y ver en sus últimas palabras e imágenes que nos sirvan para cuestionar el racismo y la discriminación racial estructural y sistémica de nuestras sociedades y también para enaltecer las luchas que propugnan por su eliminación.

La imagen de Floyd, boca abajo en el suelo, con la rodilla del policía blanco, clavada en su cuello, es, sin duda, perturbadora y a la vez poderosa, pues simboliza el sistema de opresión del racismo y la discriminación racial estructural, que están en la base de la desigualdad, inequidad y exclusión de la que han sido y aún son víctimas los afrodescendientes, dejando inmovilizados y atrapados en círculos intergeneracionales de “pobreza histórica” a millones de seres humanos africanos y afrodescendientes.

Y luego, desde lo más profundo de humanidad negada, aprisionada e inmovilizada, siguieron sus súplicas[1], que sin duda simbolizan también los gritos de desesperanza, denuncias, demandas y reivindicaciones de la población afrodescendiente y africana:

“Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar”. Escucho esta súplica de Floyd como una denuncia y como una demanda por la falta de espacios y de oportunidades para participar en igualdad de condiciones en el desarrollo de nuestras sociedades: es el grito de niños, niñas y jóvenes afrodescendientes sin acceso a la educación, también de los que acceden a servicios educativos de muy baja calidad o de quienes son víctimas del racismo y la discriminación en las aulas de sus escuelas. Es el grito de miles de jóvenes, así como de padres y madres de familias afrodescendientes, sin acceso al mercado laboral que proporcione los ingresos que garanticen condiciones de vida digna.

“Por favor, dejen que me levante” significa ¡basta de opresión! y ¡basta de racismo! Después de varios siglos de esclavitud, segregación y discriminación ¡basta! Pero también es una demanda de reconocimiento de nuestra humanidad, en pie de igualdad, y por la equiparación de condiciones y oportunidades para caminar, erguidos y sin temores, por este mundo, que también es nuestro.

"Me van a matar". Es el grito de las poblaciones afrodescendientes por una mayor esperanza de vida, a partir de la mejora en las condiciones de vida, que transforme los determinantes sociales que conllevan a una situación de salud, muchas veces precaria, que se evidencia en la prevalencia de enfermedades crónicas y en el mayor riesgo frente a eventos de salud pública, como la pandemia del COVID-19, por ejemplo.

“Mi estómago duele”, “Me duele el cuello” y “Todo me duele”. Sí, duele la inequidad y la injusticia social, la indiferencia. Duelen las condiciones del sistema de salud en el Pacífico y en las poblaciones afrocolombianas, en general. Duele la escuela desconectada y de espaldas a la historia, la realidad y las necesidades de los afrodescendientes. Duele el rebusque en los semáforos y las calles de las grandes ciudades. Duele la exclusión y la pobreza. ¡Duele todo!

Estos llamados o súplicas de Floyd, así como de algunos testigos en la escena, como se sabe, no fueron atendidos, al contrario se escuchan como respuesta algunas palabras del policía: “relájate”, “ríndete”, "¿qué quieres que haga?". Una demostración de la “sordera” e indolencia de un sistema establecido por siglos, con fuerza y violencia, para mantener los privilegios de unos pocos a costa de la deshumanización y el despojo de una gran mayoría, los más débiles.

Entonces no sorprende que fuese el reporte de un billete de veinte dólares, supuestamente falso, en un almacén en Minneapolis, el detonante de tanta brutalidad policial, pues, finalmente, son los valores (el dólar) y los principios del sistema capitalista los que han privilegiado la concentración de la riqueza sobre el valor de la vida, en todas sus formas, y sobre la vida misma del planeta.

Por último, antes del triste y vergonzoso desenlace, Floyd invoca a mamá. Quiero interpretar este, su último llamado, como una invocación a la fuerza femenina como aquella que, visibilizada y fortalecida, podría guiar la transformación creativa de nuestro proyecto de humanidad que supere los valores del patriarcado, también establecido por siglos en nuestras sociedades.

Pienso que, además del dolor que sentimos todos como humanos, es también la esperanza en nuestra humanidad universal, como fuente misma de transformación, la que animó el impresionante y alentador movimiento global en contra del racismo, con manifestaciones en distintas ciudades, países y continentes  del mundo. Esto puede significar, entonces, una nueva expresión de una conciencia humanitaria global, que sin duda, impulsará las luchas contra el racismo en nuestras sociedades.

[1] Manifestaciones en París dicen que importan la vida de negros y blancos

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