Conmemoramos un siglo de la revolución rusa. Esta tiene dos momentos: febrero y octubre de 1917. En ambos fueron determinantes los soldados. Estos, cansados y desmoralizados de la guerra (Primera Guerra Mundial), en cumplimiento de la alianza franco-rusa contra los alemanes, se sublevan contra el régimen zarista, derrocando a Nicolás II en febrero. Pero entre los militares no hubo un líder capaz de guiar el proceso ni asumir el poder. Tampoco lo hubo entre los civiles de avanzada, pues los connotados líderes bolcheviques, como Lenin, Trostki o Stalin, se encontraban en exilio o presos; aprovechando las circunstancias, grupos de la emergente burguesía nacional, representados en los partidos socialrevolucionarios, Mencheviques y kadetes, se toman el poder.
Estos sectores solo pretenden una revolución política, consistente en sustituir a la monarquía Zarista e implantar un régimen que responda a sus intereses sociales, excluyendo a campesinos, obreros y demás sectores populares. El campesinado era el sector social mayoritario, el 80% de la población rusa es campesina y vive en condiciones deplorables, pues las relaciones socioeconómicas del campo son de corte medieval.
Se crea un gobierno provisional, en cabeza de un comité provisional - todo es provisional - que surge de la Duma, incapaz de realizar reformas exigidas por los sectores populares y el mismo ejército. La situación es insostenible: carestía de la vida, escasez absoluta de alimentos, la guerra, las continuas huelgas de obreros, urge cambios estructurales.
Es en ese contexto en que los Bolcheviques, siendo un partido minoritario, bajo la dirección de Lenin, quien había llegado de Ginebra, en abril, elaboran un programa sencillo de cuatro puntos: paz inmediata, sin indemnizaciones ni anexiones; tierra a campesinos pobres; control de las industrias y las fábricas por parte de los obreros y gobierno de los soviets. Esto fue suficiente para que el pueblo abandonara al gobierno provisional, llegando incluso a odiar a socialrevolucionarios, partido este que alcanzó a ser mayoritario en Rusia, y respaldara a los Bolcheviques. Desde luego Lenin es un verdadero líder, arrollador de masas, con absoluto prestigio personal.
Los leninistas se ponen al frente del movimiento popular, de las huelgas obreras, de las sublevaciones campesinas y del grito de paz de los soldados. En tiempo récord, 5 meses, los bolcheviques son mayoría. Las represiones del gobierno provisional no se hacen esperar. Lenin tiene que irse a la clandestinidad y sus periódicos cerrados. Pero esta represión solo logra acelerar la revolución, siendo Petrogrado, capital en ese entonces de Rusia, el escenario insurreccional. Bolcheviques y soviets, están decididos tomarse el poder, cuentan con el ejército y milicias obreras (Guardia Roja), comandado con el Comité Militar Revolucionario.
En octubre se dan las condiciones para la toma del poder, aunque el ejército está con la revolución, hay grupos militares como los Junker, los Cosacos y Batallones de Mujeres, leales al gobierno provisional. Estas fuerzas protegen el Palacio de Invierno, pero la fuerza insurreccional es invencible, siendo asaltado dicho palacio al amanecer del día 25 de octubre. Coincide esta acción con el segundo Congreso de Soviets de toda Rusia, surgiendo de este evento los miembros del gobierno Bolchevique, con el nombre de Consejo de Comisarios del Pueblo, cuyo presidente es Vladimir Lenin.
El primer acto de gobierno de Lenin es la elaboración de cuatro decretos con los cuales cambia el destino a Rusia: decreto sobre la paz, con el cual pone fin a la guerra; decreto de confiscación de grandes propiedades de tierra, entregándoselas a comités agrarios y soviets campesinos; decreto de fábricas e industrias bajo la dirección de los obreros y decreto sobre igualdad y soberanía a todos los pueblos rusos.
No es fácil la construcción del socialismo, movimientos conntrarevolucionarios, encabezados por el depuesto gobierno, llama a desconocer el régimen de los bolcheviques, a quienes llama usurpadores golpistas. Su tarea es la de boicotear y sabotear, estos movimientos consiguen apoyo de potencias como Inglaterra, Francia, Alemania, entre otros. La situación se torna compleja, el aparato productivo se destruye. La inflación es galopante, lo cual conlleva a una economía del trueque y a los bonos que sustituyen el dinero en la actividad comercial. Pero la mayoría del pueblo ruso es consciente, rechaza la burguesía nacional y apoya el gobierno revolucionario.
Con la revolución rusa se asestó un golpe a Alemania, a sus aspiraciones imperialistas, a la monarquía zarista, a la burguesía nacional, que posiblemente llevaría a esa nación a una economía de mercado tipo occidental, y reactivó el movimiento socialista a nivel mundial, cuyo epicentro es Moscú.