Sigan extrayéndole la sangre a la madre tierra, insensata humanidad

Sigan extrayéndole la sangre a la madre tierra, insensata humanidad

"¿Hasta dónde el llamado crecimiento económico no sostenible nos va a conducir? Ya es hora de reevaluar la palabra 'progreso'. El desarrollismo a costa del fatalismo"

Por: German Peña Cordoba
octubre 11, 2017
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Sigan extrayéndole la sangre a la madre tierra, insensata humanidad

¡Qué humanidad! ¿Hasta dónde me vas a llevar? nos dice el salsero Willie Rosario en su disco. Los árboles no nos dejaban ver el bosque, pero como cada día hay menos arboles por culpa de la tala, el panorama se ve absurdamente más despejado y desértico. Ahora podemos ver mejor el paisaje. A lo lejos o cada día menos, lejos divisamos el apocalipsis, el acabose, la destrucción o el futuro desastre. Sin entrar en profundidades religiosas se habla del Armagedon, termino bíblico que en el libro el apocalipsis habla del fin. ¿Hasta dónde el llamado crecimiento económico no sostenible nos va a conducir? Ya es hora de reevaluar la palabra “progreso”. El desarrollismo a costa del fatalismo.

Insensata humanidad: sigan extrayéndole la sangre a la madre tierra, “la Pacha Mama”, como le llama la cultura indígena, que tanto subestimamos en su innata sabiduría. Sigan extrayéndole a este pequeño y diminuto globo terráqueo 95 millones de barriles de petróleo diarios para mover carros, motos e industrias y  contribuir al cambio climático. Con su conversión en dióxido de carbono, esta fuente de energía sucia se dirige directamente a la atmósfera a producir “el efecto de invernadero”, contaminar el medio ambiente  y viciar el aire que respiramos. El desastre total, que insensatos y necios como Donald Trump niegan, la estulticia en el poder. Dice más un sabio cuando calla, que un necio cuando habla.

Que se sigan creando vacíos en su interior, que forman inevitables desbalances y desequilibrios. Las capas tectónicas buscarán sus reacomodos naturales por la falta del cartílago que le proporciona el hidrocarburo. Lo que sucede es similar a la articulación de la rodilla que cuando se le agota la almohadita llamada cartílago, estas comienzan a traquear, perdemos el equilibrio y nos vamos al piso. Un sismo es una liberación de energía que viene desde las profundidades y en forma de ondas nos llegan a la superficies cizallando las estructuras de los edificios y estos caen como castillos de naipes bajo un efecto dominó. Disparan esfuerzos en todos los sentidos y enloquecen la hasta ahora quieta edificación, que solo ha tenido un normal asentamiento. Son los temblores de tierra, los temblores.

El mejor amigo del hombre, el perro, aunque para mí el mejor amigo del hombre es el urólogo, percibe la onda anticipadamente en la planta de sus patas. Por su parte, las lombrices emergen presurosas de la tierra y la vacas mugen sin cesar. No es ningún misterio: detectan la onda que viene subiendo antes que el hombre. Es el temblor de tierra que ninguna ciencia hasta ahora puede predecir.

Lo sucedido en México aterra, edificios que se desploman como cajitas de cartón. Por otra parte, preocupa que en nuestro país no se le dé la verdadera importancia a la aplicación de las normas de sismoresistencia contenida en el NRS/10. Ninguna construcción por elemental que sea se puede realizar sin un cálculo estructural serio hecho por un ingeniero civil especialista en estructuras. Ninguna. Eso de que los maestros de obra saben más que los ingenieros civiles es una abstracción inútil, vacua y sin sentido. El empirismo nunca suple lo basado en lo científico y matemático.

No se puede disociar el origen de los temblores con el desequilibrio que produce la excesiva extracción de combustibles fósiles y gas natural y menos en el Golfo de México, donde hace 60 millones de años la Península de Yucatán fue impactada por un asteroide cuya potencia equivalió a millones de megatones, mil veces mayor a la bomba nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Producto del impacto del asteroide la tierra se enfrió y una nube de polvo oscureció el ambiente terrenal y desaparecieron los dinosaurios que hoy dan origen a ese recurso finito llamado petróleo. Diferente al recurso del agua, que es un recursos superficial o fuentes de agua subterráneas, que se evapora y vuelve y cae. Es un recurso renovable que dicen se agotará en mil años. Menos mal: para esa época ya no estoy.

¿En realidad eran tantos los dinosaurios sobre la faz de la tierra para con su descomposición producir ríos de petróleo? Difícil de creer, pero no me voy a meter en “camisas de once varas". Es una pregunta que siempre me he hecho.

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