Siete lecciones del paro nacional

Siete lecciones del paro nacional

Las convocatorias deben ir de la mano de una amplia divulgación de las razones de las movilizaciones: este es uno de los aprendizajes

Por: Fernando Alexis Jiménez
mayo 11, 2021
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Siete lecciones del paro nacional
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

El que inició el 28 de abril en Colombia es el paro nacional más grande en toda su historia. La movilización gigantesca en todo el país, a diferencia de otras que han ocurrido desde 1977, integró todas las expresiones de inconformidad popular, en las marchas y bloqueos. El saldo es de casi 40 muertos (dos terceras partes de población civil), 1613 heridos y 2113 denuncias por abusos de la fuerza pública, al tiempo que el ánimo enardecido de millares de personas sigue enarbolando el deseo de proseguir.

El presidente Iván Duque Márquez, quien subestimó las actividades y esgrimió el argumento de la “tercera ola del COVID-19” procurando que los manifestantes no salieran a las calles, debió admitir que el país se le salió de las manos. De hecho, bajo la presión popular y aún de la clase politiquera, debió desplazarse hasta Cali, declarada como “capital nacional de la resistencia”, en la madrugada del 10 de mayo. Sin embargo, su mensaje fue dictatorial: “Tierra arrasada”. En otras palabras, vía libre a la fuerza pública para que siga arremetiendo contra el pueblo.

Lecciones del paro

El paro nacional de Colombia arroja varias lecciones que se deben tener en cuenta para movilizaciones futuras, en procura de reivindicaciones para las clases populares:

1. Las convocatorias deben ir de la mano de una amplia divulgación de las razones de las movilizaciones. Esto debido a que infinidad de colombianos, que son los más golpeados con la arremetida tributaria, de salud y las reformas pensional y laboral, al desconocer sobre el tema, salieron a abogar por el presidente, Iván Duque Márquez. Las víctimas defendiendo el gobierno de su victimario.

2. Una convocatoria con fundamento en reivindicaciones comunes congrega pueblo. Quedó probado que un llamamiento a las clases populares alrededor de temas que concitan su interés, aviva la participación de todos, sin distingos. Las marchas no deberían ser por casos puntuales, porque muchas personas se hacen a un lado o se sienten al margen.

3. Las convocatorias deben reunir a todas las fuerzas políticas. No podemos seguir pensando que solamente los de un ala de pensamiento en particular, somos quienes jalonamos la lucha. Como insistiera en su momento el fallecido comandante del M-19, Jaime Báteman Cayón, es necesario converger en el “sancocho nacional” en el que todos ponen y se llama a las fuerzas políticas tradicionales, inconformes, a ser partícipes. Esta no puede ser únicamente una bandera de la izquierda y el movimiento obrero, popular, indígena, estudiantil y campesino.

4. La necesidad de mantener cohesión entre todos los sectores. Camioneros y gremio de taxistas se sumaron en un comienzo, pero progresivamente se desligaron en muchos lugares del país. Además, demostraron que les asistían intereses particulares y no de colectivo. Otro elemento preocupante el definir un comité nacional de paro y acoger sus directrices. Caer en la actitud de “ustedes no nos representan” favorece los intereses del gobierno nacional.

5. La importancia de prever los corredores humanitarios. Una de las principales protestas ciudadanas, pasada una semana de bloqueos, fue la falta de alimentos. Ligado a esto, la negativa de grupos pequeños de permitir los corredores humanitarios para el ingreso de alimentos, combustibles y medicamentos, entre otros. ¿El resultado? Brotes de inconformidad y molestia de aquellos a quienes necesitamos: a los ciudadanos del común.

6. Los bienes públicos como el transporte masivo, son necesarios. Se trata de algo estratégico. ¿Qué se saca con vandalizar —al menos para quienes lo hicieron— una estación de transporte? Absolutamente nada. Por el contrario, alejar a los sectores obreros que pueden ser aliados. De igual manera el vandalismo de algunos grupúsculos a los supermercados, desdibujaron el propósito original del Paro Nacional.

7. No caer en las estrategias desinformativas del gobierno. Las fuerzas macabras del gobierno supieron utilizar las redes sociales para tratar de deslegitimar la protesta social y muchos compañeros sucumbieron a esos planes. Todo mensaje que busca bajar la moral de los participantes, con contenidos amenazantes o informaciones faltas, deben ser desenmascarados y no convertirnos en caja de resonancia replicándolos.

¿Para qué se integra un comité del paro?

Un comité de paro, a nivel nacional, regional y municipal, busca unificar esfuerzos y coincidir en temas reivindicatorios. Es evidente que, si se abre un compás de diálogo, es ese conjunto de integrantes, quienes llevan la vocería. Es cierto, en el desarrollo de actividades, sin duda se sumarán varios sectores. Bienvenidos. Pero una vez lo hagan, deben avanzar en la misma dirección.

En caso de una negociación que atienda los puntos de las demandas, se debe acoger. Sin embargo, el paro nacional del 21 de noviembre del 2019 demostró que hay quienes definitivamente no aceptan absolutamente nada. Por el contrario, cuestionan a quienes llevan la vecería, dirigiendo hacia ellos términos peyorativos. ¿A quién favorece esa actitud? Al propio gobierno que aplica apropiadamente el principio de “divide y vencerás”.

No podemos desconocer todo lo que encierran las lecciones aprendidas, menos en el paro nacional #28A que marcó un hito en la historia de Colombia y traza un sendero para las nuevas generaciones.

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