Siba, la criollita callejera

Siba, la criollita callejera

Lo único que quiero es que Siba regrese y que pueda llevarla de inmediato a ponerle su plaquita, y si es posible, un chip, para que no se me vuelva a perder

Por: Diana Abril
noviembre 06, 2024
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Siba, la criollita callejera

La conocí por Facebook, por una publicación que hizo una rescatista. Para ese momento, la perrita estaba en celo y, además, se notaba agotada cuando la recogieron tanto la rescatista como su familia. Cuando la vieron la primera vez, estaba rodeada por unos 5 o 6 perritos, y tirada en el piso, en el parque El Tunal, mientras la familia hacía ejercicio. Al regresar, al mismo punto, la perrita seguía en la misma situación. Estaba acostada, y llamó la atención de la familia. La persona que me la entregó, Milena, se sentó al lado, a ponerle cuidado, y observó a una familia, que se acomodaría para comer en el sitio donde estaba la perrita, mientras los niños le pegaban con una pelota. Entre tanto, los padres de los niños miraban, y se reían por ello. La perrita estaba tan cansada que solo levantaba su cabecita, pero no se movía.

Los perros estaban esperando a que Siba, como le pusimos con mi pareja, por el personaje ficticio Ziva David, de la serie NCIS: Criminología Naval, se parara, para poderla montar. Milena y el esposo se la llevaron para la casa, mientras le pasaba el celo; su hija la llevó alzada, porque no quería caminar. Duró durmiendo por casi 24 horas, le pusieron una camiseta, un saquito, comió algo, pero no se volvió a levantar en ese tiempo. Duraron un mes larguito con ella, y apenas le pasó el celo, contactaron a un veterinario por medio de la hermana de Milena, a fin de entregarla en adopción, pues, por el espacio tan pequeño en donde vivían, les era muy difícil hacerse cargo. Además, la perrita ya comenzaba a hacer algunos destrozos. En ocasiones, les tocaba amarrarla, porque se hacía popó en todos lados de la casa, rompía las cobijas, y las correas, para poder soltarse. De cualquier modo, y pesar de los daños que hacía, la hija de Milena le reprocha a su mamá, todavía, haberla entregado en adopción, y lo hace de manera constante.

Cuando hicieron la publicación en Facebook, mi pareja me mostró su foto (se parecía mucho a nuestra perrita Kira), y le dije enseguida que preguntara. Habíamos acabado de pasar por una situación amarga, y yo buscaba, de alguna manera, agrandar la familia perruna. Cuando Milena y su familia nos la entregaron, en el Éxito de Suba, habían pasado unos diez días de haberla operado. Apenas la vi, noté que era de un tamaño más grande del que había visto en las fotos, pero, incluso así, decidimos quedarnos con ella. Mi pareja y yo ya teníamos a otra perrita a Kira, y cuando Siba llegó, las dos vivían peleando, como hermanas humanas. Y hoy en día todavía lo hacían, pero, mucho más por los celos de Kira, porque no permitía que le diéramos cariño, y se le encaramaba encima, como mostrándole dominación. En algunas ocasiones se pelearon muy duro, tanto, que Siba le mordió una oreja a Kira y le alcanzó a quitar un pedacito, lo mismo hizo con su ojo, en otra ocasión, sin embargo, desde diciembre del año pasado, Siba y Kira habían dejado de pelear. De cualquier manera, siempre he pensado que Siba es una perra noble que inspira respeto, por su forma de defenderse de la vida, de los humanos. 

Siba es una perra libre, así lo vivo repitiendo, además, le digo que es una perra de la aristocracia, por el modo en que cruza sus manitas cuando está acostada, y la elegancia con que lo hace. Le gusta dormir bajo mi escritorio de trabajo, en una cobijita, que decidí dejarle allí, porque ese fue el lugar que ella decidió usar para descansar cada noche. Ha viajado con nosotros a distintos lugares del país, y cuando llega, sale a correr, como si no tuviera destino. Sufre de ácaros en el oído, y un tanto de la piel, y siempre estoy pendiente de aplicarle sus remedios, que normalmente le sirven. Mi esposo la ha peluqueado varias veces, y la hemos bañado muchas muchas veces, porque, además, por una época, tenía la costumbre de untarse de caca, de barro, de lo que fuera. Todas las mañanas le abro la puerta, y sale volando, porque, reitero, es una perra libre, libre como el viento, y por más de que el tiempo haya pasado, sigue siéndolo; no se ha acostumbrado a quedarse con nosotros sin sentir esa necesidad de volar. Para ella el pasto representa una felicidad indescriptible. 

Al final me rendí con Siba, como cuando el padre se rinde con sus hijos (ovejas negras), porque, a pesar de tratar de cogerla y dejarla en la casa, muchas veces, (ella) busca estar afuera, mientras le late a todo el que pasa, como si se creyese la vigilante de la cuadra. En nuestra casa siguió haciendo males, y nunca paró de hacerlo. El último que hizo, hace unos meses, fue destrozar un sofá nuevo; parece ser que las mañas que tenía desde pequeña nunca se le olvidaron. Come cuando quiere, aunque noté que en otro lugar le estaban dando comida, porque se le veía llena, y comía un día sí, y otro no. 

Hace tres noches que Siba no llega a dormir, la primera, no nos preocupamos, porque ya lo había hecho, sin embargo, ya han pasado días, y no sabemos de ella. Muchos, alrededor, piensan que la perrita es de la calle, y tienen todos los motivos para hacerlo, pues, decidimos dejarle una casita de madera frente a nuestra casa, para que, cuando pase la noche afuera, se refugie allí, y no aguante frío. Aunque las veces que pasó por fuera son unas tres o cuatro, desde hace ocho años, que hace parte de nuestro hogar. 

A estas alturas de los días, creo que alguien se enamoró, y se llevó a Siba, y quiero pensar que es así, porque no puedo limitarme a creer que algo malo le pasó. Pero, también, estoy segura de que si es que se la llevaron, ella se irá de ese lugar, y buscará la forma de regresar. En todo caso, a medida de que pasan los días, el pesimismo me persigue. Ya he publicado sus fotos y mis datos en muchas páginas de perros perdidos, y ya hasta me llamaron, pero, para tratar de robarme. 

Lo único que quiero es que Siba regrese, y que, cuando lo haga, la pueda llevar de inmediato a ponerle su plaquita, y si es posible, un chip, para que no se me vuelva a perder. Me siento irresponsable, culpable, y sé que cometí errores al pensar y tratar de verla así: como una perra libre y feliz por serlo, aunque a pesar de lo que haga para que no se vaya, si es que regresa, que espero que así sea, ese siga siendo el ritmo.   

Cualquier información de Siba, comunicarse, por favor, por X: @Ag1Diana

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