El sentimiento que embarga a los habitantes de los pueblos palafitos del Magdalena es de descontento e indignación, y es originado por una inversión pública alta que muy poco ayudará a dar soluciones concretas a sus problemáticas.
En efecto, el pasado 3 de febrero se dio apertura al acta de inicio de la construcción del parador turístico en Pueblo Viejo y plataforma flotante en Nueva Venecia por un valor de trece mil millones de pesos para que colombianos y extranjeros visiten las poblaciones palafíticas y se “maravillen” con la inusual forma de construir las casas de tabla sobre las aguas de la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Sin embargo, lo paradójico de la inversión es que los visitantes encontrarán una población de 3500 habitantes rodeada de agua, pero sin líquido potable en los hogares, sin saneamiento básico, sin alcantarillado (Nueva Venecia y Buena Vista) y con más de una tonelada de heces (materia fecal) que caen diariamente a la Ciénaga Grande.
Pero el drama no para ahí. En la actualidad es común ver allí aguas estancadas e inmóviles por la sedimentación en los caños que no deja entrar agua dulce, por ende las bacterias y enfermedades (E. coli) están a la orden del día. Además, los habitantes o visitantes no tienen dónde arrojar los residuos, por lo que terminan depositándolos en cualquier parte de la ciénaga.
Ah, y para completar, el centro de acopio de basuras donado por la Cruz Roja Internacional, que fue un aliado estratégico de los corregimientos palafíticos al aportar recursos para tener un sitio donde concentrar residuos sólidos, que una vez extraídos del humedal se podrían clasificar, no ha resultado bien. Lo anterior porque para que el proyecto fuese viable se establecieron compromisos de asignación de recursos del presupuesto municipal como contrapartida, pero hasta la fecha se ha sido incumplido y el vertimiento de residuos continúa haciendo daño en el medio natural.
Cabe anotar que el escenario natural en donde se encuentran ubicadas estas poblaciones de pescadores es sitio Ramsar, es decir, humedal de importancia internacional. Además, es reserva de biósfera declarada por la Unesco y de importancia para la conservación de aves (AICA). Sin embargo, como se ve, ninguno de estos títulos que ostenta el complejo lagunar le ha valido por falta de un sistema de gestión que de forma integral articule la recolección en medio acuático.
Con todo esto en mente, cabe preguntarse cuánta calidad de vida y cuántas necesidades básicas se podrían cubrir con esos trece mil millones de pesos que se invertirán en el parador turístico en Pueblo viejo —municipio en alerta máxima por el alto índice de erosión costera e inundaciones— y en la plataforma flotante en Nueva Venecia.
Sea como sea, por el valor de la inversión, muy seguramente vendrá el señor presidente de Colombia Iván Duque a su inauguración. No obstante, este debería recordar que las inversiones públicas han de cumplir con los fines esenciales de un Estado social de derecho, buscando quebrar la brecha de inequidad y pobreza, y no invirtiendo en obras que lo único que logran es postergar la miseria.
Los problemas no paran ahí
Esas poblaciones palafíticas “a menos de un metro de la muerte” lanzan un llamado de ayuda porque también hay más de cuarenta puntos de electricidad con cables pelados y sin protección alguna, y diariamente la población transita al lado de estas trampas mortales. La incertidumbre se incrementa en la medida en que hay niños que juegan en esas aguas, justo al lado de esos cables sin protección, y las consecuencias de un accidente serían letales, tal y como lo cuentan los pobladores. Ya ocurrió hace dos años en Buena Vista una situación de estas, en donde un niño murió electrocutado a causa de la problemática, sin mencionar los casos de alrededor de 15 perros y por lo menos 7 cerdos.
Cada una de estas problemáticas han sido llevadas con un lenguaje propositivo y asertivo a las diferentes entidades territoriales para buscar soluciones urgentes, pero han hecho caso omiso. Una de esas visitas fue el pasado 12 de julio, cuando nos reunimos con Fidel Vargas Salcedo, director de Turismo Departamental, quien pasó por alto la búsqueda de soluciones a las problemáticas de los palafitos.
Por otro lado, en el puesto de salud solo hay una enfermera, el médico atiende máximo dos veces a la semana, no hay medicamentos (además, ir a la cabecera municipal por ellos sale muy costoso), ni manera de remitir un caso de emergencia a la cabecera municipal, pues la lancha que sirve de ambulancia se encuentra desde hace algún tiempo fuera de funcionamiento por falta de combustible.
Y en el caso de la educación, la situación no es mejor. Aunque el pasado 24 de octubre del 2018 los titulares de los medios de comunicación locales mencionaron que el Magdalena alcanzó el 98% de cobertura, nos preguntamos si nos tuvieron en cuenta para esa medición, pues el analfabetismo en los pueblos palafitos alcanza altos niveles. Como ya se sabe, aprender a leer, escribir, sumar y restar puede transformar la vida de la población.
Los horrores del pasado
Hay un recuerdo que también atormenta la memoria colectiva de la comunidad y que vuelve a la mente resiliente de la población pescadora: los horrores vividos en el año 2000, cuando grupos paramilitares asesinaron a parte de la población por una disputa de los territorios palafitos.
Pues bien, algunos creen que la construcción de un parador turístico para traer a extranjeros puede desatar una oleada de inseguridad, por eso se requiere con urgencia un trabajo rápido y efectivo con la población para erradicar sus miedos y los fantasmas del pasado, que habitan en medio de la pobreza extrema.
"Pensemos en que cada extranjero trae consigo un celular de 500 dólares, una cámara profesional de 2000 dolores, reloj de 500 dólares y otros artículos que suman otros 500 dólares. Es decir, más de 12 millones de pesos por persona, esto multiplicado por el número de turistas que vayan en una lancha suma más de 120 millones de pesos" dice un residente de la zona al señalar que "esto llamaría enseguida la atención de grupos criminales organizados que entrarían nuevamente en disputa por el territorio".
Aunque oponernos a la construcción del parador turístico sería una manera fácil de visibilizar el sentimiento colectivo, lo que busca la comunidad es transformar las narrativas para que las entidades territoriales sientan empatía con las necesidades de la población, salgan de su zona de confort y quiten de sus corazones toda la desidia.
En consecuencia, la población pide una mesa de concertación con la administración departamental, en cabeza de la señora gobernadora y los secretarios de despacho, para dar solución a las problemáticas mencionadas. Así mismo, se invita a los representantes a la Cámara por el departamento del Magdalena (Carlos Mario Farelo Daza, Kelyn González Duarte, Franklyn Lozano de la Ossa, Hernando Guida Ponce y José Luis Pinedo Campo) y a los senadores de la región (Fabián Castillo Suárez, Antonio Luis Zabaraín y Honorio Henríquez Pinedo) que se hagan presentes, al igual que la Procuraduría, la Defensoría y los demás órganos de control para que sean garantes de derecho para el seguimiento de los compromisos.
Si las entidades territoriales deciden ignorar la voz propositiva de las comunidades palafitas, la indignación será aún mayor y tendremos que tomar medidas para el caso. Al final se trata de construir entre todos un mejor país.
* Veeduría Unida de Nueva Venecia (Octavio Gutiérrez Mendoza, Yainci Moreno Ayala y Cristian Amado Reyes).