Si tiene que arder el país, que arda

Si tiene que arder el país, que arda

“No es pecado pelear por la justicia; al contrario, eso es buena obra. Recuerda que existen oponentes que jamás entenderán con la palabra”

Por: Santiago Molina Roldán
noviembre 20, 2019
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Si tiene que arder el país, que arda
Foto: Las2orillas

La violencia siempre podrá y deberá ser una opción cuando la única respuesta del tirano es la indiferencia y la represión. Ya lo dice la declaración universal de los derechos humanos: “es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. En tal sentido, sí se justifica recurrir a la rebeldía para luchar contra un régimen opresor y tirano, entendiendo rebeldía como la acción de tomar las armas para luchar contra un régimen que se considera injusto, buscando instaurar uno justo, como lo afirmaba el maestro Carlos Gaviria.

Thoreau, por su parte, decía que todos los hombres reconocemos el derecho a la revolución o a resistirnos al gobierno cuando su tiranía o ineficiencia son grandes, pero casi todos afirmamos que todavía no es el momento, decía el norteamericano… como en este país, que no sé a quién estamos esperando para que nos salve, a sabiendas de que estamos un país que va hacia el desbarrancadero.

Creería que ya va siendo hora de prender llantas y tirar molotov, si es necesario. Cientos de manifestaciones, paros y marchas fragmentadas y esporádicas no han logrado pellizcar a este ni a los otros gobiernos para que, de una vez y por todas, miren a los pobres y desfavorecidos, que son la mayoría. No puede ser que un gobierno masacre a 18 niños, y solo tenga lugar la renuncia de un ministro, ni siquiera de la cúpula militar; aunque en un país decente, hasta el presidente se hubiera hecho a un lado. Tampoco puede ser que haya departamentos en donde la pobreza multidimensional supere el 50%, aun cuando son territorios altamente ricos y descaradamente empobrecidos, como Guainía, La Guajira, y el Chocó. No puede ser que seamos el segundo país más desigual de la región y que los ricos y poderosos se sigan quedando con toda la riqueza del país, mientras los pobres y desfavorecidos reciben migajas en país tan rico. No puede ser que el Dane afirme, de manera descarada, que no es pobre quien gane, al menos, 250.620 al mes. Ya todas estas inconformidades se han manifestado en las calles en innumerables ocasiones, pero los poderosos se siguen haciendo los de la vista gorda.

Durante estos días he estado en México, y es increíble ver cómo acá la gente puede tener acceso a muchas cosas y de manera gratuita o a muy bajo costo: museos, grandes parques, un metro que cubre gran parte del territorio, un pasaje de bus y metro que no sobrepasan los mil pesos colombianos y hasta servicios públicos gratuitos para ciertas regiones, además de comedores comunitarios y programas que fomentan la creación de empleo. Regresaré triste a Colombia, un país que lo que tiene de bonito en el metro de Medellín, por ejemplo, lo tiene de excluyente para las clases populares, con un pasaje que sobrepasa el triple de lo que cuesta en México y que, además, cobra por algunos trasbordos.

En fin. Reafirmo: si para lograr lo que piden a gritos los más desfavorecidos, se tiene que recurrir a la violencia enmarcada en la rebeldía, pues que se recurra a ella. No apoyo esa violencia que enarbola exigencias quiméricas que están lejos de la realidad y que solo buscan destruir sin tener un objetivo popular y común.

John Locke planteaba que se justifica el derecho a la resistencia cuando el gobernante no responde ante los derechos de los gobernados y viola sus derechos, generando así un estado de guerra frente a su pueblo, frente a lo cual este adquiere el derecho legítimo de resistir al gobernante y de forma violenta si fuera necesario. ¿No creen que ya nos han violentado demasiado? ¿Qué más nos tienen que hacer?

Ahora, este paro no deberá ser flor de un día, como seguramente sucederá porque, además, estamos ad portas de las fiestas decembrinas. El gran paro deberá ser fuerte y duradero, si se quieren resultados. Una marcha multitudinaria que llene las calles de toda Colombia no va a ser suficiente si solo va a ser durante un día o dos, y es que seguramente pocos permanecerán en pie en los campamentos y plantones, porque miles solo marcharán por el furor mediático que ha provocado este evento del 21 de noviembre.

¿Qué irá a pasar? No sé, pero si debe arder TransMilenio, la policía o el metro, que ardan, siempre que no ardan un solo día y por mero impulso pseudorebelde. Si no han escuchado por la vía pacífica, es hora de enarbolar las banderas de una rebeldía fuerte e incendiaria. En algún capítulo de Dragon Ball Z (perdón por la cita poco académica), el Androide 16 le dice a Gohan que “no es pecado pelear por la justicia; al contrario, eso es buena obra. Recuerda que existen oponentes que jamás entenderán con la palabra”.

@TiiagoMolina

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