«Si tenéis en vuestras manos los derechos de la mujer, dádselos y os sentiréis mejor […] El hombre de color ha conseguido sus derechos, pero nadie […] se preocupa por los derechos de las mujeres de color [Aplausos], el hombre de color será dueño de la mujer y sencillamente estaremos tan mal como antes [Carcajadas]»
Fue en 1851, cuando la exesclava emancipada Sojourner Truth, oradora en la Convención de los derechos de la Mujer en Akron, Ohio, donde pronuncio su célebre discurso ¿Acaso no soy mujer?
La historia —sobretodo, cómo nos la han enseñado— no es únicamente para revisar lo ocurrido, sino que debería servirnos para responder interrogantes y solucionar problemas del presente.
Truth, quien tenía en ese entonces andaba por los ochenta —murió, según se grabó en su lápida, con 105 años—, en ese discurso pionero del feminismo negro norteamericano insistió en una idea clave: los hombres habían tenido a las mujeres como esclavas tanto tempo que pensaban que le pertenecían, igual que los esclavistas tenían esclavos y pensaban que eran de su propiedad.
La evocación viene a cuenta, al menos para mí, ante la fenomenal garroneada que la dirección de la central de trabajadores uruguayos—PIT-CNT— quiere disimular al cooptar la movilización más numerosa de que se tenga memoria en Uruguay en lo que va del siglo XXI y una de las mayores registradas en la historia uruguaya: la manifestación del 8 de marzo de 2017.
La recuerdo perfectamente, me encontraba en Montevideo, paralizó el centro y adyacencias de la ciudad a partir de una hora en que no distorsionó el funcionamiento ciudadano.
La masiva concurrencia de mujeres no tenía antecedentes. Cientos de miles de mujeres de todas las edades, de todas las organizaciones de mujeres que activan en la condición de la mujer; de quienes asistieron de manera individual, de organizaciones sociales, sindicales, «de todas partes vienen», dijera la poeta uruguaya Idea Vilariño.
A la convocatoria adhirieron las mujeres de todos los partidos que integran el espectro político —en Uruguay solo la izquierda agrupada en el Frente Amplio cuenta con una treintena entre partidos y movimientos, y el actual gobierno de centro derecha que preside Luis Lacalle Pou, es una coalición de siete partidos— se manifestaron en reclamo de equidad.
Contexto. El PIT-CNT se encuentra en inmerso en una iniciativa por vía de referéndum que apunta a derogar 135 artículos de una ley de urgente consideración (LUC), iniciativa del Poder Ejecutivo y aprobada hace un año por el parlamento uruguayo con votos también de la oposición (FA) que votó el proyecto en general y se opuso a varios artículos.
La central de trabajadores PIT-CNT en el presente propone que esos 135 artículos sean derogados por el voto ciudadano.
La ciudadanía concurrirá a las urnas el 27 de marzo próximo y según el veredicto de las urnas, proseguirá la dinámica político-social uruguaya, con mayor o menor énfasis en determinados temas.
Sojourner Truth, (¿1797? -1883), activista por los DH, luchó contra la esclavitud y por la condición de la mujer. Tuvo 13 hijos, algunos de los cuales fueron vendidos cuando niños como esclavos. Fue recibida en 1864 por el presidente Abraham Lincoln en la Casa Blanca.
Uno tiene la impresión de que la dirección del PIT-CNT—no el conjunto de trabajadores varones uruguayos, obvio, — en el tramo final de la competencia por el referéndum sobre la LUC, abre sus alas y se lanza en picada sobre lo que considera una presa fácil de convertir en trofeo.
En realidad, va contra lo que ha sido la mística obrera de «unidad, solidaridad y lucha», pues con esa actitud de ave rapaz ya ha provocado desconcierto, rechazó y, naturalmente, división en el conjunto de las feministas uruguayas que, felizmente, no constituyen un partido único, sino que ofrecen un espectro de posiciones.
La diferenciación entre un dirigente ocasional de la central de trabajadores, y el conjunto del movimiento de obreros y empleados uruguayos es pertinente, pues hay antecedentes de actitudes asumidas por el presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala, en que por ejemplo se arrogó la representación «de la central sindical y del pueblo uruguayo» en su viaje solidario a Caracas efectuado en 2017 y su adhesión al dictador Nicolás Maduro: «En Uruguay, en nuestra patria de Artigas, el movimiento obrero y el pueblo es solidario, cálido y amigo de la Revolución Bolivariana.
"No hay ninguna vacilación en ese sentido". Años antes, durante su intervención en un acto oficial del gobierno uruguayo realizado en Montevideo, al que asintió la entonces presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, la saludó con un elogio: «es mucho más bonita que cuando se la ve por televisión».
La administración Kirchner había mantenido cortados durante años los puentes fluviales que unen a ambos países, lo que causó importantes perjuicios a la industria turística uruguaya.
Opciones. Si el PIT-CNT prioriza sus metas organizativas en torno a sectores sociales uruguayos que transitan, a veces en soledad o desventaja, una peripecia que requiere de apoyo, por supuesto que puede orientar su actividad hacia allí.
En 2003, un congreso del PIT-CNT se comprometió a logar la equiparidad de género representativa en las direcciones gremiales.
Diez años después la situación no había variado, según el estudio de la Universidad estatal uruguaya (Udelar): Y las compañeras, ¿dónde están? La ausencia de mujeres en cargos directivos de la central sindical de trabajadores (PIT-CNT) en el Uruguay, 2016).
«Al 2013 en el gremio de la salud el 82 % son mujeres y en el Consejo Central en quince integrantes somos dos mujeres. Esto demuestra que las mujeres también votan hombres, y que la lucha hay que darla contra un patrón socio-cultural y debe darse todos los días y va a llevar mucho tiempo», sostiene Carmen Millán, en el trabajo citado.
También el PIT-CNT podría atender lo que se plantea desde otros análisis con perspectiva de género: «la cuota de género mencionada antes no ha sido implementada hasta ahora debido a la autonomía de los sindicatos con respecto a la central, lo que hace difícil que se lleven a cabo medidas así.
Esto demuestra una resignación por parte de los sindicatos de resolver esta problemática, lo que puede llevar a la siguiente pregunta: ¿cómo en una organización que lucha por la igualdad social pueden manifestarse desigualdades también sociales?», según el periódico Cotidiano Mujer, de julio 2019.
El secretariado del PIT-CNT puede también atender el reclamo hecho en de 2019 por Margarita Rodríguez, integrante de la Federación de Funcionarios de Salud y Pública y del Departamento de género de COFE, quien decía estar convencida que hay una «tendencia» a relativizar y minimizar la verdadera importancia del problema. «Es lamentable, pero sucede y eso también es algo que debemos revertir».
Ni hablar que, en materia de trabajo social, la central de trabajadores puede aplicarse a la situación de los menores y embarcarse en el diseño de un sistema de información y evaluación adecuado para el abordaje de la violencia intrafamiliar.
Quizás incursionar en lo que la psicóloga uruguaya Carmen Rodríguez denuncia en su libro Lo insoportable en las instituciones de protección a la infancia (Editorial Azafrán, 2016), «que pone al desnudo nuestra incapacidad —como comunidad académica y política— para revertir el sórdido escenario (el inframundo dice la autora) que queda descubierto a pesar de los ingentes esfuerzos humanos y financieros que se han emprendido con tal fin» como ha escrito en el posfacio del libro el prestigioso psicoanalista y docente uruguayo Marcelo Viñar.
En fin, opciones hay para canalizar ese inopinado intento de copamiento de la movilización del 8 de marzo. La palabra «garroneros» es ya suficientemente elocuente, pero el hecho mismo, es repudiable.
(*)garronero, sust/adj 1 coloq. Persona que tiene el hábito de pedir cosas prestadas o favores a los demás, especialmente dinero. 2 coloq Persona que aprovecha toda ocasión que se le presenta para obtener beneficios de los demás, como p.ej. hacerse invitar o pagar algo. De —ronga // ir de [colarse]. (Nuevo Diccionario de Americanismos. Tomo III Nuevo Diccionario de Uruguayismos: Ursula Kühl de Mones, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1993).