Sí, soy boomer, maldito millenial
Opinión

Sí, soy boomer, maldito millenial

Me importa un comino sin van a pagar dos millones de pesos por ver a un impedido como Bad Bunny pero me desespera el desprecio de esta generación

Por:
enero 26, 2022
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Trabajo con gente veinte años menor que yo. Son mucho más inteligentes que yo. Me gusta trabajar con ellos. Aprendo un montón. Le tengo miedo al ridículo. Siempre me han parecido ridículos esos señores que no aceptaron que envejecieron, que quieren seguir siendo jóvenes con sus novias veinteañeras y sus rumbas de reguetón. Así que no me gusta, ni me interesa que me guste el puto Reguetón. Me parece ridícula la señora esa de la Carolina Sanín intentándole caer bien a los pelados con sus columnas sobre Bad Bunny densas, carrasposas, imposibles como un ladrillo. No me tiene porque dar pena decir que todavía compro discos. Es más, todavía creo que es muy cool comprar discos. Los discos son lo máximo. Existen, mientras uno los escucha los puede ver. Los compro nuevos. Me gusta ser el primero en destaparlos. Valen. Son mis juguetes. Soy un niño con una tarjeta de crédito. Nunca compraría un disco que no escuché en mi adolescencia. Uno es lo que es hasta los 25 años. Sobre todo en la música. Por eso es que es hasta Blind Melon. Hasta el 95 por ahí. De los 90 Nirvana, Alice in Chains, Soundgarden, PJ Harvey, Nick Cave, toda la santa lista. De los setenta y sesenta lo que sobreviva, por cierto, ¿vieron el documental de Todd Haynes que está en Apple? Me gusta la música, los discos, si, soy boomer, maldito milenial.

No soporto el reguetón. El reguetón no es como el uribismo. Conozco mucha gente brillante que fue a ver a Karol G. No conozco a nadie inteligente que haya votado por Duque. Me parece horrendo todos esos cuarentones, que además escuchan todavía los Hombres G y Vilma Palma- sí, los recontraputos Vilma Palma- y que respingan la nariz porque los muchachos van a pagar dos palos para ver a Bad Bunny. ¡Qué hagan con su plata lo que quieran! Lo que me molesta es que a los milenials les parezca extraño que existan personas que todavía resisten con el rock.

Antes del rock no había nada. Ni siquiera existiría el concepto de juventud si los Beatles no hubieran aterrizado en Nueva York en el frío otoño de 1963. Por eso sus abuelos, a los 16 años, ya tenían bozo, cinco hijos y sombrero. Se pasaba de ser niño a trabajar. El estado de bienestar permitió que los muchachos tuvieran tiempo para vivir en rebeldía. Acá, como no hubo estado de bienestar, no llegó el rock. Había que tener plata en los setenta para que llegara el rock. Por eso la mayoría de señores de sesenta años son tan regodos. No es lo mismo crecer con Jimmy Hendrix que con Los Graduados. Acá el rock llegó en 1988 en el famoso Concierto de Conciertos. Estábamos tan confundidos que, antes de tocar Miguel Mateos, vino Franco de Vita. En el rock cabía más de un género.

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No entender que uno esté escandalizado porque ver a Bad Bunny en vivo cueste el doble de lo que costó ver a los Rolling Stones es un despropósito, un insulto a la razón

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Iba a escribir, y borré. Iba a decir que el rock despertaba la rebeldía y el reguetón el perreo. Mentiras. Acá las revoluciones más duras de los últimos tiempos han sucedido desde noviembre del 2019 para acá, y la hicieron personas que escuchaban reguetón. Decir que es una misógina por sus letras es desconocer que, La ingrata de Café Tacuba, es una instigación al feminismo. El reguetón acaba de nacer, es un bebé y seguro tendrán su momento de explosión, sus genios como lo fue para el rock Roger Waters o para la salsa Eddie Palmieri. Pero no entender que uno no esté escandalizado porque ver a Bad Bunny en vivo cueste el doble de lo que costó ver a los Rolling Stones es un despropósito, un insulto a la razón.

Y si, soy un Boomer maldito milenial y si no lo entiendes tu maldita tolerancia que pregonas en redes no es más que oropel y si no empiezas a combinar Maluma con los clásicos tu generación será sepultada por el huracán de la historia que al final pone cada cosa en su lugar. Porque vas a envejecer, tu música va a envejecer, de pronto más rápido que la mía y el mundo no lo inventó Camilo Echeverry en siete noches de pasión cristiana con Evaluna. No, no me gusta el reguetón y soy mi papá cuando me decía hace 30 años que es una porquería. Soy un maldito viejo y tengo derecho a serlo.

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