Sí se puede tener vivienda digna, alimento, salud, educación y trabajo para todos. Sí se puede avanzar en el conocimiento, la ciencia, la cultura, las letras, las artes. Sí se puede progresar materialmente, alcanzar el bienestar y el crecimiento personal y social; sí se puede hacerlo en armonía con la naturaleza, de manera sostenible. Sí se puede desintoxicar el planeta. Sí se puede rescatar la política. Sí se puede manejar las diferencias, ampliar y consolidar la democracia. Sí se puede lograr la libertad para los individuos y la sociedad y que los derechos humanos sean una realidad. Sí se puede superar la adversidad. Sí se pueden abandonar el egoísmo, la codicia, la violencia. Sí se pueden dejar todas las armas. Sí se puede lograr la paz. Sí se puede ser humildes ante la grandeza del universo. Sí podemos y debemos cambiar el mundo.
La naturaleza obliga. El crecimiento tiene límites como lo advirtió el trabajo del MIT publicado en 1972, por encargo del Club de Roma. No se pueden mantener el crecimiento de la población ni los niveles de consumo, residuos y contaminación actuales. El modelo hoy no es sostenible; los daños son inmensos, amenaza colapsar los geo ecosistemas planetarios. El empleo se precariza, el desempleo se mantiene, la marginalidad crece, los desplazados aumentan. No se han podido resolver las necesidades básicas de buena parte de la humanidad. No hay tiempo.
Se necesita evolucionar de manera inteligente. Saltos evolutivos que, al parecer, la humanidad no logra sin dolor. Debemos encontrar el camino para hacer una transición pacífica a nuevos estadios. Dejar de pensar que otros son los culpables de que estén cerradas las puertas del jardín. Frente a la crisis se deben rechazar proyectos nacional populistas, a los que algunos tribunos, con engaños, arrastran a la población e incitan a la radicalización y la violencia; restringen la democracia e imponen la tiranía para mantener los privilegios personales o de grupo, así se hunda la embarcación.
Para que esta evolución se de en paz se necesita un esfuerzo descomunal de conciencia individual y colectiva. Repensar el papel de cada uno en función del bien común, tramitar las diferencias y actuar con altruismo en el marco universal renovado de las naciones unidas y los pueblos.
¡Sí podemos y debemos cambiar el mundo!
A la memoria de Belisario Betancur, apasionado de la obra de Mutis y sus repercusiones científicas, culturales y políticas, miembro de las academias y del Club de Roma, amigo, solidario, empresario, político humanista, demócrata, ilustrado, culto, feminista, ambientalista, presidente utopista, impulsor de la ciencia y la cultura, luchador por la equidad, humilde y grande ante la adversidad, hombre de paz.
* Pablo Leyva, Secretario Ejecutivo de la Segunda Expedición Botánica, programa de la Presidencia de la República del gobierno de Belisario Betancur.