En el marco de azulado, traslúcido cielo, resplandeciente sol, plácida, suave brisa, mágica, primaveral, tibia tarde como de mejilla de novia, mascullaban los greco-quimbayas en mí lejana, efímera, fugaz juventud, se dio la posesión –soñada– de Gustavo Petro y Francia Márquez, como presidente y vicepresidenta. Solemne, multitudinaria ceremonia efectuada en la bicentenaria plaza de Bolívar de Bogotá.
Histórico acto engalanado por bellísimas, bronceadas, coquetas, estremecedoras, hechiceras, sensuales paisanas, de piel canela, castaño pelo, pardos ojos, sonrisa de marfil. Indescriptibles, armónicas, esculturales ‘garotas’ –sabor a miel–, que convirtieron la carrera séptima, en improvisado, espontáneo, febril Sambódromo.
Multicolor, alegórica acuarela, gravada en la retina de los que atónitos, sobrecogidos disfrutamos -presencial, telemáticamente- el protocolar ceremonial, al ritmo del: ¡Sí se pudo, sí se pudo!, amplificado por una emocionada, eufórica, pletórica muchedumbre, que aplaudía –sin cesar–. Inicio de la inimaginada, ‘era Petro’, esperada hace más de medio siglo, por el excluido, famélico pueblo, que “llora su existencia con el invierno de sus propios ojos”.
Sentimiento certeramente recogido por los disertos discursos –de excelente factura– que marcaron diferencia con la anterior borrascosa posesión –para el olvido– del gárrulo, falaz, repudiable, troglodita Iván Duque, no solo por la meteorología, sino por la diatriba leída por encargo el iletrado jumento Macías –tal para cual–, esbirro del impresentable, fantoche Gobierno de amiguetes, exprimido hasta último minuto.
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Frankenstein que afanoso se ocupó los últimos días en adjudicar a dedo millonarios contratos y nombrar recomendados de la cáfila de amanuenses y lameculos, la mayoría revocados por Petro: Luz Karime Behaine, de la UT, del ‘pobre diablo’ Macías, notaria Segunda de Garzón-Huila -esposa del alcalde-. Elizabeth Zapata -esposa de Juan Diego Gómez-, Notaria 17 de Medellín. Carlos Enrique Valdivieso, notario Segundo de Bucaramanga, hermano de la exviceministra de Comercio, de la UTL de la entonces senadora, la ajada exvicepresidenta íntima de ‘Memo Fantasma’.
Valdivieso, contratista de la podrida Contraloría -con olor a albañal- coto de caza privado del cadavérico Felipillo, turbio escupitajo, espolón de proa del antropófago uribismo.
Muestra de la indignante, colosal megacorrupción, es esta sorprendente publicitada ‘chocita que tiene cercado al envanecido, insaciable, prepotente, tarado, zafio “padrino” criollo, envuelto en un manto de latrocinios (OCAD-PAZ) orquestados con cómplices subalternos -de la misma calaña-.
‘Ratón’ que al estilo de la “Cosa Nostra”, intenta cubrirse mediante la elección de una testaferro, por un sobornado rebaño de mercenarios.
Petro ordenó -al respecto- “traer la espada”, símbolo (emblemático) bolivariano de lucha, esta vez, contra la afincada, imperante hipercorrupción, que se propone encarar -prioritaria, tajantemente-, sin miedo, con firmeza: "Vamos a recuperar lo robado, apostilló.
Introito de Roy: "Venimos de esas heridas viejas, campesinos, desplazados, desarraigados, desempleados, artesanos, labradores, humildes, abandonados, invisibles y negados que, en 200 años de vida republicana, no han tenido un Estado que los proteja".
Prosiguió Petro: "Los colombianos hemos sido condenados a los imposibles, a la falta de oportunidades, a los no rotundos. Quiero decirles a todos los escuchas en esta Plaza de Bolívar, en toda Colombia, en el exterior, que hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado. Se la han ganado. Su esfuerzo valió la pena. Es la hora del cambio. Nuestro futuro no está escrito". Agregó el propósito de plantar: ‘conciencia ambiental’.
El presente breve esbozo histórico, rememorativo, data de prehispánicos tiempos: Los españoles dictaron en el virreinato, las primeras medidas con espíritu conservacionista: edictos y ordenanzas. Bolívar anticipó: “la naturaleza debe presidir todas las reglas”.
En la India -hace 22 siglos- se encontraron Edictos grabados en roca del emperador Asoka -que reinó entre 269 a 232 a. C.-, en los que determinó como deber del rey: “proteger a los ciudadanos, castigar a los infractores de la ley, preservar la ‘vida de los animales, los árboles de la floresta’”. Platón (428-348 a. C.), sostuvo: “Quien ensucia el agua debe limpiarla”.
El príncipe de Orange y Holanda dispuso (1576) “preservar a perpetuidad el bosque de La Haya”. El Rey de España emitió en 1577, una real ordenanza, en que limitó la saca de alpacas, guanacos, llamas y vicuñas, en busca de conservar el “ganado mayor”, como llamaban los incas los camélidos (camello, dromedario o llama). El marqués de Rocafuerte fue el gran defensor de la vicuña.
Europa adoptó medidas en el siglo XIII. La ONU convocó en 1972 la “Conferencia de Estocolmo”. Luke Kemp, profesor de la Universidad de Cambridge, señaló: “El cambio climático siempre ha cumplido un papel en sucesos de extinción masiva. Ha tumbado imperios y perfilado la historia”.
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