El pasado mes de julio fue radicado un proyecto de ley que busca regular la publicidad dirigida a niñas, niños y adolescentes de productos comestibles que les causan daño, aumentando las enfermedades como diabetes, hipertensión y obesidad en tempranas edades. Si el proyecto, que cuenta con el apoyo de congresistas como el representante por el Polo Democrático, Víctor Correa, y organizaciones defensoras de derechos humanos, llega a convertirse en ley, Colombia estaría al nivel de otros países de la región como Chile, México y Brasil que ya han tomado medidas al respecto. Para que eso pase, debe ser aprobado en el congreso. Esta semana es crucial pues se debatirá el miércoles 10 de octubre en la comisión sexta.
Las 2 Orillas habló con el experto internacional en derecho a la alimentación y nutrición Flavio Valente, quien hace parte de FIAN Internacional. FIAN es una organización internacional de derechos humanos que trabaja por la realización del derecho a una alimentación y nutrición adecuadas y cuenta con carácter consultivo ante el Sistema de Naciones Unidas. Valente estuvo en Colombia para acompañar y asesorar el diseño del proyecto que, de ser aprobado, podría sentar un precedente en la lucha contra la publicidad que estimula el consumo de comestibles nocivos para la salud de niñas, niños y adolescentes.
¿Cuál es la importancia de este proyecto?
En primer lugar es una iniciativa muy interesante porque la alimentación es un componente central para la calidad de vida de las personas, especialmente las niñas y los niños. Desafortunadamente, en los últimos 40 años la alimentación ha sido afectada por intereses económicos que han impedido que sea natural, balanceada y digna. La industria está transformando alimentos que por naturaleza son sanos en productos que no son sanos. Sacan la parte sana, la sustituyen por químicos y sustancias artificiales. Hay una intervención que produce alimentos más “bonitos” pero no más completos ni saludables. Se crean productos comestibles ultraprocesados que no necesariamente tienen valor alimenticio.
¿A qué cree usted que se debe este fenómeno?
Lo que vivimos hoy es una pérdida de la identidad de la gente frente a su propia alimentación. Si hablas con tus abuelos te das cuenta de que sabían lo que comían. Es decir, sabían de dónde venía lo que llevaban a su plato. Hoy no pasa eso porque hay una pérdida de la cultura alimentaria, pero sobre todo una pérdida en la calidad de esos alimentos.
Este debate, que empieza hoy en Colombia, ya se vivió en Brasil hace 20 años, ¿Cuál fue el detonante para que en Brasil se empezara a hablar del tema?
Cuando hubo el cambio de gobierno, a principios de los 2000, se hizo un estudio para saber cómo estaba la situación nutricional del pueblo. El estudió permitió visualizar que habían aumentado las tasas de obesidad en niños y adolescentes. Esto como consecuencia de un aumento en el consumo de pastas, aceites, grasas y azúcares, como también de una reducción muy grande de alimentos tradicionales brasileros. Eso pasó porque la gente dejó de comprar sus alimentos en mercados locales por hacerlo en supermercados, donde salían más baratos.
¿Qué medidas se empezaron a tomar al respecto?
Una fue la discusión sobre cómo regular la comida rápida. Aunque varía de país a país, hay transnacionales grandísimas en este sector. Las investigaciones concluyeron que la gente que comía ahí tenía mayor predisposición a la obesidad. Además, se vio que mucha de la propaganda que se hacía de esos alimentos iba dirigida contra las niñas y los niños. Por ejemplo, ciertos huevos de chocolate de fama mundial que traían el juguete adentro o los cereales que también traían un muñequito adentro. También había muchas campañas con vedettes famosas como Xuxa.
¿Cómo reaccionó la sociedad ante lo que estaba sucediendo?
Empezó un movimiento civil que buscó armar un proyecto de ley. Sin embargo, hubo presiones del sector industrial y el proyecto se hundió. Por lo tanto, el problema siguió en aumento. Aumentaron las enfermedades en niños, especialmente la diabetes. Se conformó una organización de médicos y padres cuyos hijos sufrían de estas enfermedades. Entre estos había un periodista de radio, su hijo tenía diabetes. Él dijo que no quería que nadie más sufriera lo que él vivía con su hijo y empezó a divulgar la información y a contar su historia. Por eso fue que en Brasil los medios jugaron un papel clave en la concienciación de la sociedad ante este problema.
En este momento Brasil es uno de los países que mayor control ejerce sobre la publicidad dirigida contra niñas, niños y adolescentes ¿Cómo se llegó hasta ese punto?
En Brasil existe la AVISA, que es la agencia que tiene el mismo papel de fiscalizar los productos alimentarios, como lo hace el INVIMA en Colombia. Ellos prepararon una resolución con base en el proyecto de ley original, que se había caído. Esta vez, en lugar de ser un proyecto de ley impulsado por civiles, era una propuesta de INVISA, con participación de la sociedad civil. Hicieron consulta pública por internet y finalmente fue aprobada en el Congreso.
¿Qué significó la aprobación de esa resolución?
La resolución decía que no debería haber ningún tipo de publicidad dirigida a niños, en los horarios donde más ven tv. También que las empresas que comercializaban este tipo de productos comestibles ultraprocesados no podían meter juguetes, usar nombres de celebridades o hacer labores supuestamente “educativas”. Es decir, una empresa de chocolates no puede dar clases de educación nutricional. Actualmente en Brasil hay una conciencia muy grande sobre este problema. Por eso hay una fiscalización muy grande sobre las empresas. Ellas dicen que tienen sus propios comités de autorregulación pero yo no creo en eso. Eso es como meter un lobo para cuidar el gallinero.
A nivel mundial, ¿Qué otros países le han prestado atención al derecho a la alimentación saludable?
Noruega, Suecia, Chile son algunos países donde hay preocupación por este tema. En la región, Chile ha hecho cambios muy interesantes. Ellos empezaron con la ley de etiquetado que básicamente es un sistema de alerta. Hay etiquetas muy simples que permiten saber qué tan bueno o malo para la salud es un producto. Ese es un sistema que funciona muy bien. México es otro país donde hay cosas que han dado muy buenos resultados. En México pasó una ley donde hay un impuesto especial sobre las bebidas azucaradas y comidas rápidas, lo cual lo hace más caro. Es decir, se ha dificultado un poco el acceso económico a esos productos bebibles o comestibles nocivos, y el dinero producto de ese impuesto es invertido en campañas de sensibilización y la construcción de bebederos públicos de agua. Además, allá también hay un sistema de etiquetado.
¿Cuál es el mayor reto que enfrentan estas iniciativas en los países donde han tenido lugar?
En todos los países donde hay iniciativas como estas, la industria siempre intenta frenarlas. Nosotros no queremos demonizar a nadie pero sí hay un demonio, que es el sistema. No creo que es el empresario sino el sistema, porque hace que el lucro sea la prioridad. Entonces, los empresarios hacen lo que sea necesario para ganar más plata y eso significa pasar por encima de la salud y los derechos humanos de la gente. Para tener una regulación es necesario que sea independiente de los intereses económicos. Deben ser sistemas de regulación públicos y de control público, porque si son de la misma empresa privada no va a funcionar.
Teniendo en cuenta la experiencia en estos países, ¿Cómo está Colombia frente a este tema?
Depende de la movilización de la sociedad, de que entiendan que el derecho humano a la alimentación y nutrición adecuadas es central para el derecho humano a la salud. Aquí en Colombia hay una conciencia bastante grande del derecho humano a la salud. Más que en otros países. Es importante que la gente entienda que si no hay un cuidado en la alimentación, que supone una nutrición adecuada, esto va a tener un costo muy grande para el sistema de salud y el futuro del país. Tanto en el sentido económico para el presupuesto público como en el sufrimiento que representa, porque las enfermedades crónicas no transmisibles tienen un impacto sobre la vida del enfermo y su familia. La gente debe entenderlo y la prensa juega un papel fundamental en explicarle esto a la sociedad. La situación de Colombia frente al tema depende mucho de lo que pase esta y las próximas semanas con este Proyecto de Ley.