Los políticos en Colombia ignoran que el pueblo colombiano sabe más que ellos, y que los procesos en la vida normal no se pueden cambiar ni manejar por capricho y contra la corriente, porque por eso nos hemos estrellado, y fracasamos muchas veces.
Lo primero que tienen que hacer es escuchar la voz del pueblo que es la voz de Dios. Lo segundo es no ignorar que el que siempre ha pagado los platos rotos de tanta mentira y populismo es el pueblo, que sigue en lo mismo con las mismas; es el que sufre siempre por las ideas absurdas y desproporcionadas y no pensadas que nos conducen siempre a los errores y al hambre.
Es como me decía un arriero que llevaba 10 mulas por un desfiladero y cuando una se quiso regresar para coger un camino equivocado, todas se resbalaron y cayeron al abismo.
Recuerdo cuántos se han ahogado cuando en un río pretenden atravesarlo nadando contra la corriente y se cansan al punto que el rio se los lleva y los ahoga porque se quedaron sin fuerzas.
Igual pasa con quienes no admiten que llevar una buena vida es mejor, que continuar enviciados a las drogas ilícitas que los terminan llevando hasta el fondo y para devolverse es duro y causa sufrimiento.
Si un carro fue hecho para utilizar gasolina, gas o ACPM y le echamos agua como combustible, ya no va a prender ni andar. Las estufas a gas prenden por el gas que cocina alimento. El mundo anda desafortunadamente con los hidrocarburos; seguramente cambiar a los eléctricos u otro combustible que sirva, se logrará con el tiempo que muchos no veremos. Antes viajamos por cables eléctricos y los dejamos acabar.
El gran problema es que el dinero es un Dios para muchos y mientras eso siga sucediendo el ser humano será siempre esclavo del mismo; el capitalismo será la única forma que encontrara la gente para sobrevivir; es lo que nos ha indicado la experiencia de muchos países que nadan contra la corriente y hoy han dejado inmensos desfiles de desplazados y migrantes. Es lo que vemos en el mundo; debemos investigar por qué pasa este fenómeno para tener nuestras propias conclusiones.