Los periodistas de los grandes medios de comunicación, hablados y, escritos, cada que se toca el tema de la repartición de la alta burocracia de los gobernantes saltan a pontificar.
El tema se pone sobre el tapete por la descarada exigencia del gobierno del cambio a los congresistas que han recibido cuotas para que voten ciegamente sus proyectos. Inmediatamente salen unos periodistas de ña oposición a atacar esa práctica clientelista ( de la que algunos hicieron gala siendo parte de gobiernos anteriores) y otros a defenderla.
Los que la defienden salen pontificar sobre la democracia y la administración pública , arguyendo que así lo hacen las democracias más desarrolladas del mundo. Pretendiendo igualar culturas totalmente distintas, con partidos políticos más desarrollados, y con sistemas de vinculación laboral más igualitarias.
Pero mirado de fondo lo que estos vendidos periodistas defienden son sus interés particulares. Muchos de ellos pasan de los medios a hacer parte de las burocracias de los gobiernos de turno , tanto en embajadas, cargos directivos o jugosos contratos, ya para ellos, o para interpuesta persona de su circulo familiar o social.
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Por eso defienden con tanto ahínco esas prácticas perversas que corrompen la democracia y la administración pública con comparaciones descontextualizadas. Y, lo más riesgoso es que estarían sesgado el contenido de las noticias , y prefiriendo que personajes entrevistar.
No es sino observar el comportamiento de algunos periodistas de El Tiempo o de Blu Radio o La W solo para mencionar algunos.
Si los grandes medios de comunicación se prostituyen las democracias no funcionan.