En el gobierno de una ciudad está presente la distinción de la esfera privada y la esfera pública. Se supone que la administración ejerce su razón de ser en miras a la res pública, en otros términos, la cosa pública, que conlleva los bienes de la ciudad y el bienestar público. Sin embargo, vale mirar, las plazas de mercado que, como se sabe, son centros de negocios entre productores y comerciantes, entre el campo y la ciudad.
En el caso de Popayán, la plaza de mercado Bolívar deja mucho que desear. En distintos procesos electorales se han elegidos alcaldes y concejos municipales con la promesa de una transformación. No obstante, cada día el número de chulos aterrizan en la plaza, dado que la basura va en aumento.
Otro punto donde se hace patente la ausencia de la autoridad se encuentra en el espacio de los residuos. Hasta hace un tiempo se depositaban las basuras en Lomas de Granada y en el presente en los Picachos, vereda a la que le prometieron internet para la escuela, servicio de salud, pavimentación…
Mas, hoy en día la cuestión no es arrojar las basuras en un lugar sino dar un tratamiento de transformación de los residuos, mediante industria. Sin embargo, esto último no interesa ni al interés privado ni a la esfera pública. Y qué decir de la PETAR- planta de tratamiento de aguas residuales-.
El proyecto se detuvo hace un tiempo. El río Cauca recibe un buen aporte de aguas servidas…Y, las ruinas del Centro Comercial. Desde hace años dicho lugar fue evacuado por haberse convertido en un lugar inseguro, y no se sabe hoy en día si se le tiene como joya arqueológica…
Más lo que ha hecho crecer la ira de los habitantes de la ciudad tiene su arranque en el impuesto predial. A nadie le cabe en la mollera que mientras el salario mínimo subió en un diez por ciento, el impuesto predial se eleva descabezadamente.
Un parche en la ciudad lo constituye lo que sucede con las vías. Es morosa la construcción de la calle 15N, recorrido entre la facultad de medicina y el colegio industrial. La obra no avanza, ni las barandas del puente sobre el río, como tampoco la doble vía.
Y en cuanto al transporte, las ambulancias y sirenas cada día anuncian accidentes en una y otra parte de la ciudad. El estado de las vías: huecos, desniveles, pavimento de espesor escaso… Y el caos de los automóviles, motos, busetas en desuso y, no hay pautas de orden para que una distancia corta no conduzca a la eternidad de los trancones.
Además, el estacionamiento en las aceras o el tránsito de vehículos por ellas, con peligro para los peatones. Hay que añadir que la contaminación de la atmósfera crece, como niebla tóxica a lo largo de las vías.
De las diferentes administraciones se suele decir “que no hicieron nada”. Sin embargo, dicho enunciado desconoce que, si se hace, sólo que las realizaciones no van encaminadas a la esfera pública sino al espacio privado.
