En las encuestas, esas que muy rara vez le tocan a uno pero en las que explican cómo es que uno va a votar, se hace esta pregunta: Si las elecciones a Congreso fueran mañana, usted ¿por quién votaría? De allí salen estadísticas, cifras que de alguna manera orientan la opinión pública o por lo menos a quienes votamos por empatía o identidad ideológica.
Pues bien, las elecciones no son mañana sino pasado mañana y llegó la hora de que contestemos la pregunta, pero en las urnas. Como dicen los políticos frente a algún revés en la favorabilidad: la verdadera encuesta es la del día de electoral.
Y es verdad, el domingo a las cuatro de la tarde se acaban las campañas y empieza el escrutinio. No se puede asegurar que quienes estén elegidos a esa hora son los que son. Algunas veces las elecciones no se ganan en las urnas sino en los conteos y reconteos. Pero para efectos legales las urnas son decisivas y cuando se cierran la suerte está echada.
Este domingo tenemos cuatro tarjetones: Senado, Cámara, Consulta del partido Alianza Verde y Parlamento Andino.
No voy a cantar todos mis votos, entre otras cosas porque suena pretensioso querer influir en la decisión de otras personas, pero sobre todo porque hay votos que todavía no tengo claros. Sin embargo voy a compartirles tres reflexiones.
La primera es que si hay alguna protesta importante para manifestar en las urnas es contra el Parlamento Andino, una entelequia que se inventaron para que algunos ganen sueldo de Congresista trabajando todavía menos que en nuestro Parlamento. ¿Para qué sirve eso? ¿Acaso nos ahorra la burocracia que van a la OEA o a la CAN o al BID o a cualquiera de esos organismos multilaterales que no representan nada a la hora de las decisiones políticas realmente importantes? ¡Pues no! El tal Parlamento Andino es otro órgano más, igual de ineficiente y de costoso.
El tan cacareado voto en Blanco cobra, en el caso del Parlamente Andino, toda su importancia. La abstención, en cambio, no sirve para nada pues con pocos o muchos votos igual se elegirán algunos de los candidatos inscritos. En cambio si el voto en blanco es mayoritario, esa elección se anularía y habría que repetirla, lo que daría tiempo a que Colombia se retire oficialmente de esa vagabundería.
El voto en blanco para Senado y Cámara tiene otro efecto muy distinto al anterior. Si llegara a ganar en este caso no nos libraríamos de nuestro Congreso sino que habría que repetir las elecciones con otras candidaturas y nadie nos asegura que sean mejores, pero si le habremos cerrado el paso a unas muy buenas opciones que ya existen en esta coyuntura.
Pero el voto en blanco para Senado y Cámara si tiene un efecto negativo y peligroso. Esos votos elevan el umbral y hacen más difícil que los partidos pequeños lo alcancen. De tal manera que si se repitiera la elección de Senado y Cámara por haber ganado el voto en blanco probablemente sería con menos partidos y seguramente con aquellos tomados por las maquinarias. Y entonces estaríamos en peores condiciones que las actuales.
Y mi tercera reflexión es sobre la consulta de la Alianza Verde en la que estoy decidida a participar. Cualquiera que sea el ganador debe salir con un buen número de votos para representar como independiente de la maquinaria santista y la derecha uribista, una opción digna que eventualmente crezca y nos permita soñar con una alternativa real a la de los gobiernos anteriores.
En esa consulta voy a votar por Peñalosa. Ya está bueno de políticos demagogos que prometen y no cumplen. Me parece que llegó la hora de tener un buen tecnócrata gobernando. ¡Esa sí que sería ¡la verdadera alternativa!
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