Cuanta ampolla impregnada de pus ha levantado la frase de Margarita Rosa de Francisco, en la que afirmó que: “Jesús era el más mamerto de todos. El mamerto de los cielos.” La horda cristiana se levantó de sus poltronas, y entre gritos y arengas clásicas de los intelectuales virtuales, se creyeron Salomé, la hija de Herodes Antipas para pedir la cabeza de la actriz por su enunciado hereje.
Pues bien, no sé si Jesús era mamerto (pues la palabrita tiene un tinte colombiano que ha sido usada en los últimos años para desprestigiar la lucha social en el país), pero tampoco, y a disgusto de todas esas Salomé de Twitter y de Facebook, no creo que hubiera sido uribista. Supondría yo que un mártir, nacido en Nazareth (un barrio pobre y olvidado de una localidad rural al sur de la ciudad), y luego llevado a Belén (un barrio popular en el centro de Bogotá, justo a un par de cuadras de donde se concentra el poder colombiano) no reconocería en su discurso, la carga simbólica de violencia social e injusticia que sobreviene a esa “ideología política”.
Pero supongamos que, en medio de esa pobreza en la que ha nacido y bajo el manto de la precariedad en el que ha sido criado, Jesús decide, como muchos colombianos de estratos bajos, abrazar el discurso uribista. Allí, justo en ese preciso momento, justifica la seguridad democrática, la privatización de la educación y la precarización de derechos fundamentales como el trabajo digno, la salud y la seguridad. Nuestro señor Jesucristo, en su faceta uribista, no creerá en la vida como un derecho de todos y justificará la guerra y la muerte bajo el designio de su padre “Dios nuestro señor”.
Justo en el centro de la plaza de Bolívar, armado con sus ideas, y con un preacuerdo firmado con el Dr. Abelardo de la Espriella en el que se manifiesta que: “ Jesús es un patriota que cumple su tarea con orgullo patrio”, grita las nuevas enseñanzas que fundamentan la doctrina actual del buen cristiano:
Escuchadme bien, porque Dios, mi padre, no me ha enviado para condenar a Colombia, sino para salvarla por medio de él. ¿De quién? Pregunta un hombre a la distancia en medio de un séquito de seguidores del presidente eterno.
Del único justo, todopoderoso, omnisciente y omnipresente. De aquel que llaman de muchas formas. El innombrable. De aquel que rompió la historia de este pueblo en dos y trajo consigo la esperanza. Del único presidente de esta nación. Y yo os digo; él y yo somos el camino, la verdad y la vida. Nadie va al padre sino lo manda Uribe (literalmente).
Y en ese momento, el mismo mico de la pregunta anterior volvió a gritar: “Señor, muéstranoslo, y con eso basta.” Con pasos cortos y rodeado de un esquema de seguridad de más de 15 hombres se paró el enviado junto a Jesús. Y los 13 micos lo ovacionaron (2 se tuvieron que ir cuando los llamaron los jefes, pues ellos no marchan, trabajan y por eso no se pudieron quedar). Jesús levantó su mano derecha en señal de silencio y prosiguió:
“En verdad yo os digo: Amad a Uribe y a quienes pensamos como él. Amad a todos aquellos que, en medio de una larga espera para una cita con un especialista, glorifican la figura excelsa del presidente eterno. Amad a todos aquellos hombres justos y buenos que dieron su libertad por encubrir sus acciones. Hombres y mujeres como Andrés Felipe Arias, Mauricio Santoyo, Pilar Hurtado, entre otras víctimas de la ideología comunista que se quiere adueñar de nuestra nación. Amad las políticas de Duque, y su entrega de ministerios a Cambio Radical y al Partido de la U para que le sean aprobadas las reformas laborales y pensionales en el legislativo, como logró la reforma tributaria.”
Porque si amáis a los mamertos, comunistas, mariguaneros y vagos que quieren todo regalado ¿Qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los profesores y los estudiantes? ¿no os hacéis eso igual de cobardes al pueblo venezolano?
Y ya habiendo llamado la atención del sequito de seguidores, continuó:
He visto este pueblo de infieles hace tiempo. Infieles que salen a las calles denigrando del nombre de este hombre justo. Infieles que claman la inversión en educación y salud. Infieles que sueñan con acabar la corrupción de las grandes casas que mantienen el poder. Infieles que no quieren una reforma pensional que ayude a mantener las arcas de los dueños del capital privado. Infieles que no creen en el amor a la patria de nuestra bandera: el uribismo. Y a esos infieles yo les digo: ¿Quién sois para juzgar el amor de Uribe por la patria? ¿Qué hacéis vosotros para mantener la economía privada y el orden natural de amos y esclavos? ¿quién sois para juzgar a todos aquellos que se han apropiado de lo público y han condenado a la miseria a la niñez y a las victimas del conflicto? Solo sois buitres. Hombres con ansias de venganza y odio que no son capaces de mirar la paja en su propio ojo no y juzgan desmedidamente la viga que tiene nuestro presidente.
Y los micos volvieron a gritar. Esta vez con más ahínco. Solo hasta que el Dr. Macias pidió silencio, el salvador (Jesús, digo, para que no lo confundan con Uribe) volvió a hablar.
Pues bien, yo os doy hoy los fundamentos para una nueva doctrina: el cristiano-uribismo: así que, si veis a un hombre tirado en un valle, con hambre, mal vestido y prisionero de la desigualdad social, no lo ayudéis. Ponedle unas botas pantaneras y llamad al glorioso Ejercito Nacional que ellos ya saben qué hacer. Que si veis una lesbiana postulándose para la presidencia juzgadla en el nombre de mi padre por amoral, sucia y pervertida; jamás será un referente para la generación de uribistas que debemos formar. Si veis a un profesor reclamando por el abandono de las escuelas y lo precario del sistema educativo, recordadle que es quien tiene más vacaciones en el año y su salario es una millonada por hacer nada. Si ven lideres sociales buscando problemas ignoradlos para que el pueblo aprenda obediencia y sumisión. Y si ves mujeres reclamando sus derechos, ignoradlas hasta que aprendan cual es su misión. Y si es así repetid en público: “fue porque ella se lo buscó”. A los pobres ignoradlos, a los ricos veneradlos, pues de ellos será el reino de los cielos. Los dineros del Estado saqueadlos y el patrimonio del Estado privatizadlo.
Otorgad concesiones a hijos, esposas y familiares en cualquier grado de consanguinidad. Pagad favores políticos con ministerios, contratos y prebendas sin importar si están preparados o no. Lavad dinero, cread presas como Hidroituango para encubrir muertos, cantad con artistas, tocad guitarra y regalad dulces en el Choco. Venerad mi nombre en organizaciones criminales como los 12 apóstoles. Otorgad permisos a los carteles del narcotráfico, autorizad pistas clandestinas, chuzad a políticos, magistrados y periodistas, legalizad los falsos positivos, y fomentad los crímenes de lesa humanidad. No perdonéis a los desmovilizados, a menos que sean paramilitares. No votéis por desmovilizados a menos que sean buenos muchachos como José Obdulio Gaviria, Carlos Alfonso Lucio y Everth Bustamante.
Seguid alabando falsos pastores que usan mi nombre y el de mi padre para su conveniencia. Da tu diezmo y si algo te queda del salario mínimo también entregadlo. Dadlo con la esperanza que pagarán tu transporte el día de elecciones para acompañar al que diga Uribe. Seguid creyendo ciegamente que todo lo que se haga en este pueblo es en el nombre de mi padre.
Y fue en ese momento en que la plaza tomó un aíre contradictorio. Los trece micos alababan el mensaje mesiánico puesto en la figura de Uribe, la plana mayor del uribismo, como maestros de la ley, aplaudían con una sonrisa dibujada en el rostro. Pero la alegría termino cuando sobre la carrera 7ma entró una turba enardecida disparando arengas en contra de la nueva doctrina. Con la mano derecha, se dio la orden al ESMAD de dispersar la población a sangre y fuego mientras ellos huían como ratones asustados a las oficinas del congreso. A los trece micos se les dejó abandonados a su suerte, mientras que el pobre Jesús fue subido a una camioneta para trasladarlo a no sabemos dónde para que los medios de comunicación jamás hicieran preguntas como: ¿realmente era el hijo de Dios? ¿En serio es uribista? ¿fue pagado por alguno del centro democrático o vino libremente? Ya en el pasado habían tenido una experiencia similar con una monjita y escondiéndolo evitarían cualquier escandalo mediático.
Después de imaginarme esta escena he quedado convencido que Jesús, si hubiera nacido hoy en Colombia, no sería uribista. Muy seguramente hubiera traído un mensaje de amor por el pobre, de reconocimiento y aceptación por la diferencia. Un mensaje de perdón, de fe. Un mensaje de justicia. No se si pueda llamar a Jesús mamerto, pero guardando las proporciones de espacio y tiempo, diría que fue un hombre revolucionario convencido de la transformación social para una vida más placentera. Una vida donde la compasión y la misericordia sean experiencias de fe que se puedan vivenciar en la vida-con-el-otro. Después de imaginarme esta escena estoy seguro, y plenamente convencido que, Jesús no sería uribista… al fin y al cabo su condena vino de hombres dogmáticos alienados al poder que vieron en él una amenaza… Jesús murió en manos del uribismo de su época.