Nacido en una de las regiones más pobres del país en medio de las condiciones más precarias, crecería bajo la continua e implacable presión de la violencia y la muerte, si la fortuna lo acompaña, alcanzaría la adolescencia sin ser obligado a pertenecer a un grupo armado, pero ya tendría la suficiente experiencia para hablarle al pueblo de injusticia, de olvido del estado, de falsos positivos, de corrupción…
En ese ir y venir de experiencias y predicas se habrá convertido en un joven, uno que inquieta a los que quieren seguir esclavizando, torturando y manipulando al pueblo, a aquellos que se aferran al poder para llenar sus arcas de cuenta de los menos favorecidos, a los que contratan a muerte para eliminar a todo quienes se les opongan, desde esa corta edad, su visión por la igualdad, por el bien común, por la justicia y la verdad ya le habrán hecho firmar su condena.
Movilizando al pueblo se protegería con amigos y discípulos, llenaría calles y plazas de aquellos que piden a gritos una democracia libre de corruptos, de genocidas y de engaños, con sus palabras abriría los ojos de muchos y les enseñaría el valor del amor al prójimo, el respeto, la honestidad y la justicia mientras desde el lado más grotesco de la política colombiana ya se estaría haciendo contrato a aquellos “hombres de bien” encargados de desvanecer del pueblo cualquier rastro de protesta y oposición.
Así, en medio de su creciente fama entre las multitudes, se le ofrecerían favores y fincas a su circulo más cercano, hasta que aquel Judas político le traicionase entregándole a cualquier grupo armado del estado, sentenciándole así a la más cruenta de las torturas, Jesucristo sabría desde el principio su final, pero no se callaría ante la mediocridad del gobierno y sus constantes amenazas, pues sabe que su reino y su recompensa se encuentra lejos de este platanal de coca y balas.
Entonces, pasado algún tiempo, se encontraría su cuerpo mutilado y maniatado en algún rastrojo Antioqueño mientras los medios le construyen la treta perfecta para asociarlo con algún tipo de delincuente, acabándose la esperanza para los más olvidados, repitiéndose la eterna historia de Colombia.
Jesucristo el único líder que ha podido poner de rodillas a toda Colombia ante la imagen de un socialista de hace de dos mil años.
