Hay muchos problemas en la sociedad de hoy, estos puede ser por falta de dinero, empleo, fuentes de trabajo, inversión estatal, educación y otros factores a los que el individuo y la colectividad achacan el mal.
Nadie aborda los problemas desde la óptica espiritual, a pesar de que la espiritualidad puede ser el remedio de todos los problemas que afronta el individuo y la colectividad.
La espiritualidad te lleva a un estado de conciencia que despierta la voluntad y cuando llegas a él no esperas ni exiges del otro una transformación, te basta con haber cambiado tú e irradias esa energía que inquietará al otro y lo hará indagar qué pasa. Así se irá diseminando esa semilla y habrá más cambios, sin religión, sin sectas, sin pandillas.
A los niños desde su nacimiento ya no los llenaremos de regalos sino de luz para que puedan encontrar un buen camino y para que su pensamiento no se centre en el tener sino en el servir incondicionalmente. Así se forarán una personalidad realmente beneficiosa para poder vivir en comunidad.
Una vez empecemos esto, ese despertar de conciencia y avivamiento de la voluntad nos llevará a individuos sanos. De este modo terminará la codicia, la corrupción, la delincuencia por dinero y otros flagelos que afectan la sana convivencia. Igualmente, tendremos un gobierno que invertirá los recursos y estará al servicio de la comunidad, no del individuo; ya no habrá necesidad de líderes porque cualquiera podrá hacerlo; y desaparecerá el peculado por el afán de riqueza.
Por otro lado, los empresarios serán solidarios y no explotarán a sus empleados. Así mismo, la producción será amigable con el medio ambiente, no se talarán más bosques, ni habrá extracción indiscriminada del subsuelo. A la larga, la producción de dinero desaparecerá y será el bienestar, producto del servicio, su misión y visión.
Y eso no es todo, desaparecerá la delincuencia en sus distintas modalidades (narcotráfico, guerrillas y paramilitares) y todos los crímenes que cometen los empleados estatales. Una vez haya desaparecido el afán del dinero, esa nueva élite social no delinquirá, pues al no haber necesidad el individuo será libre. Además, los vicios y apegos serán cosa del pasado, de una historia que queremos para darle final.
Sin embargo, no esperemos que alguien lo haga, empieza tú. Yo ya comencé y espero magníficos resultados, frutos saludables y unas generaciones futuras más humanas.