Sí hay por quién votar. Eso nos dijeron cuando Ernesto Samper aspiraba a la Presidencia. Eso nos dijeron cuando Samuel Moreno estaba de candidato a la Alcaldía de Bogotá. Eso nos dijeron cuando Uribe irrumpía en su primera elección presidencial. Eso nos dijeron cuando los indígenas con Francisco Rojas Birry a la cabeza irrumpieron en el concierto político. Eso les habrán dicho a nuestros padres cuando Turbay era candidato y cuando Alfonso López representaba la izquierda en Colombia. Lo mismo que les habrán dicho a nuestros abuelos cuando Laureano Gómez fascinaba con sus grandes y elocuentes discursos. Lo mismo nos han dicho muchas veces. Y muchas veces nos hemos equivocado. Por ignorancia, por necesidad, por hambre, por no perder los favores de Dios, por mantener un puesto, por no perder un contrato, por miedo, por no dejar ganar a otro malo, o por indiferencia.
Otras veces hemos acertado. Es claro que hay en el Congreso y en la vida pública nombres que merecen nuestra confianza. Personajes sin prontuario que luchan por quebrar el muro de la infamia en la que se convierte cada Congreso, cada cuatro años, gracias a los favores que la mayoría de sus miembros reciben del gobierno de turno. La lista no es muy larga, pero que los hay los hay.
Uno de esos senadores que merece nuestro voto es el senador Robledo. El senador Robledo un buen congresista y un gran candidato que, sin embargo, está cayendo en prácticas antidemocráticas. Y no solo él, también otros candidatos con buena hoja de vida y sin tacha en la vida pública que atacan al voto en blanco como Juan Manuel Galán, Claudia López y Ángela Robledo. Da tristeza porque uno esperaría que esas posturas antidemocráticas fueran más propias de politiqueros preocupados porque los vamos a despojar de privilegios, sueldos y pensiones millonarias. Y lo peor es que quienes defienden, legítimamente sus campañas, llevados por el desespero a que los conduce el avance firme del voto en blanco, están apelando en las redes sociales y en las calles a mentiras y a infamias contra los movimientos y personas que lo promovemos. Ayer en Tunja estábamos en la Plaza de Bolívar y unos jóvenes del Polo en plena campaña decían a los transeúntes que nosotros estábamos ahí porque nos íbamos a ganar un mundo de plata con el voto en blanco.
También lo dicen algunos medios con claro interés de desinformar. Pero eso es falso. Ni nosotros ni ningún movimiento ganará nada con el voto en blanco. Solo basta conque llamen a la Registraduría o averigüen en su página web y allí les tendrán que decir esta verdad: no hay grupos de voto en blanco inscritos ante la Registraduría.
Al contrario, esas personas estaban ahí de manera voluntaria, a sol y agua haciendo patria, aportando tiempo y dinero a una revolución pacífica que esta alcanzando unos tintes místicos de un alcance imposible de explicar: Una niña que en un pueblo de Sucre, sin ninguna posibilidad de conseguir un voto en blanco a menos que lo pague, como se lo han insinuado quienes la escuchan, sale con un megáfono a pregonar la existencia de una herramienta que les servirá a sus paisanos para liberarse de la politiquería y la corrupción que cada cuatro años les pone precio a sus conciencias y los envilece. En Tunja, con un altruismo que raya en la locura, un matrimonio ejemplar que fabrica su propia publicidad y sale a repartirla a diario religiosamente hasta que cae la noche para pintar grafitis de voto en blanco en las piedras de las carreteras. La señora que pinta sobre su barriga en gestación un letrero que dice: Por él votaremos en blanco. Y como ellos, infinitos ejemplos en todo el país. Gente pintando con marcadores sus carteles, señoras finando en una ventana de su casa el logo de voto en blanco. Todos voluntarios, sin pedir nada a cambio, movidos por un sentimiento y un deseo y la necesidad de trabajar por un país digno. Indignación gratuita, distinta a la que otros congresistas logran hacer sabiendo que cada mes pueden cobrar un cheque de casi 25 millones, gastos de celular, vivienda y tiquetes para desplazarse a sus regiones, cinco primas al año, más camionetas pagas por nosotros para movilizarse. La gran diferencia es que muchos promueven indignación, hace años, con dinero de sus casas, de la comida, de los servicios públicos que a veces muchos dejan de pagar por hacer una pancarta. Los desplazamientos a las distintas ciudades corren por su cuenta. Lo que dejan de producir por salir a repartir volantes nadie se los repondrá jamás. La publicidad es hecha por cada simpatizante sin preguntar cuánto va a ganar. Saben que la ganancia es un país digno y justo para sus hijos, nietos, bisnietos y generaciones que nunca conoceremos antes de morir.
Por eso nos molesta el acomodo y la incoherencia con la que algunos como el senador Robledo actúan. Hoy es el más acérrimo enemigo del voto en blanco pero en abril de 2013 fue quien encabezó junto con su partido el Polo Democrático, la campaña por el voto en blanco durante las elecciones atípicas en el Huila. Y les fue bien, ganaron en 7 municipios y la votación rondó el 39%. Entonces cuál es el miedo. ¿Por qué el voto en blanco en algunas ocasiones es bueno y en otras es malo? Maniqueísmo que hace daño y le resta credibilidad.
Lo mismo pasa con sus denuncias de corrupción. Muy buenas y se las agradecemos pero cuando su partido, el Polo Democrático con su alcalde mayor Samuel Moreno estaban robando, de la manera más ruin, a Bogotá, nunca inició una investigación, no se le conocen cartas de advertencia, hubo un silencio cómplice de él y de todos los miembros de su partido. Cero autocrítica. Claro, les daba miedo perder la Alcaldía de Bogotá y su poder clientelista. Tanto que ni el comité de ética se atrevió a tocarlo hasta que llegó la pírrica sanción de tres meses impuesta por el procurador.
Entonces, cuál es la incoherencia, senador Robledo. Persigue usted el voto en blanco como si fuéramos corruptos y lacras de la sociedad pero no dice nada ante corruptos como Samuel Moreno. ¿Por qué nos echa a sus votantes encima por ejercer nuestro derecho a la protesta pacífica con el pretexto de la debacle de las minorías? El umbral del 3% no es culpa del voto en blanco. Esa norma es fruto de una reforma que ustedes mismos aprobaron. Dejen de usar ese sofisma porque, con o sin voto en blanco, los grupos minoritarios que no alcancen los 450.000 votos que se tienen estimados van a quedar por fuera. Esa ley no la aprobó la ciudadanía, la aprobaron ustedes los congresistas. Además, el Gobierno les propuso unirse para bajar el umbral del 3 al 2% y ustedes los del Polo no apoyaron esa iniciativa.
Somos sociedad civil, sin aspiraciones políticas ni económicas que ustedes deberían estar defendiendo y aplaudiendo como demócratas que son. Ciudadanos cansados de la corrupción de las mayorías del Congreso y también de lo poco que ustedes han hecho en esa corporación, no porque no quieran, sabemos que voluntad les sobra, sino porque no los dejan. O. ¿cuántos proyectos de ley le han aprobado al senador Robledo en los 12 años que completa en el Congreso y que pronto serán 16? ¿Tenemos que esperar a que lleve 20 años en el Congreso para lanzar esta ofensiva contra todos los partidos? ¿Hasta cuándo debemos aplazar la revolución pacífica en las urnas? ¿Hasta que el 95% de congresistas reflexionen, le pidan perdón al país por sus fechorías y decidan apoyar sus iniciativas de cambio y de reformas políticas? Eso nunca va a suceder. Deberían sumarse a esta cruzada ciudadana y dejarlos solos, ayudarnos a quitarles la legitimidad, ponerlos a gobernar sin votos hasta obligarlos a escuchar a la ciudadanía. Igual con o sin ustedes roban, con o sin ustedes abusan, con o sin ustedes se pasan por la faja la Constitución y las leyes.
Si no estamos en lo cierto, a todos los candidatos éticos les preguntaría ¿Por qué no pudieron detener los ocho debates de ese engendro jurídico de impunidad llamado "Reforma de la justicia"? La respuesta es una sola: ¡Porque no pueden! ¡No tienen la fuerza! ¡No los dejan! ¡Los aplastan las mayorías corruptas del Congreso! ¿Entonces por qué se opone con tanto ahínco a que el pueblo aplaste con votos limpios a esas minorías que en el Congreso son mayorías y que los aplastan a ustedes con tanta facilidad? Si de verdad aman a su país y trabajan por él, como dicen en sus entrevistas, no deberían poner palos a las ruedas de una revolución de esta magnitud.
El llamado entonces, para que promuevan ideas y no desperdicien sus campañas atajando una revolución que no tiene punto de retorno. El pueblo está decidido a sacudirse de 200 años de indiferencia, 200 años de miedo, 200 años de pereza, 200 años de abusos de poder y saqueos a los dineros de la educación, la salud y el bienestar de los colombianos. Está el pueblo en su derecho de hacerlo. Está usando el pueblo su derecho a no creer y a temer un nuevo engaño. No vamos a seguir esperando a que ustedes logren hacer los cambios que anhelamos y necesitamos con urgencia. No otra vez. Un triunfo del voto en blanco nos acercará a esas reformas y quizá las fuerce dramáticamente. Porque con un triunfo del voto en blanco en el bolsillo, la ciudadanía se volcará a la plaza a hacer respetar ese resultado y exigirá convertirlo en reformas.
Finalmente, para no caer en la misma práctica antidemocrática, respetamos mucho sus candidaturas y conocemos sus buenas intenciones, avaladas por acciones valientes, responsables y éticas del pasado. Tienen todo el derecho a ser elegidos y lo serán, no me cabe duda. No deberían dudar de su trabajo previo. De modo que si los lectores ven en ustedes un voto inteligente y responsable, no dudarán en marcarlo. De lo contrario, seguirán construyendo este discurso de inconformidad con la creatividad que requieren las grandes revoluciones. De modo pues, que sí hay por quién votar: Están ustedes, están los corruptos y está el Voto en Blanco. Esa es la postura democrática que todos deberíamos adoptar.
Posdata: Observen estas fotos y respondan: ¿si esto no es revolución, qué lo es?