No es para nada raro encontrarnos por estos días candidatos que están prometiendo todo tipo de cosas, que van desde lo humano hasta lo divino, sin importarles convertirse en demagogos o populistas. Peor aún, muchos de estos candidatos están terminando su periodo en alguna de las corporaciones que permiten reelección (Asamblea, Concejo, JAL) y se les escucha pidiendo el votico para hacer esto o aquello. Me pregunto: si ya tuvieron la oportunidad de hacer, ¿por qué no hicieron? Es precisamente este comportamiento mezquino que les hace merecedores de poca credibilidad que se refleja en las urnas con derrotas electorales ejemplarizantes.
Los votantes estamos aburridos de estos gamonales políticos que se convierten en inviables para nuestro país y peor para las regiones, estamos cansados de políticos que solo pisan el barro durante la campaña y que una vez electos no recuerdan sus electores ni para burlarse. Es quizás esta la principal razón por la cual el domingo de elecciones la gente prefiere quedarse viendo fútbol, paseando, yendo a la iglesia, etc., lo que tiene en porcentajes elevados, y aumentando, la abstención. No se imaginan el gran daño que le hacen al país, a sus instituciones y a nuestro sistema democrático.
A pesar de esto, en honor a la objetividad se hace necesario mencionar que existen personas que están implementando unos nuevos modelos para hacer la política apartándose en su totalidad del contexto corrupto de la compra de votos, del fraude, del favorcito, entre otros, que desde ya los hacen ganadores aún sin abrirse las urnas del próximo 27 de octubre. Estas nuevas promesas basan sus campañas sobre hechos demostrables con evidencias acerca de sus gestiones, se interesan en ayudar a los colectivos de personas menos favorecidas, están prestos para atender a las personas, reunirse con ellos, escucharlos y resolver los problemas de la comunidad.
Un ejemplo de esta nueva generación de políticos lo es Gersel Perez Altamiranda, actual presidente de la asamblea del departamento del Atlántico. Él es un joven con una sensibilidad social desbordante, quien no olvida sus orígenes humildes. En estos cuatro años se convirtió en la voz de los que no eran escuchados (afrodescendientes, mokanás, zenúes, entre otras comunidades) a través del impulso a la creación de la Oficina de Asuntos Étnicos del Atlántico como una forma de reivindicar la cultura y derechos de estas comunidades. Además, impulsó un control estricto a la salud del departamento, llevó la asamblea a los municipios bajo el proyecto “Asamblea más visible”, trazó hojas de ruta para una mejor educación a través de la sede de Universidad del Atlántico en Suan. En fin, dio la cara y sirvió a los atlanticenses.
Todos los éxitos para Gersel Pérez en esta travesía política donde seguramente cosechará los mejores resultados, los que en el corto plazo serán de índole nacional. Muchas personas le agradecerán su vocación de servicio en aras de mejores oportunidades para todos.