Los que han escuchado saben a lo que me refiero. Es envidiable que a sus 56 años el viejo cacreco más querido de la radio pueda tener una memoria digna de un oráculo. Martín de Francisco sabe cada dato, lo recuerda todo, desde la alineación con la que el Deportivo Cali de Carlos Salvador Bilardo perdió la final en la Bombonera contra Boca Juniors en 1978, hasta quienes fueron los jugadores hungaros que urdieron el 10-0 contra El Salvador en el mundial de España 82. Es tanta la precisión que Hernán Peláez, el memorioso mayor, se asombra por la cantidad de datos que sabe sobre fútbol y a veces tiene que decirle a su eternamente joven compañero "vos si no fuiste al colegio, te la pasabas viendo fútbol".
Martín y Peláez son dos valientes. A veces se riegan a atacar figuras tan nefastas para el bolsillo de los colombianos como el ministro Carrasquilla o Sarmietno Angulo. Eso provoca que las huestes uribistas ataquen sin resquemor su terruño en Twitter. Uno de los insultos que más caen sobre él es el de borracho, el de drogadicto, algo que también salpica a su hermana, Margarita Rosa, otra defensora de los intereses de los colombianos más pobres. Martín de Francisco hace décadas dejó el trago -llegó a aparecer varias veces tomado en La Tele cuando hacían, por allá en los noventa, el programa más subversivo de la historia de la televisión- y ahora es un tipo sumido en la lectura, en la buena música y en su esposa, porque hasta él tiene derecho a vivir una vejez burguesa.
Así que cada vez que sale un Polo Polo de eso ha insultar a los De Francisco para cuidarles la espalda al gobierno, se equivocan. Escuchen el programa, el mejor de todos los programas futboleros que tiene la radio, y deleitense con una inteligencia y una memoria cultivada. Un tipo que pueda recordar tanto no es ningún degenerado, ningún borracho. Es un prodigio. Es una alegría poder disfrutar de Martin quien, como las cordilleras, se va afianzando con el paso del tiempo.
